Kanye West, Chris Brown, deadmau5:

Cuando la buena música está hecha por gente despreciable

Cuepoint en español
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14 min readFeb 8, 2015

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Por Paul Cantor. Traducido por María Casuso.

Kanye West es un idiota. Y lo sabe. Ya en el 2010, con su exitoso single «Runaway», el rapero criado en Chicago brindó divinamente por los cretinos, cabrones y gilipollas—a sí mismo, básicamente — en un esfuerzo para hacer frente a una verdad pública muy incómoda. A la gente no le caía muy bien. Un año antes, protagonizando una escena con la que estamos muy familiarizados, se tropezó borracho en el escenario de los MTV Video Music Awards, interrumpiendo a Taylor Swift durante su discurso de aceptación de uno de los premios, y dio a todos los fans de la música del planeta una razón tangible para considerarlo el enemigo público número uno.

Abatido, el pobre indeseado Kanye desapareció de la vida pública, largándose a Hawai para entrar en el estudio y regresando un año más tarde. «Runaway» no iba precisamente sobre el incidente con Swift, pero igualmente lo hizo debutar en los VMAS, tras un año de la fecha de la interrupción, luego la interpretó en el Saturday Night Live. Pronto fue inevitable. Por la fuerza de esa canción, y otras, su quinto LP, My Beautiful Dark Twisted Fantasy, llegó a vender más de un millón de copias. A finales de año, encabezó casi todas las listas de éxitos de la crítica.

Ese Kanye que había vuelto estruendosamente en su mejor forma no era tan sorprendente. Es uno de los artistas más progresivos de la música. Pero fue el cómo lo hizo — reconociendo las críticas de frente — que hizo que todo suscitara más perplejidad . Qué cojones tiene este hombre. Qué descaro. El gilipollas mayor usando su profundidad para gilipolleces que le envían de vuelta a donde él justo había acabado de caerse. En un mundo perfecto, la historia no terminaría así. Pero la vida no es perfecta y los grandes artistas desde luego que tampoco.

Es un hecho desafortunado de la vida que algunos de los mejores temas musicales están hechos por algunas de las peores personas. De hecho, en el canon de los artistas que son generalmente percibidos como despreciables, Kanye West está en el extremo inferior del espectro. Tengamos en cuenta a Chris Brown, que entre sus numerosas transgresiones, le recordamos por darle una paliza a Rihanna. O las inolvidables travesuras de R. Kelly, posiblemente el último y genuino gran hombre del soul negro, también un presunto depredador sexual. Luego está deadmau5, un DJ/Productor con un complejo de inferioridad tan grande que literalmente no puede verse a sí mismo de acuerdo con alguien sobre lo que sea. Y Justin Bieber, el anteriormente adorable preadolescente con un elegante pompadour, ahora un adulto tatuado tan ansioso de dar puñetazos—como ocurrió recientemente con Orlando Bloom— como de tirar el dinero en un club de striptease.

Comprar albums de estos artistas, ir a sus conciertos, hacer favoritos sus tuits y darle al me gusta a sus fotos del Instagram, es alentar a la gente equivocada. Como ver una película y, en secreto, suspirar para que el malo gane. Y aún así, «Loyal» de Chris Brown, recientemente salido de la cárcel, ha sido uno de los temas más agradables del verano. R. Kelly realmente nunca perdió el ritmo; de hecho, los últimos años le han conferido un renacimiento de clases, ahora que los hipsters blancos están irónicamente disfrutando de su extenso catálogo. El nuevo LP de deadmau5, while(1>2), encabezó las listas dance de EE UU este pasado junio, y según la revista Forbes, está ganando más de veinte millones de dólares al año. El poder de la estrella de Justin Bieber está notablemente en declive —su película biográfica Believe (2013) arrasó en las taquillas, mientras que sus últimos trabajos se han recibido con encogimiento de hombros— pero aún así es más popular que la mayoría de los músicos de hoy en día. Mientras tanto, la versión filtrada del nuevo sencillo de Kanye West, «All Day», ha tenido reacciones positivas y parecen indicar que sea uno de los mayores éxitos de su carrera.

