Locura y Pasión

¿Qué es lo que pasa cuando practicas TrailRunning bajo la lluvia muy temprano?

Yeribert

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Levantarte un sábado muy temprano, con frío y lluvia sólo para salir a correr al cerro es, al menos, preocupante. Peligro de resfrío, de caídas en el cerro, lesiones por el esfuerzo y lo frío que están los músculos. Está bien, lo admito, ¡es una LOCURA!.

Algunos dicen que la pasión va de la mano de la locura y la experiencia que inspira este relato no es la excepción.

Suena la alarma y despierto desconcertado, pienso que debo ir a trabajar, pero súbitamente recuerdo que no. Por fin había llegado el día que esperé toda la semana, el día en que saldría a correr nuevamente al cerro en la mañana junto a otros amigos tan tarados como yo (apasionados, para dejarlo en una forma más elegante) y con alta probabilidad de lluvia según el pronostico del tiempo. A decir verdad, esperaba que la lluvia nos encontrara en el camino cuando estuviéramos corriendo, sin embargo, eran las 06:00 AM y llovía a cántaros.

Comienza a vibrar mi teléfono con notificaciones de Facebook y Whatsapp preguntando si por lluvia se suspendía el trote. Como lo dije antes, era el día que estaba esperando, y no iba a dejar pasar esta oportunidad:

correr + cerro + lluvia = felicidad profunda

Movido por esa convicción, mi respuesta fue sólo una: “Contra viento y marea”. Y ahí aparecen los otros tarados que pusieron “me gusta” al comentario, apoyando mi moción.

Así es como salgo en short, cortaviento y mochila al encuentro del cerro. Afuera, la lluvia caía sin lograr llevarse el frío, como es normal, pero el trote me permitió generar un poco de calor. A eso de las 07:30 AM llego a la Laguna de Los Patos, punto de encuentro frecuente, pero solo veo a cisnes y patos, por lo que seguí trotando para no enfriarme con el agua.

De pronto veo alguien que se acerca corriendo y tenida deportiva. Nos saludamos y presentamos. Hasta ese entonces no nos conocíamos con Neftalí. A pesar de llevar un buen tiempo en el grupo, no habíamos logrado coincidir en otras salidas. Esperamos unos 5 minutos cuando de pronto desde el campanil llega Antonio y desde la Casa del Deporte, aparecen Alejandra y Freddy. Eramos 5 los valientes (o apasionados o tarados, usted elija el calificativo) que realizaríamos esta salida de Trail Running.

Freddy busca su aplicación de smartphone preferida para marcar el recorrido y nos largamos cerro arriba, por donde comúnmente subimos (un costado de la cancha de pasto sintético de la UdeC). Seguimos el camino principal hasta llegar al TIGO y pasamos por el portón que está cerca hasta la bifurcación. Generalmente, tomamos la ruta de la izquierda, pero en esta oportunidad fuimos hacia la derecha y recorrimos la otra mitad del cerro que se ha dejado de transitar porque su paso ha sido cerrado con una malla imbatible, a la que llegamos luego de bajar el cerro y encontrarnos un par de conejos y aves. La verdad es que llegamos unos 30 metros antes de la malla para evitar que los perros ladraran por nuestra presencia. Nos devolvimos por el mismo camino, que por cierto, de bajada no se notaba lo difícil que es para subirlo.

De pronto, nos salimos de la ruta principal y tomamos un “atajo” que inicia con una pronunciada subida entre muchas ramas que tienen hojas que pinchan los brazos y piernas. Luego, llegamos a un sendero plano, pero pronto tuvimos que subir nuevamente en otra abrupta subida con dificultad por el barro y las hojas. ¡Esto era Trail de verdad!

Desde ahí el camino era muy estrecho, entre zarza, pero se notaba bien el rastro. Los 5 reunidos tomamos un par de fotos y la selfie de moda. Así continúa nuestro recorrido hasta que llegamos a la bajada del “atajo” y re conectándonos con el camino principal.

Ahora, nos desviamos a mano derecha nuevamente y llegamos a la bifurcación donde el camino por la izquierda baja y por la derecha sube. Lamentablemente, nuestro amigo Neftalí debía trabajar, nos acompañó hasta ese lugar y se devolvió. Por nuestra parte, seguimos subiendo hasta una nueva separación del camino. Primeramente, tomamos el camino derecho que lleva a un mirador desde donde puedes ver el campanil y Paicaví en toda su extensión, incluso el mar de Talcahuano y sus barcos se ven muy cerca. Lamentablemente por la lluvia y nubes no fue posible ver nada de eso. Nos devolvimos y seguimos por el camino izquierdo, que conecta con el Cerro Caracol. Pero en vez de seguir hacia dicho cerro, tomamos el camino que bajaba. Personalmente, considero que es uno de los caminos y lugares más bellos de Concepción. Me encantaría que todos pudiéramos disfrutar de ese entorno, pero también entiendo que si todos llegaran, probablemente dejaría de ser tan maravilloso.

