Por qué «Yo te amo» son las tres palabras más aterradoras del mundo

Evelyn Wittig
4 min readNov 11, 2014

Yo estaba sentada frente a él en un viejo sofá en la sala de estar. Después de meses de tiempo y aventuras compartidas y de sexo disfrutado, era horriblemente obvio que ambos sentíamos lo que estábamos aterrados de decir. Podía ver las sílabas en sus ojos color marrón oscuro y él podía sentir las frases como braille en mi piel de gallina.

Recuerdo claramente preguntarme cómo había llegado a ese lugar. Ese lugar, vulnerable y debilitante donde la duda de ti misma florece y el pasado reside. Yo había sido extremadamente cuidadosa, admirablemente resuelta y firme en la protección de un corazón ya maltratado. Por las mañanas siempre procuraba marcharme muy temprano y salía con otras personas con regularidad y abiertamente le decía que esta tentadora relación no era para nada en serio.

Sin embargo, ahí estaba yo, a punto de decir las tres palabras más aterradoras imaginables. Las palabras que, a veces, o he dicho con demasiada facilidad o las he dejado atrapadas detrás de dientes apretados. Palabras que he dicho y no han significado nada, que he dicho y han significado todo, y que dicho y he querido que signifiquen algo al punto tan agotador de odiarme a mi misma. Las palabras que no me permitieron marcharme, me impidieron quedarme, y que impidieron que me desmoronara más veces de las que quisiera admitir.

Yo. Te. Amo.

Si bien son a veces usadas en exceso y con frecuencia abusadas, cuando se usan correctamente, no se puede negar que esas tres palabras aparentemente simples son las más peligrosas, las más aterradoras, y de otra manera traicioneras.

Yo te amo puede ser una promesa no cumplida. Un recordatorio constante de la vez en que tu ingenuidad fue abrumadora. Mientras contemplas decir esas sílabas sólo una vez más, sin querer te transportas al piso de la sala de estar donde él te dijo que no podía y tú le rogaste que intentara y lo único que quedó de un «nosotros» fue una imagen destrozada de una felicidad abortada.

Yo te amo puede ser un recordatorio de tus defectos. Todo lo que alguien más decidió que estaba mal sobre ti sale a la superficie, como la sangre que forma un hematoma que no se puede ocultar. Las veces en que no fuiste lo suficientemente bonita, o no estabas al 100%, o simplemente no fuiste «suficiente» pone de relieve todas tus carencias. Todo lo que esperas que él no encuentre carente también.

Yo te amo puede significar completa vulnerabilidad. Tal vez no de inmediato, pero con el tiempo comenzarás a confiar en esta persona. Vas a llamarle cuando estás enferma y llorarás sobre ella cuando alguien muera y dependerás de ella cuando el cansancio te pase factura. Estarás peligrosamente cerca de acostumbrarte a su presencia por lo que la amenaza de su ausencia indefinida se vuelve abrumadora. No es que no puedas vivir sin esa persona. Tú podrías. Pero sabes que si alguna vez eso sucede, no te gustaría. Y esa necesidad puede paralizarte si no es correspondida.

Yo te amo puede significar cambio. Se harán sacrificios y las consistencias serán alteradas y el tiempo que atesoras con cariño será compartido. No dormirás en el medio de la cama, vas a escoger un lado y no vas a comer esos huevos fritos con la yema perfectamente cocida, serán para él. Darás partes de ti misma y de tu horario y de tu espacio de manera que esa parte de ti se convertirá en un nosotros.

Yo te amo puede significar complacencia. ¿Qué pasa si te conviertes en algo habitual en su rutina de vida? ¿Qué pasa si te da por sentada como su mesa de noche o la lámpara detrás de ese viejo sofá? ¿Qué pasa si te vuelves demasiado previsible, con tu aliento de la mañana y tu afinidad por The Office? ¿Y si el amor da paso a la comodidad y luego al aburrimiento?

Tres palabras simples por fuera, sin embargo las curvas de la «o» y el afilado borde de la «y» contienen una complicada multitud de preocupaciones y dudas y miedos y sentimientos que no tienen palabras.

Igual que sus ojos y mi piel de gallina.

Dije yo te amo esa noche. Después de que las promesas fallidas y las imperfecciones y los sentimientos de vulnerabilidad completa se sosegaron. Después de que la amenaza de un cambio inevitable y de la horrible complacencia disminuyeron, dejé que la «Y» y la «o» desnudaran mi alma. Permití a la «t» y a la «e» que separaran mi segunda y tercera costillas. Esperé para que la «a» y la «m» alejaran mi miedo. Y dejé que la «o» me empujara hacia adelante, como un amigo leal que te susurra al oído tú estarás bien y a quien en efecto, a pesar de todo, le crees.

Dije yo te amo.

Porque la única otra cosas más aterradora que decirlo…

…es no decir nada.

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Evelyn Wittig

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