Tío, ¿cómo puede ser un grupo de gente despreciable tan jodidamente exitoso?

¿Cómo puede Chris Brown cometer tantos errores imperdonables y seguir adelante?

Una de las razones por las que es fácil para la gente mala hacer buena música —y para los oyentes que están bien con eso— es debido a los cambios en la tecnología y la forma en que nos relacionamos con los artistas que nos gustan. Hace tan sólo una década, parar comprar música necesitabas caminar físicamente a una tienda y comprarla. Ten en cuenta las consecuencias sociales de acercarte hasta una caja registradora con un CD de R.Kelly una semana después de que fuera acusado por cargos de abuso a menores. Entonces, ¿qué podrían pensar tus amigos sobre tí si vieran tu CD puesto en la estantería? ¡Eres un monstruo por apoyar a ese monstruo! Cuando la música era en físico, estaba de moda. Lo que escuchabas era parte de tu identidad. Poseer algo, tenerlo físicamente en tu poder, era alinearte completamente con él. Al igual que llevar un bolso de Celine o conducir un Tesla, tu colección musical decía que eras este tipo de persona. Cuando tus gustos cambiaban, tú cambiabas.

Ahora, hay muchos menos factores involucrados con la experiencia auditiva, por lo que disfrutar de la música de alguien cuya ideología política o acciones no estarías de acuerdo pierde peso. De hecho, con el auge de la música en streaming, ni si quiera posees nada, por lo que no existe ese apego emocional por el artista o por la canción en sí. No acudes a ningún lugar para adquirirlo. No pagas nada por ello. No hay una inversión real de tu tiempo involucrado, incluso con la participación del mismo. Es desechable. Está en la nube. Siempre está allí. No hay gusto cambiante. Son todos los gustos, todo el tiempo. Y a menos que difundas tu actividad en las redes sociales, en gran medida será desde el anonimato. En la tranquilidad de tu cuarto, sin nadie que te mire, vas a YouTube y ves un vídeo de Chris Brown. Puedes pensar que es un mujeriego, pero si descubres que te gusta la canción, ¿quién va a juzgarte por eso? Nadie, porque nadie lo sabe. Probablemente no tuitearás sobre ello, pero eso no quiere decir que no estés escuchando. Y cuando se está en un entorno social, realmente a nadie le importa si la música está hecha por gente buena o mala. Solo se preocupan de que sea agradable. Un DJ no va a parar una fiesta solo porque tú pienses que las acciones de un artista son «problemáticas». ¿Es un tema de moda? Si lo es, empieza la fiesta Wayne.

También ha habido un meteórico auge del disfrutar de las cosas en sentido irónico. Estamos, por lo menos, a 10 años en un movimiento contracultural que es posterior a la música, posterior a la calidad, posterior a la seriedad. Nos hemos convertido tan mimosos con la limpieza de lo que la tecnología digital nos ofrece que se ha hecho aburrido. Consecuentemente, estamos buscando la imperfección, buscando cosas a las que engancharnos con simpleza porque son horribles. Solíamos pensar, tal vez ingenuamente, que necesitabas ser un experto para dedicarte a la música. Pero ahora, ser inexperto es el nuevo experto. Virtud implica dominio, y dominar algo significa que no hay otro camino. No hay una historia que desarrollar. Ya está desarrollada. No hay nada detrás en lo que concentrarse; más bien, solo podemos estar allí y animar. Eso no se presta a la forma en que nos involucramos en el contenido actual. Así que, no hablamos de las cosas porque no sean buenas. Hablamos de las cosas porque son horribles. En las cosas horribles, vemos lucha, y en la lucha, nos vemos a nosotros mismos. Amateurs, jugueteando, esperando las noticias de alguien. Rara vez compartimos vídeos de producción profesional y comentamos lo hábilmente dirigidas que están. Los que invitan a hacer comentarios son los que se ven como una mierda.

