Cómo hacer que los derechos de ‘streaming’ sean (más) justos

Cambiemos la forma en la que están calculados los derechos de autor por ‘streaming’ y salvemos al álbum de larga duración mientras estamos en ello

Cuepoint en español
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Por Sharky Laguana. Traducido por María Casuso.

Los servicios de difusión continua en línea (streaming a partir de ahora), más concretamente Spotify (de lejos el más grande) utilizan lo que podría llamarse un sistema de derechos de autor paramutuo: todo el dinero reunido va a una gran piscina, Spotify coge su 30% de la superficie y lo que queda se distribuye entre los artistas basado en el porcentaje de audiencia sobre todas las reproducciones. Spotify explica cómo funciona todo justo aquí. Suena perfectamente justo y razonable: si un artista quiere hacer más dinero, todo lo que tiene que hacer es conseguir más reproducciones. Pero hay una gran discrepancia en este modelo económico que no ha sido discutida ampliamente: Spotify no gana dinero de las reproducciones. Hace dinero de las suscripciones.

Entonces, ¿de qué va esa discrepancia?

Digamos que soy un gran fan del death metal. Y nada me sube más arriba que escuchar a mi grupo favorito de death metal, Butchers Of The Final Frontier. Así pues me registré en Spotify con el fin de escuchar su tema «Mung Party». Lo puse una vez, y entonces decidí que Spotify no era para mí.

Vale, ¿entonces quién se quedó con el beneficio de los 10 dólares que pagué en en cuotas de suscripción?

3 dólares van a Spotify. Claro, eso parece bastante justo.

Aproximadamente 0,007 irán a los Butchers Of The Final Frontier. Hmm, si tan solo hubiese reproducido el tema una vez más, los Butchers habrían ganado un centavo.

— Pero… Ey, espera un segundo… Yo pagué 10 dólares. ¿A dónde se fueron los otros 7 dólares?

— Spotify: «¿Qué 7 dólares?»

— Esos otros $7. ¿A dónde fueron?

— Spotify: «Los pagamos en derechos. Por reproducciones. Tus chicos son pagados por sus obras.»

— No te hagas el remolón conmigo. ¿Quién tiene esos $7?

— Spotify: «¡Mira! ¡Un cachorrito!»

Ya que Spotify es tan reticente con este tema, permitidme explicar qué pasará con el 99,9% de los derechos pagables generados por Butchers Of The Final Frontier: ese dinero en gran parte terminará en los bolsillos de grandes artistas del pop como Calvin Harris, Meghan Trainor, Maroon 5 y Avicii. Así es: esencialmente todos los ingresos que fueron generados exclusivamente por un pequeño grupo de death metal, será repartido entre un montón grandes grandes artistas dance-pop. Un horror.

La parte de los ingresos de los derechos de autor por la suscripción generada únicamente por Butchers Of The New Frontier.

¿Cómo puede ser esto?

Suena inconcebiblemente mal, pero el actual sistema de pagos está fuertemente inclinado hacia los artistas que consiguen un número masivo de reproducciones. Y una vez que un artista pop cruza un determinado umbral, es una certeza matemática que sus derechos irán más allá de lo que sus seguidores pagan por la cuota de suscripción. Lamentablemente, este sesgo hacia los artistas populares se produce a expensas de los pequeños artistas independientes. Podríais llamar a esto un caso del pescado que se muerde la cola.

Imagina que los formatos físicos o las descargas fueran vendidas de esta manera: en vez de que el artista consiga el dinero directamente de la venta de sus CD o MP3, fuera a una piscina gigante y solo cogiera el porcentaje de la misma que represente cuántas veces se reproduce su música realmente. Es concebible que un artista pudiera vender miles de discos generando ingresos de cientos de miles de dólares y aún así recibir un cheque por menos de 10 dólares, yendo la mayor parte del dinero a los artistas más populares.

En el pasado, algunos han argumentado que forzar a los consumidores a comprar todo un álbum cuando ellos solo quieren una única canción, es una «estafa», pero no creo que nadie crea que la solución a este problema sea que los artistas no relacionados se beneficien de la venta de la música que no han contribuido a crear. Sin embargo, eso es exactamente lo que ahora mismo están haciendo los servicios de streaming.

La ironía es que cada reproducción adicional en realidad le cuesta dinero a Spotify (los servidores, el ancho de banda y los ingenieros no son gratis). Por lo que los artistas con fans que exhiben un comportamiento que es menos rentable para Spotify, realmente están consiguiendo una mayor proporción de ingresos. Eso es un poco jodido, ¿no crees?

Vale, entonces, ¿cuál es la solución?