Seguía el descenso, atravesando algunos maderos y siguiendo un canal muy pequeño que tuvimos que cruzar para seguir el rastro. La magia del lugar se veía aumentada por la lluvia, que permitía sentir el aroma de los árboles y plantas. Rodeados de un verde vivo, continuábamos el descenso, pasando por un bosque hermoso, bajo troncos caídos y un terreno difícil por el barro, hasta llegar a la parte trasera de una casa, que seguramente es de la población Agüita de la Perdiz. Volvimos por el mismo camino hasta que tomamos otra ruta, donde se nos cruzó un árbol de unos 1,5 metros de diámetro. Pasamos por arriba, y continuamos el ascenso. Las piernas ya flaqueaban a esa hora, aunque a decir verdad, a la hora que se corra esa cuesta, come piernas.

Retomamos el camino que une al Cerro UdeC con el Caracol y llegamos al Mirador Alemán. Subimos por dentro de la edificación y aprovechamos de elongar un poco, pero antes de enfriarnos, decidimos seguir el trayecto por la parte trasera del Mirador, que es sólo bajada, pero la lluvia lo hacía más difícil, principalmente aquella parte donde hay un tronco (por lo general subimos por ahí) en donde casi me caí. Siguiendo por ahí logramos conectar con el camino que lleva al “portón 9”, pero sólo nos faltaba subir el último cerro para llegar a él, que por lo demás, es el más complicado. Al subir, estiramos un poco y sin demora continuamos hasta el portón 9.

Con la idea de llegar “Canteras Lonco” tomamos el camino de la derecha luego de pasar el portón. Avanzamos por un camino donde gran parte estaba quemado, producto del lamentable incendio de hace unos meses. Luego de un rato comenzamos a bajar por un camino muy difícil, arcilloso y mucho barro. De pronto me doy cuenta que no era ruta que yo conocía. Seguro doblé antes o no reconocí el paisaje totalmente quemado. Sin embargo mis compañeros decidieron seguir bajando y ver donde llegaríamos. Esperábamos que fuera Pedro de Valdivia o Lonco. Así, luego de avanzar unos kilómetros, vimos un par de casas y cercos. Continuamos por ahí hasta que llegamos a un portón implacable. Exploramos la zona para ver la mejor opción de pasar. Había un camino aledaño, pero que también tenía un portón inmenso. Luego de varios esfuerzos, cual ladrón de casa, saltamos el portón y continuamos el camino. De pronto vimos que el camino continuaba y era bastante ancho. Habían cosas que se me hacían conocidas. Freddy vio un letrero que decía que nos acercábamos a una zona de protección de la naturaleza, pero a pesar de eso, continuamos hasta llega a un puente con un letrero inmenso que indicaba una zona de picnic. Ahí lo asumí, estábamos camino a la Reserva Nonguén. Antonio y yo desconcertados, no creíamos que llegamos a Nonguén, podría ser Pedro de Valdivia o Lonco, pero Nonguén… Jamás. En alguna parte el camino dio un giro que no previmos.

Estando ahí, me di cuenta que debíamos regresar por el mismo camino para volver al cerro, pero para corroborarlo, buscamos la ubicación con el teléfono. Confirmamos nuestra idea de regresar y seguimos nuestro trote felices. Así llegamos al Puente Carmelitas, donde llega el camino que se une con el Cerro UdeC. Ya en tierra conocida, continuamos la aventura. Ya llevábamos unas 3 horas corriendo, pero lo seguía disfrutando. Avanzamos por el sendero y en vez de subir las interminables cuestas hacia el portón 9, tomamos el camino de la derecha para conectar con el TIGO directamente. Una vez en el camino principal del cerro, comenzamos el descenso por el lugar que subimos al inicio.

Al terminar y atravesar el portón, Freddy revisa su smartphone y se da cuenta que sólo grabó el track hasta los 10K. Pero sin duda, lo más importante es guardarlo para ti como una experiencia y no como un simple trote. La posibilidad de conectarte con la naturaleza es lo que amo de esta disciplina.

Finalmente, quedaban los 2 kilómetros más aburridos de todo el trayecto, el de regreso a casa por asfalto y plano. Llegando al edificio, me recibe el conserje y me pregunta qué andaba haciendo. Le cuento la travesía de la mañana y me pregunta ahora: ¿Cuál es la finalidad de eso? A lo que sólo le respondí con una sonrisa y subí a mi departamento.

Si de pequeño eras de aquellos que sus padres les llamaban la atención por andar jugando bajo la lluvia o saltando en los charcos, este es un buen ejercicio para recordarlo y traer su infancia al presente, con todo lo que ello significa. Y si no eras de esos niños, nunca es tarde para aprender y conocer esas maravillosas sensaciones.

Evocar tu infancia, Conectar con la naturaleza, Amar lo que haces, Divertirse con amigos, Mejorar día a día es lo que entrega el Trail Running.

Es eso lo que podría responder al conserje, pero creo que él es muy cuerdo para entenderlo y hasta que no me acompañe al cerro para vivir la experiencia, seguirá todo igual.

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