Una disculpa pública para mi cuerpo

Evelyn Wittig
4 min readOct 21, 2014

Querido cuerpo,

Es con profundo pesar que confieso abiertamente: no me gustas. Por eso, me disculpo infinitamente porque en realidad, debería ser tu mayor fan.

Siento mucho no haber tenido siempre control sobre ti, como te has dado cuenta. La visión borrosa y los desbalances al caminar; eran las advertencias que me dabas, las cuales ignoraba fervientemente. En un intento por sentirme más cómoda contigo te he puesto en algunas situaciones cuestionables con personas cuestionables que te dejaron sintiéndote sucio y a mi, culpable.

Siento mucho las veces en que frente al espejo te jale, te pellizqué o aguanté la respiración, me imagino lo poco apreciado que te sentías. Maldigo tus muslos y deseo que tu estómago desaparezca y escondo tus brazos por razones que sólo mi cansada sinapsis puede entender. Estoy constantemente criticándote, olvidando que tú eres la razón por la que puedo despertar o caminar o incluso escribir estas palabras.

Siento mucho haberte privado de alimentos, pensando que tus insoportables dolores y gruñidos interminables eran signos de que las libras de más iban desapareciendo. Ignoré tus llantos y descuide tus necesidades, centrándome en cambio en una voz poderosa pero ficticia que me instaba a abstenerme de comer durante una hora más.

Y luego una hora más después de eso.

Y luego una hora más después de eso.

Siento mucho haberte obligado a pasar tiempo arrodillado frente a un inodoro, con tus dedos metidos profundamente en tu garganta. Sé que odiabas cómo la sangre se precipitaba a tus oídos y tus ojos se abultaban cruelmente y tu rostro se inflaba como un globo. Tan pronto como te daba lo que necesitabas te lo volvía a quitar, como una amante manipuladora empeñada en jugar juegos despiadados.

Trato de recordar que somos aliados en esta constante guerra de aceptación. Me digo a mí misma que tus curvas y cicatrices, incluso la marca de nacimiento en la parte alta del muslo derecho, están donde se supone que deben estar. Ellas cuentan una historia que es exclusivamente nuestra.

Trato de recordar que has hecho algunas cosas extraordinarias, como hacer puentismo a 250 metros de altura y sobrevivir las prácticas de baloncesto que (lo juro) destruirían a algunos seres humanos y, tal vez la más sorprendente de todas: dar vida a otro ser humano. Has llevado contigo un par de pulmones y un corazón que late, te has estirado y has ganado peso y te has fatigado, todo en el nombre de la sostenibilidad.

Trato de recordar que tu incapacidad para llevar dos bebés en tu vientre, en vez de uno, no es tu culpa. Siento mucho haberte culpado. Siento mucho seguir culpándote a veces. Te prometo que me insistiré a mi misma a pensar con tu cerebro en lugar de tu corazón. Tal vez eso nos ayudará a ambos.

Porque tú eres increíble, y capaz de hacer mucho más de lo que yo imaginaba.

Así que, estoy tratando de ser saludable para que tú también lo seas. Te estoy llevando a correr y a yoga para estirarte e incluso estoy esforzándome para creer realmente en los elogios que recibes.

Aunque esto último, para ser honesta, llevará algún tiempo.

Ya no estoy perdiendo el control sobre ti. De hecho, probablemente estemos en sintonía el uno con el otro, por primera vez, en cada una de nuestras vidas. Es bonito, ¿verdad? Por fin, sentirnos mutuamente. Es agradable.

Te estoy alimentando en lugar de dejarte morir de hambre, aunque seguramente le debo una disculpa a tu lengua por las comidas que son, a veces, nada apetitosas.

Te estoy manteniendo lejos de la parte frontal del inodoro, lo cual los dos podemos admitir, es un cambio agradable. No escondemos mas esos sonidos de regurgitación vergonzosos, ni tenemos que limpiar los restos de esa necesidad de tu barbilla. Y ese olor persistente. Sé que estás feliz de que se haya ido.

La verdad, cuerpo, es que ahora no soy la única que depende de ti. Hay alguien más, alguien muy pequeño, que necesita de ambos. Sé que juré que no nos encontraríamos en esta situación en la que un pequeño ser humano dependería únicamente de nosotros, pero esta es la realidad, y no podemos negarla.

Siento mucho que todavía no me gustes.

Pero, por él, lo estoy intentando.

Así que ten paciencia conmigo, cuerpo. Con el tiempo, tal vez, podamos aprender a ser grandes amigos. Porque honestamente, ahora, tenemos que serlo.

Atentamente,

Yo

Si te gusta lo que acabas de leer, por favor, dale al botón «Recomendar» en la parte de abajo para que otros se topen con esta historia. Para más historias como ésta, desplázate hacia abajo y sigue la colección Human Parts.

Human Parts en Facebook y Twitter

Imagen de Sara.

--

--

Evelyn Wittig

God, family, friends...music, books, traveling, writing, love translating Medium stories ....marketing, communication Thanks for reading! Gracias por leer :)