La estrategia del calamar

#yosoyenfermera vs. #duenoesgrado, lucha fratricida en el fango institucional

Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

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PRIMERA PARTE: TODO POR LA PASTA.

Se veía venir: retratado por diversos medios de comunicación (yo no lo afirmo: lo dicen aquí, aquí, aquí, aquí… ¿sigo?) como un dudoso personaje ligado a tramas corruptas y un dilapidador de los fondos colegiales entre viajes de lujo con la parienta y pagos a detectives privados que hurgan en la vida de quienes se atreven a retar su poder omnímodo, el Gran Timonel del Consejo General de Enfermería, Il Dottore Máximo González, ha vuelto a implicar a la Institución que formalmente preside en una calibrada estrategia del calamar para ocultar sus cuitas.

Contemos la historia: el grupo que mangonea en el Consejo General de Enfermería [CGE], con el Il Dottore a la cabeza, entendió enseguida que podía haber negocio del bueno en la transición de la diplomatura al grado, un mercado potencial de 200.000 almas, y montó un tinglado (o sea, un tin-grado) denominado Gradua2, que definía el propio Máximo González en 2011 de esta atractiva manera, entre la Ciencia, la Conciencia y el Compromiso (¿?):

En este escenario, situado entre la ciencia, la conciencia y el compromiso, el espacio en el que surge el Itinerario de Desarrollo Enfermero Gradua2, dirigido a la obtención de las competencias necesarias para desarrollar con seguridad nuestra nueva competencia prescriptora y, en su segunda fase, orientado igualmente a la obtención del Grado en Enfermería.

Este negociete, que fue enseguida denunciado por el Foro de la Profesión Enfermera como un fraude basado en mentiras y medias verdades, así como por el presidente del Colegio de Badajoz, Carlos Tardío Cordón, parece que no funcionó tan bien como se esperaba, probablemente porque el personal se dio cuenta enseguida de que un centro privado (la Escuela de Ciencias de la Salud, participado por el CGE, pero propiedad en realidad de la familia), con la colaboración de una empresa creada ad hoc por unos colegas, llamada Mibox, difícilmente podría conceder los 62 créditos ECTS que prometía, algo reservado a centros universitarios acreditados y a cursos oficialmente homologados. Circunstancias ambas que nunca se dieron.

Negocio, por tanto, frustrado, aunque decenas (si es que no cientos) de miles de euros se fueron por el desagüe de las subvenciones del cursito, sufragadas por los sufridos colegiados (el CGE no tiene colegiados, los tienen los colegios provinciales de los que el Consejo se nutre con, de promedio, el 25% de lo que aquellos aflojan a través de sus cuotas) y vendidas como “aportación gratuita del Consejo”. Y, por cierto, algo con mala solución para las miles de enfermeras que, espoleadas por los colegios provinciales cómplices del chanchullo, esperaban y esperan recibir los 12 créditos ECTS del cursillito gratuito de prescripción que, se supone, constituía la primera fase del proyecto.

La segunda fase, el curso de homologación de la diplomatura al grado, eso que como veremos hoy tanto les escandaliza que oferten las universidades, se pone a la venta a 3.080 euros, de los cuales el conjunto de los colegiados (ustedes, claro) subvenciona 2.110. El mensaje es: “si usted, diplomada, quiere ser gaduada, afloje 970 euros (o pídaselos prestados a Banesto) y sus compañeros de colegio ponen amablemente los otros 2.110".

Por lo que se ve, el negocio no salió bien.

Y, para colmo, algo no esperado dado el relajoso uso de los fondos de reptiles que el dircom del CGE tan astutamente gestiona, un periodista francotirador (se supone) del periódico El Mundo, Pedro Simón, enciende el ventilador de la porquería que rodea y envuelve el mundo de Il Dottore. Denuncias a las que se añade la edición andaluza de El Mundo y que son amplificadas por televisiones generalistas de ámbito estatal y, en el más pequeño mundo de lo online, por un periodista contra el que, al parecer, pesa una querella criminal de González por chantaje (o eso creo haber entendido), Pedro Aparicio, quien en su medio, prnoticias, arremete con barbaridades como esta contra (y cito literalmente) el “Doctor Profesor Callista”. Mal escenario. Muy malo.

