Renacido en EE. UU.

The Cauldron
6 min readApr 16, 2015

Mi carrera fue increíble pero la oportunidad de jugar y ayudar a preparar a la nueva generación con el Cosmos no podía dejarla pasar.

Por Raúl

Cuando miro a cualquiera de los chicos que forman parte del Programa de Entrenamiento y Desarrollo del Cosmos, veo aquello que, tras todo lo que he conseguido en mi carrera, nunca podré tener otra vez: potencial por explotar. La habilidad de trabajar con estos talentos en potencia y dar mis propias lecciones y experiencias de casi dos décadas de fútbol profesional es la razón por la que estoy aquí ahora, en Nueva York, preparando una nueva temporada en un país nuevo cuando quizá pensaba que mis días jugando estaban terminando.

A nivel personal, me entusiasma estar aquí. Es una oportunidad maravillosa para mi familia y hemos disfrutado muchísimo de nuestro tiempo aquí hasta ahora. Una ciudad como Nueva York es un gran lugar para vivir y nos permite, a mi esposa y a mí, darle a nuestros cinco hijos una educación y oportunidades para el futuro. Vivir aquí es como vivir en una película, con muchísimas cosas que hacer y descubrir en cada momento. No es nada fácil mudarse a una nueva ciudad con una familia tan grande, pero después de seis meses, los niños están bien integrados en el nuevo colegio, han hecho nuevos amigos, y mi mujer es muy feliz, ¡que es algo fundamental!

Un famoso número 7 señala a otro en Times Square. (Foto: New York Cosmos.)

Que mi familia se adaptara tan bien me ha permitido centrarme totalmente en empezar mi trabajo con el Cosmos, como jugador y como pieza central para establecer los objetivos del programa de entrenamiento. La marca Cosmos es conocida por todo el mundo — los fans recuerdan los días de leyendas mundiales como Pelé, Giorgio Chinaglia, Franz Beckenbauer — y estoy deseando ayudar a preparar la nueva generación de estrellas en el club. Aquí se encuentra el potencial masivo para el fútbol de los Estados Unidos, y me gusta como el Cosmos está buscando hacer algo diferente a la hora de desarrollar dicho potencial, rompiendo con la forma clásica en la que los jóvenes jugadores americanos han sido entrenados.

Dicho esto, todavía hay cierto impacto cultural cuando nos referimos al fútbol y lo que se necesita para triunfar en él a sus niveles más altos, incluso ahora que cada vez hay más y más acceso a los partidos de los clubes más famosos del extranjero. Los jugadores con los que trabajo me conocen principalmente de mi época en el Real Madrid, el club más grande del mundo. Todavía no hay un superequipo como el Madrid en los Estados Unidos, pero intentaré hacer que comprendan en qué consistía la vida en un equipo de dicha envergadura, para ayudarles a calibrar sus sueños mientras continúan creciendo como jugadores.

Soy extremadamente honesto con ellos. Es muy difícil crearte una buena carrera como profesional, por no hablar de permanecer tanto tiempo, en un equipo como el Real Madrid. Me uní al primer equipo cuando tenía 17 años, siendo un niño, y tuve la suerte de que mis compañeros me acogieran con mucho cariño. El Real Madrid lo siento como mi casa. Crecí tanto como persona como jugador allí. Sí, tienes constantemente la presión de los medios de comunicación, tanto a nivel local como global — si pierdes dos partidos seguidos hay una «mini crisis» — , pero te levantas cada día con la ilusión y la pasión de seguir mejorando para intentar hacer felices a millones de personas con tus victorias, con tus goles.

