Sin resolver: por qué nos están fallando las «startups»

Cristina Juesas
12 min readAug 3, 2015
Escucha The Unsolved: Why Startups are failing us, en inglés.

Una breve historia. Johnny está en el norte de California pasando unos días y quiere saber cómo son las olas en Mavericks, una de las playas más famosas del mundo, que está justo al norte de Half Moon Bay. Johnny sigue en Instagram a Bhodi, que ha publicado algunas fotos increíbles de las olas hace unos días. «Si hubiera alguna aplicación para poder comprobar las condiciones del surf en Mavericks», piensa Johnny. Más tarde se da cuenta «Buah, ¿y si todos los surferos tuvieran una aplicación para comprobar las condiciones de las playas locales y pudieran ver cómo están surcando las olas los surferos que están allí en directo?»

Waves. Prueba de producto para oscilaciones de agua salada.

Johnny lo deja todo, incluida su tabla. Autoaprende a programar. Crea un prototipo de «Waves». Un amigo diseñador se une a su empresa. Consiguen una primera ronda de financiación. Contratan a unos cuantos desarrolladores y liberan características sociales. El top de surferos profesionales se unen y promueven. Comienzan lanzando una ronda de financiación de capital riesgo para acelerar su crecimiento, pero les resulta difícil porque el producto no es tan viral como ellos esperaban. Resuelve una necesidad, pero no suficientemente importante como para justificar millones de dólares. Hay aportaciones de fans impacientes, pero después de unos meses más de desvelo, está claro que «Waves» no se puede considerar una inversión de éxito. Johnny publica una entrada sentida en el blog, cierran el servicio, y devuelven lo que queda de la inversión.

Una semana más tarde, Tyler, otro surfero, está en el norte de California y quiere saber cómo están las olas en Mavericks, al norte de Half Moon Bay. El mismo problema, un día distinto.

No importa dónde estás o quién eres, todos tenemos cientos de problemas que resolver. Los problemas de los surferos. Los problemas de los famosos. Los problemas de los bancos de alimentos. Los problemas de Kansas City. Los problemas de los transexuales. Los problemas de los republicanos.

Estos problemas están sin resolver y van a seguir estándolo, siempre y cuando le sigamos cediendo nuestra capacidad para resolver problemas a las startups.

Fuente: cualquiera fuera de Silicon Valley, 2015.

Con más startups de las que podemos permitirnos y más aplicaciones de las que caben en nuestros teléfonos, quizás ha llegado el momento de echar un vistazo a fondo en lo que recibimos de estas actividades y, lo más importante, lo que no recibimos.

El software se está comiendo el mundo de alguien

Hace unos años, se hizo popular la frase «para eso hay una aplicación».

En origen era un eslogan de venta. Pero en el fondo era mucho más; era una expresión gráfica de la idea de que el software podía resolver todos nuestros problemas y que absolutamente cualquier cosa en este mundo que nos rodea podía ser encontrada y ser accesible online.

En el universo de los gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Apple, esta expresión se resume en estas líneas sobre el software del ahora famoso Marc Andreessen...

@pmarca: 1 El software se come el mundo, 2 Cada empresa se convierte en una empresa de software y 3 la gente del software dirige todas las empresas.

Si vives y trabajas en Silicon Valley o en su área de influencia, el mantra es «el software se está comiendo el mundo». Pero si estás en cualquier otro lugar cerca de California y no trabajas para una empresa tecnológica, también está afectando a tu vida, no por lo que sucede, sino precisamente por lo que no sucede.

La mayoría de las aplicaciones que más usas de tu teléfono no tienen detrás a un programador solitario que las crea en su tiempo libre. Detrás del icono de la aplicación hay un equipo de desarrolladores, diseñadores, growth hackers, inversores y, con frecuencia, capital riesgo. Esto significa que más te vale que tu problema sea capaz de proporcionarle dinero a un montón de gente. Si no, entonces quizá no llegue a haber una aplicación para solucionarlo.

Una reformulación más realista del «¿hay una aplicación para esto?» es la que habla en el lenguaje económico de la oferta y la demanda, ya que, con muy pocas excepciones, el dinero (o su falta) es lo que impulsa la creación de aplicaciones o de software. Dicho de otro modo, las soluciones tecnológicas a menudo se impulsan y crean no porque alguien haga la pregunta «¿hay una aplicación para esto?», sino porque alguien se está preguntando «¿hay un mercado para esto?».