Pero González es como un gato y tiene siete vidas… y mucha pasta (de las enfermeras: hay que ver lo que dan de sí más de 200.000 paganos) para gastársela en astutos abogados, ingeniosos detectives, sesudos asesores, untuosos dircom, etc., así que decide pasar a la contraofensiva porque a estas alturas le debe de quedar solo una vida de las siete, y piensa que en vez de jubilarse dulcemente en Ginebra hay que morir matando. Y, una vez más, toma a la profesión enfermera como algo de su propiedad con lo que se puede jugar sin riesgos.

Pero no cuenta con que surgen reacciones, esta vez sí, contra lo que la profesión (y algunos fuera de ella) consideran (consideramos) desmanes ya intolerables, una autentica afrenta a miles de enfermeras que las están pasando canutas entre precariedad y desempleo y un deshonor para toda la profesión, que se ve representada legalmente por un personaje de tan cuestionada moralidad. Así, surge la iniciativa de @defensor_enferme denominada #VigiliaPorEnfermería, una oportunidad para la regeneración del CGE y los Colegios de Enfermería, que obtiene un inusitado seguimiento en las redes sociales. Si a ello le añadimos el desafío del Foro Enfermero del Mediterráneo (impulsado por los colegios de Alicante, Baleares, Barcelona, Castellón, Murcia y Valencia, a los que se une, desde el Atlántico, el de Pontevedra) contra el curso obligatorio de 180 horas que el CGE y Satse (este, traicionándose a sí mismo: siempre defendió lo contrario) han pactado con el Ministerio de Sanidad para las enfermeras que quieran prescribir linitules y paracetamoles; y además, ciertas maniobras orquestales en la oscuridad en colegios antes fieles, como Valladolid o Cantabria, y la aparición de candidaturas rupturistas en otros, como Cádiz o Tenerife (que han de ser malbaratadas mediante el mejor know-how franquiciado del Consejo: el tongo).

Como culminación, en Change.org se recogen firmas y desde la Asociación Madrileña de Enfermería y el Foro de la Profesión Enfermera se clama “¡váyase, Sr. González!” y se invita a las enfermeras a que pidan a sus colegios que investiguen e inviten a dimitir a Il Dottore.

Saltan, pues, todas las alarmas.

SEGUNDA PARTE: EL INCÓMODO PRESENTE.

Si Gradua2 no da la pasta esperada, lo mejor es sacrificarla, pero de manera útil, así que se decide crear un enemigo y este enemigo son ahora las universidades, concretadas en la Conferencia Nacional de Directores de Centros Universitarios de Enfermería [CNDCUE], quienes… ¡ofrecen cursos de nivelación al Grado! ¡Criminales, traidores!

De esta manera, por un lado se vengaba Il Dottore de la traición de finales de los noventa, cuando -las entonces directoras de Escuelas- se aliaron con el resto de las organizaciones enfermeras en el proyecto Libro Blanco de la Profesión Enfermera, que a él le costó mucho dinero (con el que pagar a un instituto de opinión que le sacara las castañas del fuego) neutralizar, ya que se quedó absolutamente solo; por otro lado, se vengaba del comunicado de la CNDCUE de noviembre de 2011 (declaración de Madrid) en el que recordaba que “Las universidades son las únicas que pueden expedir el titulo académico del grado en Enfermería” cuando él estaba en plena campaña de márketing para vender el humo de su Gradua2 y su Escuela de Ciencias de la Salud; y, finalmente, conseguía fragmentar a la profesión con el eslogan (manda huevos, El Gran Fragmentador) de “¡No a la fragmentación de la profesión!”. La estrategia del calamar está en marcha.

Cuenta ahora, eso sí, no como entonces que estaba más solito que la una, con la inapreciable e inesperada ayuda del Sindicato de Enfermería-Satse (del que Il Dottore fue cofundador, pero con cuyo longevo presidente, Víctor Aznar, rompió en 1992 y mantuvo desde entonces una relación política y personal de mutuo odio).

