Acabo de terminar de leer True Detective

Ana Prieto
We Are Sudamerican Bloggers
2 min readMar 10, 2014

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Acabo de terminar una novela que se lee en unas ocho horas, y que cuenta la historia de un hombre que se conoce a sí mismo, y otro que no. Ocurre un crimen espantoso (con metarreferencias a un cuento de Ambrose Bierce y a un libro de Robert Chalmers cuyas ventas y descargas deben haber explotado en las últimas semanas) y esos dos hombres tienen que investigarlo porque son detectives y les toca trabajar juntos aunque se inspiren una mutua antipatía. Hubo mucha especulación en medios y foros de Estados Unidos acerca de cómo terminaría esta novela, en especial sobre la identidad del “rey amarillo” y dónde pasaría sus días. El capítulo octavo y final debió haber sido decepcionante o como mínimo apocado para un buen número de fans, que esperaban que todo cerrara a la manera sorprendente y coordinada de Lost, cuando Lost cerraba de manera sorprendente y coordinada.

Yo no sentía que estaba viendo True Detective, sino que estaba leyendo True Detective y no importa que el final me haya parecido perfecto. Lo que quiero decir es que hay alguna cosa a la que no sé cómo llamar que decididamente marca diferencias entre la calidad de las emociones que se disparan en uno al leer y al ver una serie. Tal vez calidad no sea la palabra, sino sustancia. La palabra escrita se prolonga y se queda un buen tiempo en la caja de resonancia de nuestro cerebro cuando pulsa un acorde que nadie había tocado antes, o que nadie había tocado de esa manera. Las series, por más geniales o adictivas que sean, difícilmente logran prolongarse con la misma intensidad, pero sobre todo con la misma intimidad. Una manera de definir a la literatura es como aquello que sin ser personal se convierte en íntimo. Las series no hacen eso, hacen algo diferente que es crear comunidades de fascinación y otros fenómenos complejos que alguien debe estar estudiando en alguna parte. Las series, en fin, no hacen eso hasta que lo hacen. En una frase memorable del último capítulo, el corrupto sheriff Steve Geraci le dice al detective Rust Cohle: “Durante mucho tiempo estaré pensando en vos, Rust”.

Si usted vio True Detective, la frase de Geraci le pasó por al lado. Si usted leyó True Detective, esa frase le puso una sonrisa seguramente imperceptible, porque es cierto, porque durante mucho tiempo estaremos pensando en Rust, y en esta serie acerca de un hombre que se conoce a sí mismo y otro que no.

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