Regalar no es tan fácil como parece
Es fácil asumir que tus destinatarios van a apreciar el regalo o los regalos que tú, escrupulosamente, has elegido y comprado para ellos.
Lamentablemente, puede haber ocasiones en que los regalos que enviaste se convertirán en fuente de envidia y contienda; y tú, la persona que regala, te conviertes en el centro al que van dirigidos los dardos de insultos e ira. Es desconcertante ser dadivosa. Es desconcertante para mí.
Me gusta regalar. A mi marido y a mi nos gusta regalar— de manera razonable y con cuidadosa consideración.
Sin embargo últimamente, y después de varios intentos de practicar la generosidad, me he dado cuenta de que regalar hace daño.
Es así.
Regalar puede lastimar al que recibe
Podrías estar satisfaciendo tu sentido de derecho. Ergo, no recibirás una nota de agradecimiento. O bien, ellos pueden estar descontentos con el regalo porque querían algo más caro. Además, en otros casos, lo que he aprendido es que podría crear dependencia. La brecha entre la piedad y la dependencia es muy delgada.
Habiendo comprendido lo anterior ...
Regalar puede lastimar al que da
Paraliza la generosidad o el deseo de dar.
Es Navidad.
Hay un par de enormes cajas que hemos reservado para mi familia en Asia, otra vez; aún así, también hay una sensación de puro temor que siento en mis entrañas mientras lleno de regalos la caja...
Una voz dice: «Adelante, envíalo. ¡No puedes impedir que se enojen o que sean infelices!»
Otra voz dice: «¿Serán éstos regalos como la sal que se frota contra una úlcera dolorosa llamada envidia, mientras cada miembro de la familia compara los regalos recibidos con los que se sientan enfrente de ellos?»
¿Debo regalar...?
