los dos lados de la mesa

el emprendedor y el inversor

Walter Kobylanski
4 min readFeb 11, 2014

Hace unos años, en pleno proceso de obtención de financiación para Gigas, mi hermano me dijo que quería invertir siempre y cuando le acompañara en esa inversión. Fue así, sin planearlo, como de pronto estaba sentado en los dos lados de la mesa, fue una primera aproximación.

Meses después, conocí a Diego Mariño, me contó lo que estaba haciendo y otra vez, muy rápido estaba invirtiendo en otro proyecto, mientras aún trabajaba en Gigas.

Hoy mi hermano y yo con Danka Capital participamos 6 startups, tuvimos una salida en TouristEye y esperamos participar en muchas más los próximos años, ahora mismo de hecho hay propuestas preciosas sobre la mesa. Seguimos aprendiendo mucho y poco a poco me voy animando a compartir la experiencia.

Empecé como co-fundador en una startup y hoy soy otro pequeño inversor más en varios proyectos (además de seguir emprendiendo).

Una cuestión de empatía

Creo que inicialmente casi todos experimentan las startups desde un único lado y en cada caso, como es normal, cada uno cuida de lo suyo. Estar en los dos lados sin embargo, es como ser padre después de haber sido hijo, de pronto entiendes muchas cosas en las que antes no te parabas a pensar.

Primero, vivir la extenuación de una startup, el juego de las expectativas, con el business plan como bíblia, conviviendo con tus socios, con la gente que ha creído en ti y a la que le debes todo, con un ojo siempre abierto mirando los ingresos o la caja y existiendo en ciclos que en vez de basarse en las estaciones o la luna, se rigen por la fecha arbitraria del próximo consejo.

Después, estar, mirar y observar desde el otro lado, atento a lo que hace tu co-inversor mucho más experimentado. Están los muy profesionales, los que quieren estar cerca del emprendedor, los que apoyan proyectos, los que se involucran, los que desaparecen hasta la siguiente junta y los que “no te explicas que narices hacen ahí” pero están y pagaron al mismo precio que tú. Porque eso es lo que te otorga la etiqueta de inversor, haber pagado un precio, dinero, por esas acciones, los demás son co-fundadores y otros socios no inversores.

Casi siempre, aunque cada uno a su manera , los dos lados, buscan lo mismo, pero de formas muy distintas. Tan distintas que a veces no se entienden entre sí, falta empatía.

Una sugerencia

Soy de la idea de que el dinero (el inversor) tiene ciertos privilegios. No me veréis recomendar a ningún inversor que pruebe a emprender, porque al final es ese dinero el que hace posible muchos proyectos y ya bastante hacen con ese papel.

Sin embargo, si recomiendo lo contrario. Si vas a emprender en serio y vas a recurrir al capital riesgo, prueba a invertir antes o durante. No tiene que ser una gran suma.

Empieza, eso sí, asumiendo que, estadísticamente, lo más probable es que no vuelvas a ver ese dinero (es por esto que antes comentaba que el dinero tiene y merece privilegios).

Evita que te sindiquen y cuélate en todos los consejos que puedas, para escuchar y entender. Si crees que puede sumar, suma, si no mejor pasar inadvertido. Si tienes dudas, al terminar intenta resolverlas sin ser entrometido, o al menos, sin parecerlo.

Si alguien conoce más fórmulas para poder experimentar y vivir el lado del inversor, que las comente, pero realmente creo que lo que más respeta un inversor es a otro inversor que se juega algo en sus mismas condiciones y es bajo ese paraguas de confianza donde realmente se aprende y se entienden las motivaciones y procesos de los distintos tipos de inversores que hay.

Un emprendedor que entiende bien a sus inversores ayuda a que se desvanezcan las fronteras en la mesa, acercándose así a una mítica mesa redonda donde los esfuerzos irán dirigidos a maximizar entre todos el resultado.

Pienso que no se le debería exigir a un inversor que te entienda (que difícil redactar estas cosas sin adoptar uno de los dos roles). A un inversor solo se le debería pedir lo que diga el pacto de socios y lo que haya ofrecido.

Otras cosas (entre ellas su comprensión), las dará si quiere y sobre todo, si puede, que si hay un tópico cuando la gente imagina a un inversor es la increíble cantidad de tiempo libre de la que supuestamente disponen, una cantidad sólo comparable con sus ociosas reservas financieras.

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