Celebrando a Tolkien

Una historia personal

Velvor
8 min readJan 3, 2014

Hoy se cumplen 122 años del nacimiento de uno de los más grandes escritores, filósofos, filólogos, teólogos y pensadores de nuestros tiempos: John Ronald Reuel Tolkien, J.R.R. Tolkien o simplemente Tolkien, para los amigos.

Hay infinidad de espacios y sitios en los que se hablará y ha hablado de él, de sus aportaciones a la cultura universal y la cultura pop del último siglo, sin embargo este espacio lo quiero para hablar sobre las contribuciones que su obra hizo a mi vida, una forma quizá muy narcisista de rendirle homenaje a uno de los hombres que más admiro, pero, ¿qué más da? venga este escrito como homenaje personal a este gran hombre:

Mi historia con Tolkien comienza a mis escasos 14 años, por allá de 1990, cuando mi gran amigo de toda la vida, Omar Bojórquez, me invitó, junto con otros tres amigos a formar una “partida” en el juego de rol de Tierra Media (Middle Earth Role Playing Game, o MERP). Si esto suena nerd, no están equivocados, fue bastante nerd, sin embargo fue divertidísimo. Una cosa llevó a la otra, al empezar a jugar este juego de rol (del que creo que fue realmente el único al que realmente le entré con singular pasión) fue necesario empezar a entender de mejor manera el mundo en el que se desarrollaban las fantásticas aventuras entre mis amigos y yo. Así fue como por primera vez tuve en mis manos El Hobbit, en una edición Minotauro, editorial que por muchos años conservó los derechos únicos de explotación de las versiones castellanas de la obra de Tolkien.

Quiero que el estimado lector se ubiqué en el tiempo: eran principios de los 90, Internet apenas se dejaba asomar en los círculos más avanzados de los EE.UU. y faltaban por lo menos cuatro o cinco años antes de que los primeros proveedores comerciales de internet llegarán a México, así que una idea tan común hoy en día como la de buscar el libro en internet y descargarlo, sonaba a algo más que pura ciencia ficción. Encontrar un libro de Tolkien, cualquiera que este fuera, era una auténtica aventura sólo equiparable con las que se vivían en el juego de rol. Los pocos ejemplares que La Casa del Libro (Gandhi aún no gozaba de la presencia y popularidad actual) se animaba a traer, eran peleados por los poquísimos pero apasionados interesados en la obra. Aún conservo esas ediciones totalmente desempastadas como una reliquia de esos tiempos, cada una de ellas fue leída y releída por un servidor y pasó de mano en mano a cada una de las personas que aceptara la “buena nueva” del mensaje de Tolkien. Únicos libros de los que no me apenaba reclamar el retorno de los mismos. Eran, parafraseando, “mi tesoro”.

Después del Hobbit vinieron inmediatamente los tres fundamentales de El Señor de los Anillos y entonces mi pasión comenzó a crecer de forma casi desproporcionada. Pensar, a tus 15 años, en la posibilidad de un mundo tan mágico como Tierra Media era de las cosas más espectaculares que puedan ustedes imaginarse, así que pueden considerar este como el primer legado de Tolkien a mi persona: ayudar a un adolescente, con todos los conflictos de esa edad, a navegar de mejor manera esas tempestades juveniles e ir afirmando principios en el inconsciente que en el futuro me acompañarían indiscutiblemente.

Recuerdo con especial énfasis el día en que leí que Gandalf moría en Moria al pelear contra el Balrog (no creo necesario un spoiler alert, ¿verdad?). Fue imposible para mi continuar leyendo y me fui a dormir apesadumbrado e incrédulo sobre lo que acababa de leer. Pueden imaginar lo que posteriormente significó para mi su regreso.

Cuando un autor te marca de forma tan profunda a esa edad es imposible evitar querer saber más de su obra, de él y de todo lo que rodea a su creación así que en seguida seguí buscando más que leer y así llegó el Silmarillion, que debo confesar, si bien es el más difícil de leer de su bibliografía elemental, es el que más me gusta literariamente, en especial el Ainulindalë, que a la fecha muchas veces leo por separado sólo por deleitarme.

Posterior a ello vinieron los Cuentos Inconclusos y con ellos la preparatoria, en donde seguí predicando con amor a quienes se dejaban la obra de autor tan entrañable y, puedo decirlo con orgullo, no fueron pocos a los que logré animar a leer la obra e incluso muchos de ellos se volverían apasionadamente más letrados que yo (cosa nada difícil de lograr, dada mi pésima memoria). Recuerdo con especial cariño la forma en que Carlos Choperena, un gran amigo que se nos adelantó y seguramente está festejando el aniversario de Tolkien con él en Tol Eressëa. Carlos, por el puro gusto comenzó a estudiar quenya y podía citar párrafos completos con una exactitud admirable y ni que decir sobre la cronología de la Tierra Media, la sabía al derecho y al revés. Lo que más risa me da ahora es recordar que él se acercaba muchas veces a mi a consultarme como si yo fuera su gran maestro, lo que quizá nunca supo es que fue un alumno que superó con creces al maestro aunque éste, por su insufrible juventud, nunca supo reconocer en voz alta. Fue Carlos también, quien años después me regalara un soberbio Bestiario de Tolkien ilustrado de David Day.

Hubo más de un amigo o compañero que aseguró que aunque no le gustaba leer, se había animado a leer alguno de los libros que yo recomendaba constantemente y, por lo menos, el Hobbit y El Señor de los Anillos se aventó de corrido, aunque luego no volviera a leer nada.

