Apple se vuelve íntima

· Daniel Armas ·
6 min readDec 28, 2014

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Había mucho que procesar hoy en el Flint Center de Cupertino, California. El evento fue la oportunidad de Apple para hacer historia por primera vez de nuevo, por así decirlo, oportunidad que fue marcada desde el primer momento con la selección del sitio del lanzamiento del Macintosh en 1984 y después el iMac en 1998, anuncio que marcó la revitalización de Steve Jobs a la compañía. Y su sucesor Tim Cook proclamó rotundamente el día como el próximo capítulo épico en la historia de la compañía.

Así siguió un trío de grandes productos: la familia iPhone 6 (más grande, más delgado, más caro); un sistema de pago que elimina realmente el problema de primer mundo de deslizar la tarjeta de crédito; y la tan esperada entrada de Apple en la muy discutida, pero todavía no amada categoría de dispositivos ponibles digitales. Todas fueron grandes apuestas respaldadas con la innovación a la que Apple nos tiene acostumbrados.

Pero la imagen más elocuente de la jornada fue un corazón que late.

La anterior fue una, de alrededor de un trillón de características prometidas en el Apple Watch, un producto que la compañía considera tan monumental que trajo de vuelta la emblemática característica de Steve Jobs de desatar caos diciendo que tenía «una cosa más» que anunciar, lo cual siempre se convierte en lo mejor de toda la presentación. En el mismo enunciado de la frase, el auditorio, lleno de empleados de Apple, ovacionaron como si Cook hubiese conectado un cuadrangular en una final de la Serie Mundial de Béisbol.

Todo el mundo sabía que un «iWatch» (como expertos erróneamente habían bautizado) vendría. Lo que la gente no sabía era cómo Apple había planeado convertir la categoría a su alrededor. Mucho estaba montado en el esfuerzo. Cook está bajo un fuego en aumento por la falta de un nuevo producto innovador desde la muerte de Jobs en 2011. Apple está construida sobre la innovación continua, pero los críticos se preocuparon de que sin el legendario líder de la empresa, una era de grandes éxitos podría terminarse. ¿Dónde estaba el iPod de Cook, el iPhone de Cook, el iPad de Cook? Tal vez dirigida por fugas intencionales de la propia Apple, los observadores concluyeron que la respuesta de Cook a los que tenían su fe perdida sería el reloj. Si Apple podría hacer con un reloj lo que hizo con los reproductores de MP3 o los teléfonos celulares, Cook haría callar a los críticos y el futuro de Apple sería seguro.

Así que las apuestas eran enormes. Pero las palabras que Tim Cook más decía cuando hablaba del reloj de Apple no eran las exclamaciones hiperbólicas como «increíble» y «sorprendente» (aunque esas palabras fueron pronunciadas sin duda con cierta frecuencia hoy). Su lenguaje refleja un tono más suave. Los términos mágicos eran «personal» e «íntimo».

«El Apple Watch es el dispositivo más personal que hemos creado jamás», dijo Cook.

Piensa en esto. Apple es una de las mayores empresas del mundo, de las más rentables y poderosas. Es un Leviatán corporativo. Sin embargo, ha apostado su reclamo en la intimidad, aprovechando los impulsos privados de cientos de millones de usuarios. Es una compañía de producción masiva que abraza lo artesanal.

Después del evento hablé con Kevin Lynch, el ex director de tecnología de Adobe que se unió a Apple para trabajar en el reloj e hizo una prueba del dispositivo en el escenario. Confirmó que la naturaleza íntima de esta creación —una pieza de metal fundido para hacer un solo cuerpo— era la consideración más importante en el proceso de diseño. «Pensamos en ello todo el tiempo», dice, «porque estará en ti.»

Al diseñador zar de Apple, Jony Ive, le abordé también para que hiciera algunos comentarios después del evento, explicó que el reloj era una continuación a un deseo que Apple había tenido durante años, el de reducir la fricción entre la tecnología y la naturaleza humana. En cierto sentido, indicó, el reloj de Apple es la culminación de décadas de esfuerzos para forjar una conexión emocional con los usuarios. «Es realmente lo que hemos estado haciendo desde el principio», me dijo, «tomando lo complejo y convirtiéndolo en personal».