Es «gracioso», Miley Cyrus hacía mucha mejor música —grandes letras, producción profesionalmente pulida— cuando era una estrella adolescente de Disney. Pero nadie diría que Miley Cirus era interesante por aquel entonces. No había nada de qué hablar. No había historia. Hacía buena música, ¡caso cerrado! No fue hasta que añadió unas cuantas «arrugas» a la ecuación —un poco de apropiación cultural por aquí, consumo de drogras por allá— que decidimos que valía la pena discutir sobre ella en un contexto más amplio. Por su parte, Rihanna ha tenido numerosos discos de éxito, pero su uso de las redes sociales, donde ella es tan brusca como franca, nos mantiene atraídos a ella estos días. De forma similar, Bobby Shmurda es el nuevo chico del rap, pero no firmó ningún contrato con Epic Records por mas de un millón de dólares por rapear bien. Firmó porque hizo un baile en Vine que la gente pensó que era divertido y decidió que valía la pena compartirlo. Riff Raff, una de las figuras más atrayentes de la música hoy en día, saltó a la fama por algo tan simple como que la gente enviaba sus vídeos a amigos en plan, «¿este tipo va en serio?»

Cuando añades ironía al colapso del negocio online construido en torno a poseer discos de plástico brillante, además del hecho de que la música se está convirtiendo en una experiencia altamente solitaria —piensa en una persona en el tren, con un par de Beats by Dre puestos cómodamente alrededor de sus orejas— nada malo puede ser bueno. Puedes ignorar las críticas de lo que habitualmente escuchas bajo el pretexto de ser único o auténtico o lo que diablos estén usando los dependientes para vender algo a los jóvenes estos días. A tal efecto, podrías escuchar a Chris Brown o Kanye o deadmau5 solo por el simple hecho de que otras personas no lo hacen. Contradecirse nunca ha sido tan popular. Y las conversaciones habidas sobre estos actos son tan negativas, que es fácil alinearte con ellas con un verdadero «que te den» al establecimiento. Esto es la cultura juvenil en pocas palabras.

Justin Bieber está ansioso de dar puñetazos —como ocurrió recientemente con Orlando Bloom

Las cosas también se mueven increíblemente rápido. La música siempre ha tenido su parte justa de chicos/chicas buenos/buenas, pero si alguien es un pedazo de mierda, somos mucho más propensos a conocer los pormenores de lo ocurrido, mucho más rápido. Cuando Justin Bieber se peleó con Orlando Bloom a finales de julio, tan solo unas horas antes de que el vídeo se abriera paso en la red, el propio Bieber publicó una foto de Bloom en Instagram en la que se burlaba de él. Era como ver a una persona ser un imbécil en tiempo real. Pero lo que lo hace más impactante es cómo se amplifica esa información. Las noticias se publican casi instantáneamente en las páginas web, se republican en Tumblr, son compartidas con comentarios adicionales en Twitter y se opina sin parar sobre ellas en Facebook. En el momento que la historia se difunde, es como el juego del teléfono: raramente se asemeja a la verdad. Ese gilipollas ahora es incluso más gilipollas, sea verdad o no.

