No tienes que disculparte por ser blanco

Un mensaje de apoyo para el chico que escribió ese artículo para la revista Time

Vanessa Wilbat
6 min readFeb 12, 2015

Tal, hermano.

Quisiera hablar contigo un momento.

Leí tu artículo, «Por qué nunca pediré disculpas por el privilegio de ser un hombre blanco». Primero que todo, felicitaciones por publicar un artículo en Time. Qué gran logro.

Te entiendo. Te molesta el comentario «reconoce tu privilegio». ¡Ey! A mí también. Creo que se utiliza de más, y básicamente llegó hasta el punto de convertirse en un meme.

Leí tu artículo. Eres judío. Para tu familia, o por lo menos tu familia hace un par de generaciones, las cosas no fueron nada fáciles. Tu padre trabajó arduamente para que pudieras tener las oportunidades que él no tuvo. Eso es fabuloso.

Pero quisiera hablar sobre esta oración específicamente:

«Fue privilegio de [mis abuelos] el llegar a un país que concede a sus ciudadanos igual protección en virtud de la ley sin considerar su religión o raza, pero sí el fondo de su carácter».

Aquí fue donde te equivocaste, hermano.

A este país sí le importa tu raza. Y mucho.

Trajiste a colación algunos de los horrores del Holocausto. Es una jugada muy arriesgada para empezar, pero no surtirá efecto en mí.

Olvidé mencionarlo: Soy negro. Creo que ya sabes a dónde voy con esto. ¿Quieres hablarme sobre el exterminio sistemático de seis millones de personas? ¿Qué tal si te subo a diez millones? ¿Quieres hablar sobre años de trabajo forzoso? ¿Qué tal cientos de años? Veo que pudiste rastrear la historia de tu familia casi hasta su origen. ¡Qué bien! Yo no puedo porque en ese entonces no se llevaban registros de ese tipo para las posesiones.

Seguro que si lo intentas, se te podrían ocurrir varios ejemplos de cómo a través de la historia los judíos han enfrentado más dificultades que los negros. O incluso en el presente. Y podríamos discutir al respecto hasta la saciedad, sin llegar a un acuerdo.

Pero siendo realistas, no vas a ganar en el tribunal para la opinión general sobre las víctimas históricas. Yo sí. Los negros siempre ganamos.

Pero dime, ¿es este un juego que quisieras ganar? ¿Quisieras estar en el último peldaño de la escalera social? ¿Es lástima lo que estás buscando?

Probablemente no. Y eso exactamente —esa fastidiosa sensación que probablemente desperté en ti al preguntarte que si querías que la gente sintiera lástima—, es la misma sensación que seguramente mucha gente tiene cuando los acusas de inventarse «instituciones imaginarias».

No es imaginaria, hermano. Es real.

Me parece bien que te hayas esforzado por conocer más sobre tu pasado, pero también debemos conocer el presente que vive la gente.

A lo que voy es que la mención de las maneras en las que nuestros ancestros sufrieron no justifica el racismo.

No estoy sugiriendo que seas racista (y si lo eres, está bien). Lo que estoy diciendo es que, quizá de manera inconsciente, estás defendiendo el racismo que existe hoy día.

Mejor no hablemos más del pasado.

Tal, ¿alguna vez te han apuntado con un arma?

A mí sí, pero solo la policía. La última vez que pasó, iba camino a casa y mi auto se descompuso. Tuve que caminar hasta una estación de la policía de carreteras para pedir ayuda. Al tocar la puerta, dos agentes salieron de unos arbustos y me abordaron por la espalda apuntando sus armas, y me gritaron que me quedara quieto. Resulta ser que pensaron que quería robarlos. Eso no hubiera ocurrido si yo fuera blanco.

Estoy seguro de que te preocupas por tus calificaciones, o por terminar el último ensayo antes del plazo. Todos los estudiantes universitarios pasan por eso. Pero estoy casi seguro de que nunca te has preocupado por la posibilidad de morir en un control rutinario de tránsito. Los blancos no tienen que lidiar con eso: no encajas con el «perfil» de un delincuente.

A eso se refiere la gente cuando habla de «privilegio».

Esa «igual protección en virtud de la ley» de la que hablas, simplemente no funciona de ese modo para las personas que se parecen a mí.

Y te repito, no estoy tratando de «ganar» el juego de las comparaciones. No siento lástima por mí, y tampoco quiero que tú lo hagas. Podría compartirte una gran cantidad de episodios de mi vida que para alguien como tú serían difíciles de concebir. Por un lado, hablaste mucho sobre tu familia, pero es muy probable que tú mismo hayas tenido que lidiar con cosas inimaginables.