Y cuenta también, ironías de una historia que se repite, con un ideólogo recuperado (alguien, por fin, con neuronas: falta le hacía entre tanto mediocre-con-una-buena-nómina de los que se rodea), el Presidente del Colegio de Enfermería de Badajoz, Carlos Tardío, también enfrentado a muerte con González durante casi 15 años y hoy recuperado para la causa, sea cual sea la causa, sea cual sea la contraprestación. Cotéjense, si no, incluso en el estilo redactor, el comunicado del CGE (20 de febrero de 2014) y la entrada, solo una semana anterior, en el blog Enfermeros, por Carlos Tardío, titulada Enfermeros: Curso de adaptación: Broma de mal gusto (14 de febrero de 2014).

Hay que recordar que Tardío comienza su particular guerra santa contra la CNDCUE (de la cual descalifica hasta el nombre) a raíz de la ya citada declaración de Madrid; en su entrada de 4 de diciembre de 2011 titulada Declaración de la CNDCUE (Directores Escuelas de Enfermería) Madrid 16 de noviembre de 2011, realiza la siguiente declaración de hostilidades (las mayúsculas enfáticas son suyas):

¡BUENO!, PARA ESTO NO NECESITAMOS ENEMIGOS FORÁNEOS. SUPUESTAMENTE LOS TENEMOS DENTRO, ENTENDIENDO POR TALES A LOS DOCENTES DE ESTA ASOCIACIÓN.

No niego que la posición de la CNDCUE sea a ratos incoherente y sin duda egoísta. Ya he escrito en más de una ocasión que los departamentos universitarios de Enfermería van, por lo general, a su bola y por eso suelen ser de poca ayuda a la profesión de donde salieron, a la que tienden a ver como un goloso y cómodo recurso, más que como su verdadera razón de ser. Pero de ahí a anatemizarlos como el principal enemigo de la profesión y comenzar una batalla fratricida de descrédito, en lugar de tratar de atraerlos constructivamente a la comunidad profesional de la que tienden a desafectarse, va todo un mundo: el mismo que va de líderes que aman y defienden a su profesión a narcisistas que solo se aman a sí mismos.

Volviendo a mi hilo argumental, se supone que la Mesa de la Profesión Enfermera (una mesa con solo dos patas, el CGE y Satse; cierto que son un par de buenas cachas, pero aun así no deja de ser una mesa muy inestable y un punto endeble) dice que ha pactado con los ministerios de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y Educación, Cultura y Deportes la equiparación a todos los efectos entre los diplomados -que no la Diplomatura- y los graduados -que no el Grado- en Enfermería. Y lo venden como un logro-propio-del-copón, a pesar de que la iniciativa fue de los ingenieros técnicos, de que la normativa en vigor ya lo consideraba así y de que el proyecto de Real Decreto que ahora se anuncia estaba acordado desde hace casi un año (marzo de 2013). Pero da igual, ya nos lo apuntamos igual en nuestro haber (o en nuestro “a ver”… qué pillo).

Y a partir de aquí, la (petite) debacle. Surgen, de manera muy oportun(ist)a grupos o personas hasta entonces, si no inexistentes sí al menos invisibles, que, aunque no tienen muchas adhesiones (lo cuantitativo) ni mucha visión (estrategia), sí provocan algunas reacciones (lo cualitativo) en la redes sociales. Y se crea, al tiempo, una lucha de comunicados entre los melifluos de la CNDCUE y los machos alfa de la Mesa.

Y, sobre todo, aparecen los viejos demonios familiares cainitas, ya que, como afirma el adagio, quien siembra vientos recoge tempestades. Bajo el hastag #duenoesgrado, algunos -se supone- recién graduados o prontos a hacerlo lanzan en las redes sociales gruesos mensajes, no solo contra el CGE y Satse, sino también contra los DUE (diplomados) que aspiran a seguir jugando en la misma (segunda) división, como bien se documenta y comenta en el blog The crazy nurse. ¿Qué argumentan? En realidad, poco, aunque algo más de lo que ilustra la pueril imagen de la izquierda.