Raúl González celebrando marcar un tanto contra el Tenerife durante un partido de La Liga de Fútbol Española en el estadio Heliodoro Rodríguez López, en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España, el sábado 27 de febrero de 2010. (AP foto/Arturo Rodriguez)

En el Real Madrid también pude jugar con una muchísimos jugadores de clase mundial, algo que me ayudó a elevar mi rendimiento para mantener mi lugar. Nunca me gustó el término «Galácticos», acuñado en aquella época, a principios de 2000, cuando el club fichó a grandes jugadores — para mí, era solo marketing — pero no se puede negar el nivel de talento que llegó y vistió el blanco con excelencia. Pude jugar, entrenar y compartir vestuario con jugadores como Zinedine Zidane, David Beckham, Ronaldo, Figo, Fernando Hierro, Roberto Carlos, Iker Casillas, entre otros. Grandes jugadores que han tenido carreras de nivel mundial. Era un equipo que tenía muchísimos fans, jugó un buen fútbol y será recordado por siempre.

En general, estoy agradecido por haber pasado dieciséis años en el Madrid, pero cuando salí, era el momento correcto de decir adiós y probar experiencias diferentes. Mi siguientes años en Alemania (con el Schalke) y en Catar me han ayudado mucho y fueron grandes experiencias que me han dejado recuerdos muy especiales, pero sé que siempre podré volver al Real Madrid para devolver un poco de lo que el club me dio durante tantos años. Mi mujer y yo somos los dos de Madrid, y sabemos lo que el club ha significado para nosotros y sus seguidores.

Tengo recuerdos igualmente buenos de mi etapa con la Selección Española, aunque mi participación con el equipo acabara justo antes de la célebre triple victoria de grandes títulos entre el 2008 y el 2012. Pasé diez maravillosos años representando con orgullo a mi país. Aunque, obviamente, me hubiese encantado formar parte de los equipos que ganaron esos títulos Europeos y el Mundial, mi tiempo ya había pasado. Aún así, disfruté enormemente las victorias porque tengo muchos amigos que han vivido esos momentos tan importantes para el fútbol español.

Durante mi etapa con la Selección, se hablaba sobre la química y la posible discordia en el vestuario, especialmente entre los jugadores que representaban al Real Madrid y al Barcelona. Aunque es verdad que hay una gran rivalidad entre los dos clubes y sus hinchas, hablar de problemas en la Selección era exagerar.

Cuando estás representando a tu país, los profesionales saben poner a un lado las tensiones de los clubes y trabajar juntos. Cualquier cosa que pase en los partidos a nivel del club no afecta a la concentración y al objetivo común, que es ganar trofeos para España.

Las selecciones de las que formé parte fueron muy buenas y tenían la ambición de hacer algo importante, pero es algo que nunca pudimos hacer. A veces, sencillamente teníamos un poco de mala suerte; quizá un rebote o un toque más a nuestro favor, y nos hubiésemos abierto camino antes. La plantilla del 2008 estaba también llena de talento, quizá estaba un poco más equilibrada, y fueron, por fin, capaces de darle al fútbol español lo que hacía tanto que se merecía. Después tuvieron cuatro o cinco años en los que España era el equipo en el que todo el mundo se fijaba, y que todos disfrutaban viendo jugar. Como antiguo capitán, ver al mundo admirar el fútbol español me hizo sentir muy orgulloso. Es a lo que aspirábamos, sabíamos que era posible, y finalmente se consiguió.

Raúl en el partido de presentación con el Cosmos en Hong Kong. (Foto: New York Cosmos)

Ahora, mi viaje me ha traído a los Estados Unidos. Y aunque sé que mi carrera como jugador está terminando, todavía siento que tengo mucho que ofrecer en el campo, y tengo ganas de demostrárselo al Cosmos, a sus fans, y el resto de la Liga de Fútbol Norteamericana [NASL, por sus siglas en inglés], empezando con nuestro primer partido en casa, en el Hofstra’s Shuart Stadium, el 18 de abril. Sé que, pase lo que pase en la competición, aún tendré la oportunidad de ayudar a dar forma a la siguiente generación de talentos futbolísticos de este país. Durante décadas, los EE. UU. ha sido considerados como un gigante dormido en el mundo del fútbol, y sus actuaciones en el último Mundial han mostrado ese potencial. Combina eso con la oportunidad para mi familia de experimentar la vida en la ciudad de Nueva York, y solo puedo esperar a ver lo que los próximos años tienen que ofrecer.

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