Pero puedo tratar de entender, y es exactamente lo que te estoy pidiendo que hagas.

Tal, estoy molesto, pero no contigo.

Quiero que lo sepas. No estoy molesto contigo. Estoy molesto con Time.

Estoy molesto con Time por publicar tu artículo. Estoy molesto con ellos por aprovecharse de ti.

Soy estudiante de maestría, Tal, lo cual significa que a veces doy clases en la universidad. El año entrante daré un curso de composición. Si me hubieras entregado ese ensayo, a lo mejor te hubiera dado una C. Tus aserciones no tienen sustento. Eres bueno para discutir pero no para pensar (aún).

Tu ensayo ni siquiera está bien escrito. Hay errores de gramática y de ortografía por todas partes. Y ese primer párrafo tan recargado —lleno de metáforas y de vocabulario de examen de admisión universitario— es típico de un joven que aún cree que las palabras pomposas lo hacen ver más inteligente. (Esto solo impresiona a los tontos).

Sin embargo, pareces ser un chico listo. No me cabe duda de que con más vivencias, algunos amigos pacientes y la guía de uno o dos profesores interesados empezarás a entender mejor las cosas.

Por eso me molesta tanto que Time te permitiera ponerte en ridículo en Internet. Precisamente porque eres un chico muy listo. Ya verás que en unos años mirarás al pasado y te sentirás horriblemente avergonzado.

No logro entender por qué Time le daría a un joven que no ha escogido su carrera universitaria, que no sabe usar el corrector de ortografía, y que no puede formular argumentos coherentes una plataforma nacional.

Pensándolo bien, sí sé. Tal, creo saber por qué Time hizo esto. Creo que alguien allí quería un artículo que causara controversia y que pusiera en su lugar a quienes reprochan a los «privilegiados». Sus intenciones eran francamente racistas, pero nadie tenía las agallas de suscribir palabras tan necias. Alguien encontró tu escrito en el Princeton Tory, y lo utilizó.

Necesitaban un frente. Alguien con algo de credibilidad. No eres perfecto, pero eres una buena opción. Eres joven, vas a una de las universidades más prestigiosas del mundo y te antecede la condición de víctima histórica pobre que sale adelante y cumple su sueño americano. Créeme, si un negro o un asiático o cualquier joven étnicamente más interesante se hubiese ofrecido a escribir ese artículo te hubieran rechazado sin dudarlo un segundo, por razones que ya establecimos. Pero aceptaron lo que pudieron conseguir.

Así que, Time, no están engañando a nadie. Y fue muy cobarde de su parte usar a un joven que ni siquiera está en edad de beber para hacer su trabajo sucio.

Sigamos contigo, Tal.

O mejor, con nosotros.

Dices que no te disculparás por tu privilegio. Eso está bien, hombre. La verdad dudo que alguien esté esperando que lo hagas. Es en serio; lo único que te podemos pedir —especialmente en esta etapa temprana en la que estás desarrollando tu forma de ver el mundo— es que lo pienses un poco. Es difícil, lo sé. Si fuera fácil, no veríamos todo lo malo del mundo de hoy: racismo, sexismo, homofobia, guerras. No es fácil. Estos problemas son complicados.

Escribí anteriormente que no hay problema con que seas racista. Ninguno. Siempre y cuando te estés esforzando y tratando de escuchar, de entender y de no ser racista, o sexista, o lo que sea; eso es lo único que podemos pedir. Es una dura batalla, hermano. Yo también soy racista y sexista, pero hago todo lo posible por no serlo.

Voy a ser sincero. No tengo una solución rápida para ti. Pero sé que cerrarte y rechazar lo que tus amigos están diciendo no te va a ayudar y, la verdad, no es una opción viable. Tus amigos no están pidiendo que sientas lástima; te están pidiendo que los entiendas y que trates de ver las cosas desde su punto de vista.

Por último.

Es fácil deducir que lees mucho. Sé que vas a estar ocupado con tus amigos disfrutando la vida durante el verano, pero quiero recomendarte un libro. Se llama The Fire Next Time, escrito por un tipo muy inteligente, James Baldwin. Es corto pero pesado. Léelo despacio. Creo que te va a gustar.

Sé que la vida de estudiante es dura, pero si estás corto de dinero, házmelo saber y con mucho gusto te envío una copia por correo. Acabo de ganarme una beca de investigación bien remunerada, así que estoy en condiciones financieras relativamente privilegiadas.

Y si alguna vez quieres hablar, mi cuenta de Twitter es @dexdigi.

Te deseo un feliz verano, Tal.

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Vanessa Wilbat

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