La explicación sociológica no es complicada: el laboral-sanitario es un ecosistema difícil, con recursos escasos, y cada especie se prepara para adaptarse mejor y sobrevivir, siguiendo el sabio aforismo de Jorge Wagensberg:

Una cebra no necesita correr más que una leona, sino más que las otras cebras.

¿Son los graduados una nueva especie diferenciada de los DUE en el ecosistema profesional sanitario? No lo creo, no son cromañones en un mundo de neandertales. ¿Tienen ventajas competitivas en el mercado laboral sanitario? No lo creo, al menos de momento; los contratadores lo dirán. Ojalá sí en el futuro, porque se trata de un proceso de mejora de la cualificación académica de la profesión que se está siguiendo también en otros países y que significa un reto (positivo) para todos. Porque la Enfermería será lo que quieran que sea las enfermeras, pero ningún colectivo enfermero, menos aún enfermera aislada, podrá romper por sí y para sí los techos de cristal que en cada momento limiten a la Profesión; el trabajo es romperlos entre todos para poder crecer.

Y, siguiendo la lógica darwinista, si tan seguros están los nuevos graduados de que su formación les ha dotado de competencias superiores no harían falta graznidos tan patosos que solo leen sus compañeros de profesión y no los empleadores o reguladores. Esta irrupción un tanto borde y retadora, que se equivoca claramente de enemigo, no es sino una señal evidente de frustración.

En blogs como El arte de cuidar (dos entradas: esta y esta), Signos vitales 2.0 o Cuadernillo d@ Enferme(i)r@ podemos encontrar el lamento muy sentido de enfermeras-enfermeristas a las cuales descoloca esta irrupción no prevista de los jóvenes cachorros. Aunque no abundan (solo he encontrado este, con un título un tanto pijo, Publicado desde mi Mac), también hay algún blog desde el que se ataca el egoísmo de los DUE que quieren acceder por la cara al Grado para acceder al grupo A1 y cobrar más.

Y bajo los hastag #yosoyenfermera y #duenoesgrado se monta una buena cacofonía que, vista desde fuera, no deja indiferente. Y da un poco de pena. Resumo las razones con entrecomillados. Dicen, de manera bastante faltona, desde la trinchera #duenoesgrado:

Aquellos superDUEs que os dais palmaditas en el pecho por lo súper formados que estáis y por todo lo que habéis investigado y publicado, enhorabuena, presentad vuestros trabajos en un tribunal y ya sois Graduados, es muy sencillito, y así pasáis a Grupo A y cobráis más, que es lo que estáis buscando (y que por eso se esta montando la que se está montando). Y l@s DUEsauri@s que no tienen ni puta idea de inglés ni de investigación, o los recién diplomados, que no es por desmerecer, que tampoco (ojo, no todos, que la gran mayoría están con másters y demás) que se lo curren como me lo he currado yo y el resto de mis compañeros Graduados.”

Y responden, con evidente irritación, desde la de #yosoyenfermera:

Esto no es insultar, es sentirse enfrentado ante alguien que no piensa como uno mismo. Te recomiendo tolerancia y talento para dialogar. Son tremendamente necesarios. Y sabiendo que desde ellos podrás contestar, sobretodo a ti misma, te lanzo la siguiente cuestión; ¿Cómo crees que nos sentimos lo DUEs al leer lo que expresabais? ¿Puedes entender que a raíz de lo que habéis escrito pudiera darse que algún DUE se pudiera sentir ninguneado e incluso relegado a la inferioridad en su labor profesional, cuando es quien ha estado a pie de cañón enseñándoos en vuestras prácticas lo que sabéis y que lo ha hecho sin cobrar un solo euro por docencia? Las enfermeras asistenciales somos docentes por puritita vocación, ¿lo sabías?. Lo hacemos por vosotros, por la Enfermería futura, por cada ser humano que está y estará detrás de nuestras acciones _presentes y futuras_. Nada nos ilusiona más que un alumno motivado. Pero algunos esta vez nos han salido ranas. Y ya ves, eso decepciona y cabrea. Sí, me cabrea la falta de gratitud, ya lo has notado. Y yo también tengo amor propio y sé cuanto, cuantísimo vale el esfuerzo diario que le pongo al Cuidado.