Ya en la Universidad mis estudios sobre la obra de Tolkien también me llevaron a sus obras poéticas (todavía era difícil encontrar libros de Tolkien), de las cuales debo confesar nunca he sido tan fan, aunque debe quedar claro que esas obras, sin un buen inglés y leyéndolo en la lengua natal, son muy pesadas. Logré terminar una primera colección bastante amplia de las obras fundamentales de Tolkien cuando, a mis 21 años me fui de mochilazo a Europa y en Barcelona, un día antes de regresar, me hice de todos los libros que me hacían falta en alguna librería de allá, en donde Minotauro sí tenía una buena presencia.

Leer a Tolkien e interpretar su imaginería fantástica como diseñador gráfico no fue un problema en la universidad por el contrario, fue un punto a favor que me ayudó a granjearme muchas simpatías y, por supuesto, difundir más su obra así como hacer lecturas más maduras de la obra.

La lectura de su biografía me ayudó a entender mejor su obra y, como cualquier pretexto era bueno, me dediqué a releer su obra desde otro punto de vista, aún joven pero ya más maduro en el que puedo decir que llegó una segunda influencia fuerte: la fe. No es que gracias a Tolkien haya yo creído en Dios, ni mucho menos, la verdad es que el tema espiritual siempre ha sido algo importante en mi vida y me considero un hombre religioso, sin embargo ver y entender la obra de Tolkien como el autor mismo quería a nivel de alegoría de la fe, me ayudó a mi también en muchos sentidos a entender algunas cosas de mi religión. Se que no es un requisito ser religioso, ni siquiera creyente para leer a Tolkien, es más, se que hay y habrá siempre un gran debate al respecto, pero me gusta saber que mi autor favorito compartía conmigo la noción cosmogónica de Salvación que de alguna forma ha sido parte fundamental también en mi vida.

Fue en diciembre de 2001 y algunos meses antes, cuando la primera fiebre mundial por Tolkien y su obra se desató, con la primera película de la trilogía de Peter Jackson. Una Tolkienmanía se apoderó de muchos y dio lugar a una discusión más abierta de su obra. La Sociedad Tolkiendili de México me corregirá, pero si no me equivoco por ese tiempo (finales de 2001) surgió dicha sociedad de la cual me congratulo de haber sido por al menos un par de años socio e incluso haber participado activamente en la primera generación de Tolkiendilis incluso por un tiempo dando hospedaje al sitio oficial de la Sociedad. Ahí conocí a mucha gente aficionada a la obra de Tolkien, muchos de ellos quizá motivados por el estreno de la película, pero otros tantos unos verdaderos eruditos en la materia. Recuerdo en ese tiempo participar apasionadamente en diversos debates que se daban lugar en lo que, si no me equivoco, era el antecesor de Yahoo! Groups y se hacía de forma arcaica en cadenas de mails.

De ahí recuerdo y mantengo cierta comunicación especialmente con @Aisling_ y con @gilbertoleon. De la primera me quedan interesantísimos debates pseudo académicos (de mi parte, no de la suya) relacionados con la obra de Tolkien y del segundo me queda fuertemente grabado en la memoria el descubrimiento de una cantidad inimaginable de agrupaciones musicales de diversos géneros que de una u otra manera rinden homenaje o son influenciados por la obra de Tolkien: Isildur’s Bane, David Arkenstone, The Tolkien Ensemble y Blind Guardian son solo un puñado de la cantidad de música que conocí en ese tiempo gracias en buena parte al buen Gilberto.

Posterior a las películas vino un período de revisitar una vez más las obras pero esta vez con una nueva mirada, personalmente había pasado por momentos algo peliagudos que me habían hecho pasar por pruebas algo difíciles así que, como hombre nuevo, veía con nuevos ojos cada frase escrita por el maestro en sus obras. Esta vez la lectura fue menos apasionada, pero no por ello menos fructífera. Descubrir un viejo amigo que sigue ahí, diciéndome lo mismo pero desde una perspectiva diferente fue una especie de alivio, temía que al crecer me daría cuenta de que ya era demasiado “adulto” y “maduro” como para seguir leyendo esas aventuras de adolescente. Sorpresivamente descubrí que esas aventuras estaban lejos de ser una locura adolescente, sino que están tatuadas en el ADN de todo aquel que se precie de dejarse sorprender por aquello a lo que llamamos Vida.

No entraré en detalles sobre la nueva adaptación al cine del Hobbit, solo diré que no me gusta, con todo y la infinidad de referencias que solo alguien que leyó a Tolkien entendería. Pero espero que, así como hace poco más de 10 años la primera trilogía animó a muchos a acercarse a la obra de Tolkien, esta de una u otra manera logre acercar a nuevas generaciones a ella.

Este año creo que toca una relectura más y, ¿porqué no?, alguna lectura extra de las ediciones que el hijo no se cansa de publicar de los escritos de su padre, hasta que la vaca no deje de dar leche no hay porqué no seguir ordeñando. Seré honesto y personalmente veo poca contribución al universo tolkieniano en estas últimas obras, salvo para aquellos estudiosos que están más allá del bien y del mal.

En fin, como pueden ver, Tolkien, sus personajes y su universo han sido compañeros de vida de este servidor y por ello no puedo más que estar contento por celebrar un año más de que este gran hombre haya visto la luz en esta Tierra y haya dejado un legado tan importante para generaciones y generaciones por venir.

Ú-firo i laiss e-guileg
(Que las hojas de tu vida -y obra- nunca mueran)

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Velvor

Diseñador de profesión, melómano de afición, ávido lector, amante de la tecnología y del internet.