Esto es lo que yo creo que podría ser una distribución (más) justa de los derechos de autor:

En pocas palabras, los derechos deberían ser pagados en base a la cuota de suscripción, no por cuota total de reproducción.

Si yo pago 10 dólares y durante ese mes escucho exclusivamente a los Butchers Of The Final Frontier, entonces esa banda debería obtener el 100% de los beneficios. No he escuchado a nadie más, por lo que ningún otro debería recibir una cuota de 7 dólares que se pagará en concepto de derechos de autor de mi cuota de suscripción.

Parte de los beneficios generados solamente de la cuota de suscripción por Butchers Of The New Frontier.

Ahora digamos que yo escucho a los Butchers, pero el 25% del tiempo estoy escuchando a Madonna. Mis 7 dólares de derechos pagables estarían entonces divididos de la siguiente manera: los Butchers obtendrían 5,25 dólares y Madona, 1,75. Otra vez, mi cuota de suscripción está dividida en base a quién escucho en realidad:

Parte de los beneficios en derechos de autor generados de la suscripción cuando Butchers Of The New Frontier es responsable del 75% de los ingresos de suscripción.

Ahora digamos que solo me gusta escuchar el death metal de fondo mientras trabajo (mis compañeros encuentran esto simplemente adorable). Por lo que solo escucho a los Butchers una vez, pero también ocurre lo mismo con otros 100 artistas. En ese caso los Butchers obtienen 7 centavos y lo mismo sucede con los otros 100 artistas:

Parte de los beneficios en derechos de autor generados de la suscripción cuando Butchers Of The New Frontier es responsable del 1% de los ingresos de suscripción.

Y, en consecuencia, si los Butchers fueran tan solo uno entre 1.000 artistas que solo suenan una vez, junto con cada uno de los otros artistas, obtendrían 0,007 dólares cada uno. Lo cual, irónicamente, se acerca bastante a lo que esperan obtener bajo el sistema actual.

En este sistema mucho más equitativo, el suscriptor está pagando por escuchar a ciertos artistas, por lo que ellos y solamente ellos, son los únicos que dividen los derechos de autor del pago de cuota de suscripción de ese abonado. El modelo económico que utiliza Spotify está ahora mismo conectado a un modelo que impulsa a los artistas a conseguir más audiencia. Nada más.

¿Qué pasa si un oyente no escuchase a nadie en absoluto? Ellos olvidaron que tenían una suscripción, o probablemente no estaban de humor para escuchar música ese mes. En ese caso, el dinero debería ser dividido entre todos los artistas en proporción a su cuota de suscriptores acumulativos, no sus cuotas de reproducciones en general. En otras palabras, recompensemos a los artistas que realmente traen y sostienen los ingresos, no a artistas que simplemente tienen oyentes más propensos a escuchar los mismos temas repetidamente.

Si Spotify adoptara este enfoque, algunas cosas maravillosas ocurrirían. De repente, sería posible para los pequeños artistas con modestos números de fans generar significativos derechos. Si Butchers Of The New Frontier pudieran convencer a tan solo 5.000 personas para no escuchar otra cosa salvo su música durante un mes, ganarían 35.000 dólares. ¡Nada mal para un único mes! Innumerables artistas independientes de pronto serían partícipes del sistema. Géneros musicales dedicados a grupos de fans más pequeños (jazz, clásica, y si… death metal) cosecharían los beneficios de la dedicación de sus audiencias. Y quizás lo más significativo, al fan de repente se le otorgaría la capacidad de directamente apoyar a los artistas y géneros específicos que realmente disfrute, en lugar de ver cantidades sustanciosas de sus cuotas de suscripción siendo usadas para sostener una cultura de singles desechables.

Esto podría tener también un impacto dramático en la percepción de la industria de la música online. ¿Qué es lo que el público está escuchando ahora mismo de sus artistas? Muchos artistas a los que aman creen fervientemente que los servicios de streaming son un mal negocio para los artistas. Esto ha forzado a Spotify a adoptar, cada vez más, un tono defensivo, con el CEO, Daniel Ek, rogando por la retroalimentación de la industria sobre cómo servir mejor los artistas. Esto puede cambiar. Si los artistas directa y visiblemente se benefician de todos los abonados que aportan, podría ser muy excitante, particularmente para los nuevos artistas. Todas las bandas de cada esquina se convertirían en una valla publicitaria andante de los servicios de streaming, y es fácil de imaginar un futuro donde los iPads estarían presentes en todos los puestos de merchandising en el exterior de los conciertos para registrar incluso a más oyentes.