No voy a entrar (más) en las razones de tirios y troyanos, pero sí querría destacar que era previsible, y que en el futuro no hará sino aumentar, esta fragmentación social de la profesión enfermera… y que ello no es necesariamente malo si no se les va de las manos a las enfermeras, gracias especialmente a las artimañas del Gran Manipulador.

Con humildad, pero con firmeza, diré que todo esto era tan previsible que no pude dejar de advertirlo cuando escribí, en el año III A.G. (antes del Grado), es decir, en 2010, en La enfermería frente al espejo: mitos y realidades, cosas como estas:

En cuanto a la profesión de enfermería, no se debería ceder a la tentación de dejarse mecer confiadamente en una corriente que podría no ser tan creativa y próspera como en principio podría parecer. En primer lugar, porque debería darse cuenta de que estos nuevos desarrollos distarán mucho de ser igualitarios, por lo que supondrán necesariamente una fragmentación del cuerpo social enfermero, en un contexto, además, en el que sus retribuciones y estatus profesional no dependerán necesariamente de estas características, mucho menos en un SNS tan fragmentado políticamente donde se crearán puestos de trabajo muy dispares para un mismo nivel de cualificación formal.

Por lo que respecta a la formación enfermera, uno de los aspectos más complicados de gestionar es la extraordinaria diversificación curricular que, de manera bastante caótica y sin ningún tipo de visión global de futuro, se está empezando a desarrollar. Ni las autoridades sanitarias ni la propia enfermería deberían ceder a la tentación de abordar cada uno de estos desarrollos, grado, posgrado y especialidades, como algo aislado, realizando, por el contrario, una aproximación global que fuera capaz de clarificar los mapas de carrera que se abren para las nuevas promociones, aunque en realidad da la impresión de que lo que se pretendía con estos nuevos desarrollos era más bien satisfacer las expectativas de las viejas promociones.

Las élites profesionales en general y las enfermeras en particular tienden a confundir sus propios intereses con los de la profesión, que, por otro lado, es un colectivo más heterogéneo que lo que se piensa, en el que coexisten diferentes visiones e intereses. Los desarrollos enfermeros introducidos por las élites para intentar ser admitidas en pie de igualdad en las estructuras políticas, académicas, profesionales o directivas como una profesión diferenciada y reconocida, no han tenido precisamente un coste cero en términos de carrera, estatus, reconocimiento, motivación y autoestima de muchas enfermeras asistenciales. En España, los procesos de socialización en el seno de las escuelas de enfermería han tenido un marcado componente ideológico, articulado en torno al dogma enfermero, lo cual explica que el contraste percibido con frecuencia entre lo que la enfermera ha aprendido e interiorizado durante su formación acerca de lo que significa ser enfermera y la realidad laboral sea un tanto traumático y frustrante a medio plazo.

TERCERA PARTE: ES LO QUE HAY…

Para ir finalizando, un (muy importante) aviso para navegantes en el que he venido reflexionando a partir de mi contacto directo con las nuevas generaciones de enfermeras y sus alevines, los estudiantes: la ideología enfermera, probablemente como todas las ideologías, se está desvaneciendo y su papel como argamasa cultural y afectiva de la profesión está perdiendo vigencia y protagonismo. Y por tanto, el discurso enfermero tiene que cambiar para adaptarse a esta nueva realidad. Como escribió Suzanne Gordon primero (An end to angels) y yo, modestamente, un poco después (Adiós, ángeles. Las dos almas de la Enfermería), toda la retórica que rodea a la profesión y que tanto les gusta y tanta seguridad les da a muchas enfermeras más veteranas, porque les proporciona un sentido a tanta inmersión doctrinal y frustración de estatus acumuladas (de manera soterrada, muchas veces), tiene la fecha de caducidad inscrita con tinta indeleble.