deadmau5 se consagró a sí mismo como el defensor de todo lo ético al instante

deadmau5 es otro gran ejemplo de esto. Aunque es una renombrada figura en los círculos de la música dance, una persona promedio —Joe Schmoe en centro America— realmente no tiene ni idea de quién es. Eso es, por supuesto, hasta que empieza a publicar alocados mensajes en Facebook sobre Madonna, como lo hizo en el 2012, después de que ella pronunciara la palabra “molly” en el Ultra Music Festival. Al instante, fue a sus cuentas de las redes sociales y empezó a cortarla en pedazos. ¿Por qué? Porque Madonna, que aparentemente representa todo lo malo de la industrial musical comercial y el complejo de celebridad industrial, fue invadiendo el territorio de la música dance y lo hizo de un modo que le hizo pensar que mandó un mensaje equivocado. deadmau5, como tiende a hacer, se proclamó ipso facto como un defensor de lo ético, de lo bueno y lo malo del género dance. De alguna manera, se le escapó que Madonna estaba haciendo música antes incluso de que él naciera. Pero tenga la razón o no, cualquiera que no esté conectado en el mundo de deadmau5 realmente verá que es él el que va por Madonna. Hace que de algún modo parezca que incluso sus intenciones fueron buenas.

Pero si él está participando en un tête-à-tête con Disney, en una guerra de mensajes con Madonna (a quien él simplemente no pudo parar de pegar tiros), tuiteando cosas locas sobre Paris Hilton o Trey Songz —dos víctimas recientes— o transmitiendo sus propias opiniones empapadas de ego durante su chat en YouTube inspirado en el show Jerry Seinfeld, Coffee Run (el cual, teniendo en cuenta todo, a menudo es bastante esclarecedor), uno podría argumentar que es precisamente su falta de criterio lo que nos permite prácticamente conectar con la mente de deadmau5 y verle como es. Sí, las redes sociales son solo instantáneas, pero cuando hay miles de instantáneas —fotos del Instagram, tuits, actualizaciones de estado en Facebook, por no decir las entrevistas en la vida real y sus interacciones en primera persona— resulta más sencillo darle sentido a quien se muestra como realmente es. Esas instantáneas ayudan a formular una opinión. Si tú eres un gilipollas en la red, la gente gradualmente se imaginará que eres un gilipollas en la realidad.

Hace años, eso nunca pasaría. Si Berry Gordy estuviera continuamente dando por culo a cada artista en Motown Records o Phil Spector abusara de su exmujer, Ronnie, no oiríamos hablar de ello hasta que alguien escribiera un libro de memorias. Piensa en todos los músicos e iluminados de la industria de la música con esqueletos en sus armarios. Es una lista interminable. Lead Belly es el padre del blues; también mató a un miembro de su familia. Ray Charles fue una vez un mujeriego drogadicto. James Brown provocó una persecución policial a alta velocidad, con armas en mano incluidas. Bob Dylan, por todo su gran trabajo, nunca fue considerado un tipo muy deseado. La gente paga cientos de dólares para ver a Guns N’ Roses y Axl Rose nunca aparece a tiempo. Gene Simmons nunca abría la boca sin meter la pata. Snoop Dogg fue a juicio por homicidio —actuando en defensa propia— pero no fue declarado culpable. Jay-Z presuntamente apuñaló a un ejecutivo discográfico. Diddy rompió una botella de champagne en la cabeza de Steve Stoute.

Como ves, los músicos son solo gente de mierda. Pero sabiendo todo esto, ¿hace su música menos agradable? Si Gene Simmons fuera un piquete chovinista, ¿eso le hace dejar de ser un bajista? Probablemente no.

Lo que hace a Kanye tan grande como músico y como persona de interés público es el hecho de que es un idiota

Lo que nos lleva de nuevo al Sr. West. Cinco años después de la interrupción de Ye en los VMA, su desmesurado ego aún se mantiene intacto. Más bien, ha crecido mucho. Ha lanzado otro par de LPs — el B.U.E.N. recopilatorio musical Cruel Summer, además del musicalmente aventurero Yeezus— y ha lanzado una agencia creativa, DONDA. Cuando habló a GQ en julio, parecía muy relajado, tan calmado, tan asentado. Normal. Maduro. Mucho más recatado que el «te dejo acabar» de Kanye.