Esta pregunta, a su vez, plantea otra: ¿exactamente quién está haciendo la pregunta? ¿Y qué umbral de usuarios y dólares tienen que ser cubierto antes de que el problema merezca la pena ser resuelto?

Solucionamos los problemas que tenemos

La gente tiende a resolver lo que conoce y lo que les afecta en su día a día.

Para muchos de nosotros esto significa averiguar cuándo hacer ejercicio, cómo reservar tiempo para los amigos y nuestros planes financieros de futuro. Claro que si eres un ingeniero o un desarrollador, las soluciones que creas en forma de aplicación o software tienen mucha repercusión más allá de tu vida diaria.

Un hombre de raza blanca y 22 años de edad, viviendo en la zona de San Francisco Bay, con unos ingresos altos disponibles, tendría que indagar mucho antes de encontrar una necesidad que el software no esté satisfaciendo. ¿Reparto de zumo recién hecho? Listo. ¿Servicio de ayudante personal? Listo. ¿Hacer un envío? Listo. ¿No sabes qué último gadget comprar? Listo. ¿Qué ropa llevar? Listo. ¿Necesitas enviar flores en una hora? Listo. ¿El colegio privado de tu hijo no es lo suficientemente alternativo? Listo. ¿Necesita alquilar una casa más limpia, un armario, o incluso un propietario? Listo, listo, y listo.

Por supuesto, estos servicios pueden, en teoría, ser disfrutados por cualquiera, pero la intersección de varias formas de privilegio crea una poderosa oportunidad de mercado, y ahí es donde nuestras soluciones gravitan.

La cruda realidad es que la razón por la que constantemente aparecen aplicaciones que resuelven los problemas de los varones de 22 años de edad (por ejemplo, las que nos proporcionan una fuente fácilmente disponible de citas con chicas sin tener que trabajárnoslo mucho) es porque son ellos las que las están programando. Estas apps parecen importantes y capaces de cambiar el mundo, porque exactamente eso es lo que son para la gente que las crea.

Necesitamos diversidad… en los mercados

Una forma de combatir este conjunto estrecho/privilegiado de problemas y soluciones es ampliar el espectro de personas que trabajan en software. Una mayor diversidad en experiencia vital y en problemas encontrados nos ayudará a crear soluciones mejores y más representativas. Mientras que puede tener su función el enseñar a todo el mundo a programar, si no tienes tiempo o ni siquiera la oportunidad, no llegarás a poder participar en la resolución de problemas con software. Debes conceder la solución de tus problemas a los desarrolladores y eso es un problema con o sin un grupo diverso de desarrolladores.

Ni que decir tiene la importancia del acercamiento inclusivo en el apoyo a las mujeres, a la gente de color, a las personas transexuales y cualquier otro grupo infrarrepresentado en el sector tecnológico. En cualquier caso, el software siempre requiere un ejército de desarrolladores, growth hackers y otros profesionales para escalarlo. Pero ten en cuenta que siempre estaremos sujetos a la poderosa pregunta, «¿hay un mercado para esto?» o incluso más allá, «¿hay un mercado de un billón de dólares para esto?».

«Pero… pero… ¡si solo es la economía de mercado en funcionamiento!»

Por supuesto que sí, y además, es lo que pasa cuando nuestras soluciones están ligadas a startups que están ligadas al capital riesgo, que está ligado a socios limitados que están totalmente desconectados del problema original a resolver. Los problemas a los que se enfrenta la comunidad transexual no deberían tener que esperar hasta que exista un mercado más amplio. Como tampoco los problemas de los estudiantes de inglés latinos de Chicago deberían requerir una oportunidad de mil millones de dólares o ser dejados exclusivamente a la generosidad de las organizaciones sin ánimo de lucro.

Los inversores montan en unicornio, la gente monta a caballo

La gasolina que mantiene este ecosistema a flote es el capital riesgo, inversiones de alto riesgo que requieren retornos muy altos.

Así, la solución para un inversor es muy diferente de la solución para el usuario final. El capital riesgo busca su unicornio, esa empresa mágica y rara, capaz de devolver muchas veces su inversión inicial. Con frecuencia, este unicornio compensa todas las inversiones fallidas de su carrera, las soluciones que han fracasado.

Pero, mientras los inversores buscan al unicornio para cabalgar hacia la victoria, la mayoría de nosotros se conformaría con un caballo. Los caballos se parecen a los unicornios, solo que sin ese cuerno del millón de dólares. Son esas pequeñas soluciones cotidianas que hacen que nuestra vida sea mejor. Los restaurantes locales que nos dan de comer, las empresas que sirven a nuestras necesidades con humildad y honestidad, amigos y familiares que nos ayudan a resolver problemas, tanto si son escalables como si no.