Pero si los artistas indie lo hicieran mejor, ¿sería a expensas de artistas populares como Taylor Swift? No lo creo. Es difícil de conseguir datos reales, pero sospecho que artistas como Taylor Swift continuarían haciéndolo muy bien. Quizás incluso mejor. Taylor Swift tiene álbumes de larga duración populares, un catálogo grande y fans muy apasionados. Los más que probables perdedores serían aquellos que al contrario, no tuvieran este tipo de fans, que solo tuvieran uno o dos singles o que principalmente solo consigan actuar en ambientes de escucha pasiva en combinación con un gran número de otros artistas.

Esto podría renovar viejas glorias del pasado como el álbum de larga duración: si un artista hace una pista que encuentre su camino entre las numerosas listas de reproducción, ellos lo harán bien pero no tan bien como un artista que pueda persuadir a la gente a escuchar álbumes enteros. En este modelo, el beneficio real viene cuando consigues a gente que escuche tu música por periodos de tiempo sustanciales, del mismo modo que tener muchas pistas reproducidas una tras otra es la forma más eficiente de conseguir cuotas de abonado.

Para captar la esencia de cómo funcionaría esto, echa un vistazo a este análisis:

Actualizado el 19 de noviembre: Olvidé incluir un apartado en la zona naranja (media del número de reproducciones por artista favorito) que estaba causando algo de confusión. Si te gusta bucear entre números, puedes encontrar la hoja de cálculo original aquí. Puedes descargar una copia, revisar mis cálculos, debatir mis suposiciones y jugar con el modelo que más te guste. Incluso mejor: ¡haz el tuyo propio!

La sección a la que debemos prestar atención es a la azul, donde el ratio de suscriptores dedicados a streams está etiquetado como «Ratio de suscriptor dedicado», y el número total de suscriptores dedicados está reflejado en la columna de «Suscriptores totales». Aquí, la idea es que si un suscriptor escucha a un artista el 70% del tiempo, y otro suscriptor escucha al mismo artista un 30% del tiempo, eso es equivalente a un «Suscritor dedicado» que escucha a un artista el 100% del tiempo.

No estoy al tanto de ninguna información pública sobre cuántos suscriptores individuales de artistas escuchan cuando se transmite, por lo que para fines ilustrativos voy a asumir hipotéticamente que del modo que la popularidad de un artista se incrementa en proporción de oyentes casuales, de igual forma lo hará de los más fanáticos. La última categoría es «Pista pasiva» que podría ser el tema pop del momento, o una canción que de alguna manera ha encontrado su paso en numerosas listas de reproducción por escucha pasiva pero que no ha hecho mucho para impulsar reproducciones activas sobre otras pistas del mismo artista.

Como podéis ver, mientras la red de pagos de derechos de autor es esencialmente la misma desde la perspectiva de Spotify, a casi todas las categorías de artistas les fue tan bien como antes o mejor, con la única excepción de los artistas que no tenían otras pistas que reproducir para los oyentes (un problema que puede ser remediado si se lanzan más pistas de calidad), o simplemente no manejaban una base de fans por su propia cuenta. Mientras tanto, los pequeños artistas indie ven un impulso del 300% para sus ingresos. Estos análisis son hipotéticos, y esto no soluciona ni remotamente las preocupaciones de otros artistas sobre las tasas de derechos en línea, pero es fácil ver cómo esto podría ser un paso en la dirección correcta.

Asumiendo que incluso tú podrías obtener servicios online para ingresar en este plan — ¿y por qué ellos no? No les cuesta ni un centavo, y todo lo relacionado con esto es genial para el compromiso del oyente — el elefante en la habitación es…

¿Qué pensarán los mayores sellos discográficos sobre todo esto?

Es bastante obvio que sin la ayuda de las discográficas, este plan está muerto desde el principio. Por lo que, ¿lo aprobarán?

Deberían. Este sistema movería ingresos lejos de producciones basadas en one-hit-wonders hacia artistas que construyen y mantienen relaciones duraderas con sus fans. Dado el costo, el riesgo y el esfuerzo de hacer una canción que sea un éxito, esto podría funcionar maravillosamente para la mayoría de los sellos discográficos a largo plazo. Como beneficio adicional, hace mucho más para artistas y sellos pequeños e independientes también.

Un sistema de derechos de autor (más) justo, un impulso para los artistas independientes, una mejorar el compromiso del oyente, una renovación del valor de los álbumes de larga duración… ¿Qué más se puede pedir? En teoría los artistas, los sellos y los servicios de difusión continua en línea deberían ser capaces de unirse por estos objetivos en común. Pero la historia ha demostrado que conseguir que la industria musical haga lo correcto, incluso cuando es para su propio interés, puede ser muy complicado.

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