Sin embargo, el año pasado se vio envuelto en una riña con Jimmy Kimmel sobre un despreciable sketch cómico, que llevó a una serie de encrespados tuits y una pobre disculpa desde el programa nocturno retransmitido en directo. En su defensa, ‘Ye pensó que ambos eran colegas, pero incluso él debería saber que en la comedia, como en la música, todos juegan limpio. Enfadarse por eso parecía bastante cruel e infantil. También se vio envuelto en una reyerta con un fotógrafo paparazzi, que dio como resultado dos años de libertad condicional. Y mientras su matrimonio con Kim Kardashian es encomiable, se dice que en sus 45 minutos de discurso nupcial se le vio enfurecidamente agitando su puño ante el maltrato de las celebridades y asegurándose de forma meticulosa que la foto de la ceremonia consiguiera el récord de me gustas en Instagram. Fueron necesarios cuatro días para sacar la foto. ¿Cómo no se te van a poner los ojos en blanco con cosas como esa?

Así que aunque la percepción de Kanye lentamente cambia, la mayoría de las personas aún piensan que es un idiota. El mismo Kanye West probablemente piense que es un idiota. Kanye West es un idiota (nunca olviden —«¿Por qué piensan que Dame y yo molamos? ¡Somos gilipollas!»). Pero parte de lo que hacer a Kanye tan grande como músico y como persona de interés público es el hecho de que es un idiota. Él es una celebridad que valora lo que hace más allá de la fama. Él legítimamente piensa que lo que le tiene que ofrecer al mundo —música, moda, arte, lo que sea— vale la pena considerarlo como mérito, y no el hecho de que solo es un negro que sabe rapear bien. Si le quitaras esa parte de su carácter, esa arrogancia, estar fuera de lugar incontables veces y su complejo de inferioridad, el no sería Kanye West nunca más. Seria como un superhéroe despojado de sus poderes.

Y probablemente, esa es la razón por la que a veces hacemos la vista gorda con algunos músicos, tanto si son buena gente o como si no. Porque entendemos que como todo el mundo, los defectos en el carácter son los que hacen a los músicos lo que son. No son perfectos, porque nadie lo es. Llegados a un punto, incluso esas imperfecciones son hasta inspiradoras. Considera la bebida energética que está escuchando a Kanye despotricar contra sus detractores, o viendo a deadmau5 teniendo un cuerpo a cuerpo con un gran malo de Disney, o reconociendo el simple hecho de que Chris Brown puede cometer muchos errores estúpidos e imperdonables y seguir tranquilamente hacia delante. Sin duda hay una cosa que podemos tener en cuenta de todo esto. Tal vez sea la ilusión, y tal vez sea hacer grandes cosas —las grandes cosas que muchos de nosotros aspiramos hacer— necesitamos ser un poco apasionados. Es incorrecto decirlo, pero a veces para hacer las cosas tenemos que ser un poco malos, tenemos que tener un poco de resentimiento. Probablemente, incluso tengamos que ser un poco indeseables. Simplemente no ese indeseable.

Tal vez lo más importante es que todos, Kanye West, deadmau5, Chris Brown y R. Kelly aún hacen música que a millones de personas de todo el mundo les gusta. Cuando sean menos capaces de hacer eso, entonces podría ser el momento de considerar cuán patéticamente horribles son estas personas. Pero en lugar de eso, lo que su éxito muestra frente al absoluto desprecio es que a la gente a veces no le importa tanto un modo u otro. Es puramente maquiavélico en la naturaleza. Ser muy querido es una cosa, pero hacer gran música es otra. Seguir haciendo canciones, y un artista estará obligado a hacer cualquier cosa —incluso ser un gigantesco gilipollas—. Y no importa cuanto sepamos sobre ello. Lo peor es que harían que nos gustasen incluso más.

Sigue a Paul Cantor en Twitter @PaulCantor.
Ilustraciones de
J.J. McCullough.

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