Las startups casi siempre comienzan como caballos, resolviendo los problemas de alguien. Pero por lo general no lo resuelven para todo el mundo (o todo el mundo lo suficientemente rápido) y ahí es donde el sistema se cae a pedazos. Sólo cuando el valor para las personas y para los inversores alinea hacer que lleguemos a un caballo que puede escaparse de la fábrica de pegamento.

La mayoría de las nuevas startups fracasan no porque no pueden resolver los problemas de los usuarios, sino porque no logran resolverlos de una forma en la que ofrecen grandes retornos a sus inversores. Así, mientras a los usuarios les preocupa desde el principio, es el problema de los inversores el que impulsa la empresa a continuar.

«Pero, ¿es escalable?» Es una forma de decir «¿pero los inversores pueden sacar grandes beneficios?», lo que es una pena, porque toda una generación de personas creativas y con talento está convencida de que los problemas que no pueden escalar no merecen la pena ser resueltos.

Cuando falla una startup, todo se va con ella. Si alguna vez has usado un servicio o aplicación que haya sido cerrado, comprado e interrumpido, o dejado de ser compatible, entonces ya sabes de quién era el problema que quedó sin resolver.

Cuando una startup termina en la vía muerta, la solución que traía consigo también lo hace y el problema se queda de nuevo sin resolver. Un paso adelante, un paso atrás. Este no es el avance tecnológico nos habían prometido.

99 problemas y una «app» para cada uno

Pero entonces, ¿qué hacemos con estas aplicaciones que hemos mencionado? ¿Serían realmente capaces de constituir un mercado por sí mismas?

Durante mucho tiempo hemos asumido que podrían solucionar todos los problemas, sobre todo a través de la personalización y la geolocalización... pero resulta que esto puede tener efectos secundarios desagradables. Las apps son caras y su creación y mantenimiento lleva mucho tiempo. Los usuarios de iOS solucionan sus problemas en primer lugar, después los usuarios de Android. Los usuarios de Windows y de otros sistemas operativos son los intocables del sistema de castas de estas plataformas. Por el simple hecho de haber elegido en un nicho de mercado más pequeño, estos usuarios ven drásticamente reducida la capacidad de conseguir solucionar sus problemas.

En la web abierta y libre, la neutralidad de la red se ve como un derecho fundamental, pero en el libre mercado de las plataformas móviles, la neutralidad de las apps sería una violación flagrante.

Dentro de nuestros teléfonos estas aplicaciones actúan como objetos físicos que necesitan ser instalados y luego se tienen que actualizar o sustituir cuando caducan, que es constantemente. Cada uno de ellos debe ser descargado, instalado, hay que concederle permisos y, después, comprobar si efectivamente disfrutamos utilizándolo.

La web no se está muriendo, sigue siendo tan útil como siempre. Pero en nuestros teléfonos está siendo reemplazada por cientos de pequeños navegadores con un único propósito, cada uno con su propia interfaz de usuario para aprender, los efectos de red para construir, y los inversores que alimentar.

No obstante, esto no es solo un debate «aplicaciones vs. web», estos problemas tampoco pueden ser resueltos por la World Wide Web, debido a que...

La mayor parte de los problemas no son globales

En ninguna parte es este contraste más marcado que en las interacciones de la vida cotidiana, en nuestra conexión con lo que está a nuestro alrededor.

Aparte del hecho de que muchos de los problemas locales no generan los números que justifiquen la creación de una nueva aplicación o empresa, tampoco requieren sistemáticamente que alguien se lance en picado a arreglarlos con una programación compleja. A veces la necesidad de una solución, especialmente de una local, es para y por un puñado de personas. Algunos problemas y soluciones son únicos, efímeros, locales y no deberían requerir el tiempo que se tarda en escribir 1.000 líneas de código y mucho menos el que se necesita para aprender a programar.

El bache de la calle Front. Las largas colas del bar de Bill. Lo cierto es que la mayoría de los problemas en Millsmont requieren soluciones de Millsmont. Si no has oído hablar de Millsmont, no te disgustes, tampoco han oído hablar de Millsmont los desarrolladores de software de San Francisco, que está solo a 15 millas.

Las plataformas globales, como Twitter, están llenas de este tipo de preguntas fuera de lugar.