Esa unidad define un nuevo esfuerzo de Apple. Claro, el reloj de Apple hace cosas que tú esperas que haga —realizar una llamada, encontrar la hora de una película, ver el clima, localizar alimentos básicos más rápido—. Sin embargo, Apple reconoce que un gadget que se usa en el cuerpo, específicamente la muñeca, requiere nuevas formas de pensar. Por lo tanto los diseñadores de Apple se atrincheraron con relojeros para inventar una interfaz adecuada; la clave estuvo en transformar la rueda del reloj (llamada «corona», ¿quién lo sabía?) en el control principal del dispositivo —al igual que el «click wheel» es el control central del iPod.

Apple también sabe que la colocación de cuatro sensores en la parte trasera del reloj, directamente sobre la piel, se distingue de cualquier dispositivo anteriormente hecho. Eso puede indicarte algo como luz rosa —pssst, una llamada viene, pero es nuestro pequeño secreto—. Cuando te «toca», no lo hace de forma virtual. Lo sientes. Esto abre todo un abanico de posibilidades. Por ejemplo, cuando se utiliza Apple Maps para direcciones a pie, el reloj te da un toque cuando es el momento de hacer un giro. Como un amigo, girando hombro con hombro.

Aquí hay otro cambio para Apple hacia lo personal: el único otro control físico, además de la corona, es un botón que llama a una selección de amigos frecuentes. Apple ha sido famoso por dejar de lado el aumento poderoso y transformador de las redes sociales, y ahora, con su reloj, está permitiendo a los usuarios crear sus propias pequeñas reuniones exclusivas, está listo para conectar en un instante.

Pero la apoteosis de las ambiciones en la intimidad de Apple es la función de latido cardíaco mencionado casi al principio. Un propietario de un Apple Watch puede elegir a una persona para recibir los datos de los sensores de pulso de su muñeca. El destinatario ve una ilustración de un corazón que se hace eco de las fibrilaciones del remitente en tiempo real (esto funciona en otro reloj de Apple, un iPhone o un iPad.)

Es una cosa simple — y probablemente un presagio de monitoreo biológico mucho más complicado que los desarrolladores de Apple colocarán en las herramientas de desarrollo del WatchKit para programar el reloj—. Pero la idea es a la vez emocionante y perturbadora. Durante la revisión del reloj después del evento, le pregunté a la gente si se sentirían cómodos enviando su latido a extraños. Encontré un acuerdo general de que tal envío mejor podría limitarse a los seres queridos. (Los pacientes con problemas cardiovasculares pueden pensar de otra manera, yo hablé con un médico asesor de Apple quien afirmó que a través de esta función, se podría detectar un «A-fib», que es un ritmo anormal que puede indicar un problema serio.)

Y aquí hay un pensamiento temeroso: ¿qué pasa si un nerd malintencionado halla una forma de capturar esos datos? Robar las fotos desnudas desde el teléfono es una violación despreciable, pero es algo bastante «común». Hackear un bioritmo es de alguna manera más escalofriante —un Hannibal Lecter, criminal de los datos—. ¿Te imaginas el mercado negro de los latidos de corazón de Jennifer Lawrence?

Este es un escenario poco probable. Un escenario más común —de hecho, inevitable—será que lunáticos enamorados compartan sus ritmos cardíacos entre ellos, sentados durante horas mirarando un dibujo animado del órgano que simboliza al amor, conectado por el anhelo de un alma gemela ausente.

Apple de alguna manera entiende esto. Y es por eso que Tim Cook podría haber entregado su propia categoría de producto, después de todo.

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· Daniel Armas ·

Sarcástico por nacimiento. Escritor por afición. Fotógrafo por pasión. Irreverente por diversión. Crítico por necesidad.