La pugna entre lo que en su momento acuñé como el alma mística y el cuerpo sufriente de la Enfermería está empezando a salir de su latencia para manifiestarse abruptamente en un ecosistema profesional muy duro, que ya está absolutamente fragmentado:

Ateeses, Dúes y Graduados. Especialistas-EIR, especialistas-vía-extraordinaria y especialistas-de-hecho. Especialistas-en-plaza-de-especialista (matronas y unas pocas elegidas más) y especialistas-en-plaza-de-generalista (un montón: unas 700 más cada año, solo por la vía EIR). Hospitales, primaria y sociosanitaria, que no es lo mismo, no jodas (la expresión no es mia pero sí literal). Enfermeras-prescriptoras-porque-sí (Andalucía), enfermeras-con-cursito-de-prescripción-del-CGE pero que no pueden prescribir ni un linitul y enfermeras-sin-cursillo.

Y, por supuesto, la fuerza de trabajo trializada, (dualizada era antes) con una clase media acomodada (las enfermeras con plaza en propiedad, muchas de las cuales pueden investigar o ser docentes, con un futuro aceptablemente estable), la pequeña burguesía obrera (una interinidad más o menos estable o muchos puntos en los baremos: te llaman mucho y cuando te quedas en paro cobras el desempleo; pero no puedes plantearte un futuro estable y ya tienes treintay…) y el lumpenproletariado, enlazando muy breves períodos de sustituciones con largas situaciones de paro sin subsidio, ello a través de bolsas de empleo que imponen condiciones que no tolerarían ni en China… y que sirven de comodín para cuadrar en las planillas los huecos (a menudo imprevistos) que dejan las otras por vacaciones, enfermedad, absentismo, reducciones de jornada por maternidad, etc.

Este es el panorama que ven cuando abandonan las aulas las nuevas generaciones, a las que es cierto que les cuesta más inversión -económica y de tiempo, desde luego; no sé de esfuerzo discente, habría que verlo- completar unos estudios de cuatro años que solo un poco antes se completaban en tres. ¿No es justificable un cierto nihilismo impotente frente al establishment?

Es lo que hay. Y en lo que, como el calamar con su tinta, está el Consejo General con la inestimable ayuda de Satse, que, dicho en cheli, debería hacérselo ver. Creo que sería inteligente no caer en provocaciones ni en tentaciones de descalificación y tratar de tenderse una mano entre generaciones, aceptando que las realidades no son básicamente filosóficas, éticas o valorativas, sino sociológicas y económicas: descarnadas, como los tiempos que vivimos, con duros escenarios que ya no son coyunturales, como pretende que creamos Mariano I el Mandao, sino que han venido para quedarse y cambiar radicalmente lo que los ideales de progreso construyeron a lo largo de muchos decenios.

Y ahora ya, dentro de vuestro pequeño mundo profesional, las exhortaciones a los Sacrosantos Valores Enfermeros no van a valer porque para un porcentaje creciente de las nuevas generaciones carecen del mismo sentido moral, cultural o grupal que para sus antecesores en la profesión. A partir de ahora van a importar más las enfermeras que La Enfermería.

Estas situaciones de fragmentación interna son, como he dicho, inevitables y se producen también en otros muchos países; a veces son bien digeridas proactivamente y permiten a la profesión -y a sus miembros- avanzar y progresar (por ejemplo, Estados Unidos, Canadá o Australia); otras, sumen a los profesionales reactivamente en un bucle melancólico del que no saben salir (por ejemplo, el Reino Unido).

¿La clave? Liderazgos fuertes, visionarios, abiertos y participativos, cohesionadores, con fuertes bases morales, profesionales e intelectuales… es decir, justo lo contrario de lo que tienes ahora, seas #duenoesgrado o #yosoyenfermera. Esto queda asegurado: sin un recambio generacional, intelectual y moral en las élites (y, puestos a pedir, ojalá también de género), las frustración está asegurada y todos los profesionales sufrirán las consecuencias del sálvese quien pueda.

Como decía hace poco en una entrevista:

Movilízate. Construye un puente para ir del presente al futuro, no te quedes quejándote del presente. Muévete y pasa a través del espejo. Imagina un futuro y coge un puente desde este presente que no te gusta hacia un futuro que sea mejor, para ti y para la sociedad

Suerte. Y mucha cabeza.

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Juan F. Hernández
Enfermeras y otros animales

Sociólogo, comunicador, mirada crítica a las profesiones sanitarias. Autor: “Enfermería frente al espejo”, “Profesiones sanitarias y relaciones de poder”…