@swplumbingfitz: “¿Alguien sabe dónde puedo encontrar un trabajo fiable en Ciudad del Cabo a corto plazo?”
@ettennayd: “¿Dónde puedo encontrar un burger a las 10 de la mañana?”
@JourneyKitchen: “¿Alguien sabe dónde puedo encontrar masa de hojaldre freca en #Kuwait? ¡Ayuda por favor!”

La movilidad y la geolocalización de nuestros teléfonos son una oportunidad muy potente, pero las aplicaciones y el software que tenemos ahora son, con frecuencia, demasiado estrechos y difíciles para que se puedan adaptar a las necesidades individuales de los usuarios. El hecho de que aún existan tropas como «Airbnb para X», «Tinder para Y» o «Uber para Z» sirve para reforzar lo inflexible de nuestras soluciones actuales.

WordPress es el mayor caballo de batalla de internet. Una plataforma lo suficientemente simple como para poder ser utilizada por casi cualquier y además solucionar 1.000 problemas (con el plugin adecuado). No es de extrañar que esté detrás del 23% de la web. Pero es open source y tiene más de 10 años. En su lugar, se nos ha ofrecido un modelo de «un problema-una startup». Si la amplia mayoría de startups fracasan, este nivel de ineficiencia debe ser nauseabundo para cualquiera que no sea un capitalista riesgo y quizá también lo sea para los propios capitalistas riesgo.

Solucionando nuestros problemas en la larga cola

Siempre habrá una fuente interminable de problemas que necesitan solución. Los de la «primera página» encontrarán sus soluciones, pero el resto, lo que podríamos llamar «problemas de la larga cola», se quedarán sin resolver en su mayor parte, sobre todo aquellos que necesiten de la tecnología.

Con frecuencia, esta larga cola se ubica más lejos de la región donde están las startups y el capital riesgo, ya que nunca retornarán miles de millones de dólares. Muchos de estos problemas ni siquiera valen 100 dólares. Así que nunca aparecerán en las publicaciones de noticas tecnológicas, ni serán la apuesta de una estrella de rock, ni la de los gurús de las redes sociales. Muchos de estos problemas nunca serán vistos por nadie más allá de los que los están solucionando. Pero son importantes.

En la raíz de cualquier problema sistémico no hay un único factor subyacente. Hay cientos, a veces miles de problemas de larga cola sin resolver. Pero ninguno de ellos resulta atractivo para los inversores de capital riesgo. Estos problemas sistémicos parecen intratables porque son... para una mentalidad que requiere que todo se resuelva con escala.

Es importante saber programar pero, indudablemente, la gente tiene que ser capaz también de solucionar sus propios problemas sin tener la necesidad de crear un software o de disponer de millones de dólares que garanticen que ese problema merece una solución.

Irónicamente, una manera de lidiar con esto es, de hecho, a través del software. En lugar de crear una nueva aplicación especializada y una startup, necesitamos más caballos de batalla que permitan a la gente a resolver los problemas que mejor conocen. Redes/plataformas simples, flexibles y bien diseñadas que permitan a la gente enrolarse y comenzar a utilizar sus propias soluciones en bruto y sin barnizar, sin esperar a que otros nos entreguen una nueva y luminosa app o startup que nos alegre el día. Necesitamos más WordPresses, más plataformas abiertas y más soluciones descentralizadas de problemas.

Actualización: algunas personas nos han contactado para decirnos que este artículo les parecía que tenía algunos puntos buenos pero que la conclusión era demasiado promocional y que les sonaba a que teníamos una agenda. Eso no era en absoluto nuestra intención y hemos ajustado un par de frases al final para tratar de eliminar esa sensación.

Estamos creando algo diferente de lo que hay ahora ahí fuera, pero el objetivo de este artículo (y de Treatises on a Modern World) no tiene nada que ver con esto que estamos creando. Se trata de hacer mejores preguntas sobre lo que la web nos puede aportar a cada uno de nosotros y cómo debería funcionar en nuestra vida cotidiana. Jess, Joe y Marcos

Nuestro humilde agradecimiento y aprecio a las personas que nos dieron feedback con el primer borrador: Carla Willard, Dave Domm, Katie Lents, Shawn White, Cristina Juesas, Laura Horne, Romy Misra, y Martin Cyster.

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Cristina Juesas

Once I pop, I can't stop! ❀ Dircom. Hub. Consultant. Blogger. Curious. Always ready for new adventures. Licensee & Curator @TEDxVGasteiz. Ikasten ari naiz .·.