“Así es el amor, a veces dura, otras solamente duele”
Esa fue la primera frase que logró pronunciar la mujer de vestido negro, bajo sus ojos caían sin parar gruesas gotas del mismo color.
“En nuestro caso el amor duró y dolió.”
La voz le temblaba, le costaba trabajo terminar las palabras y su pecho vibraba conteniendo la tristeza.
“Dicen que para nuestra muerte nos preparamos toda la vida, pero nunca nos enseñan a como soportar en vida, la muerte de los que amas.” — Contuvo la respiración y el llanto.
“¿Por qué nunca me avisaron que lo que más duele en la vida es amar?” — Se secó las lágrimas con un pañuelo.
“Al final solo somos personajes de una historia que no para de repetirse.” —Hizo una pausa y continuó:
“Solo espero que la siguiente vez también estemos juntos, que volvamos a compartir este sufrimiento que es vivir.”
Todas las personas presentes en el muelle tenían los ojos cristalinos al borde de las lágrimas.
“Hoy ya no hay pretextos para seguir posponiendo aquel viaje en velero, amor. Ya no estás aquí para decirme que tan peligroso es, ni para quejarte de lo mucho que te marea el mar. Esta vez vienes… porque vienes.” — Ella rio entre el llanto.
“Si pudiera escoger, repetiría una y otra vez nuestra historia. Gracias por todo. Gracias por tanto.”
Subió al velero con la urna en las manos. Y con la voz al borde del llanto terminó:
“No le tengan miedo al amor, no le tengan miedo a sufrir. Amen, sufran, lloren. Porque de esta vida… nadie sale vivo.”
Y poco a poco el velero se fue haciendo pequeño hasta desaparecer en el horizonte azul de un mar que parecía eterno.
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