Portadas de libros, aeromodelismo y mi papá

El Sr. Escritor
8 min readSep 24, 2014

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Este post es una transcripción prolongada de mi plática en CreativeMornings, dada el 13 de diciembre. El tema fue “Hacer” y en lugar de hablar de mi propio trabajo, decidí a hablar de mi papá, su trabajo y cómo él me convirtió en el creador que soy hoy.

Mi papá es ilustrador freelance de portadas de libros. Comenzó al salir de la universidad y ha realizado portadas desde entonces — unos 37 años hasta ahora. Si alguna vez has estado en una tienda de libros, has visto una de sus portadas. Si vas caminando y ves en la calle una caja de cartón con una pila de libros dentro, has visto una de sus portadas.

Durante los primeros 20 años él pintó cada una de las portadas. Tomaba algunas fotos de referencia con su cámara polaroid y pasaba el mes siguiente pintando con acrílico sobre un tablero de masonita preparado con gesso. Al terminar, él mandaba la portada por Fedex a su editor en Nueva York, con la esperanza de que llegara en una sola pieza. Ahora mi papá usa Photoshop. Él puede comenzar una portada un viernes y enviarlo por correo electrónico a su editor el lunes.

Debido a que mi papá trabaja desde casa, mis hermanos y yo crecimos viendolo ilustrar estas portadas. Nos saludaba en la mañana desde su estudio y nos deseaba buenas noches desde su estudio. Mi padre se desvela trabajando mejor que nadie que yo conozca, lo que explica por qué para mi es normal a veces trabajar una jornada de 14 horas. Algunas noches hemos trabajado uno junto al otro en su estudio, observando cualquier juego de Philadelphia, con el audio de la emisión de radio local.

Debido a que mis padres viven en la pequeña ciudad de Macungie, Pennsylvania, mi papá nos pedía que posáramos para él en lugar de contratar modelos. En ese momento, no había nada especial en ello, era sólo parte de nuestra infancia: yo pasaba unos minutos luciendo como un niño sin familia y él me pagaba $20, que yo podía usar para mi próximo videojuego. Para un niño, esto era pan comido.

Posar para papá rara vez fue planeado, sólo nos llamaba a su estudio para pasar un par de minutos ahí. El rodaje a menudo involucraba a mi mamá sosteniendo un pedazo de hule espuma como reflector improvisado o escogiendo el atuendo correcto para nosotros. Mientras tanto jugábamos, esa era nuestra versión del acto de disfrazarse.

Después de mantenernos quietos durante unas tomas, tratando de hacer reír a los demás sin reirnos, regresábamos a lo que fuera que estuviéramos haciendo. Luego, varios meses después, nos encontrábamos en otra cubierta. Eso se sentía como magia. Mi padre no necesita pantallas verdes o iluminación profesional: él puede hacer una cubierta de cualquier cosa.

Para iniciar una portada, uno de los editores de papá le enviaba un boceto. El boceto era a menudo más un garabato que algo descriptivo, por lo que después del boceto seguía una llamada. El director de arte querría meter su cuchara y usar un boceto de los suyos. Esto típicamente suele ser más elaborado y sigue siendo difícil de interpretar para la mayoría de la gente. Sin embargo, mi padre no tenía ningún problema. Él tomaba estos bocetos y producía una portada con la imagen exacta que sus editores tenían en mente.

Debido a esto sus editores constantemente volvían a trabajar con él cuando necesitaban el trabajo bien hecho. Esto tuvo un gran impacto en mi propia ética de trabajo y el tipo de relaciones que trato de construir con los demás. Si te estableces como alguien que siempre puede terminar el trabajo con un nivel de calidad más allá de las expectativas, nunca tendrás problemas para encontrar trabajo.

Aunque mi padre está en la cima de su trabajo con las cubiertas de libros, su verdadera pasión radica en el aeromodelismo. Cuando él nos deseaba buenas noches desde su estudio, por lo general tenía un avión frente a él en lugar de una cubierta.

Él comenzó a armar aviones a la edad de ocho años, habiendo aprendido de su padre. En aquel entonces, no existían los videojuegos ni las computadoras (*suspiro*), por lo que el modelismo era una afición común para el niño promedio. Las tiendas de hobbys son poco comunes en estos días, pero si puedes encontrar una, hay una buena probabilidad de que tendrá una sección para el modelismo de aviones. Pero mi padre no sólo arma sus aviones a partir de kits. En realidad los construye desde cero, y cada uno es una réplica exacta de un avión existente de una época anterior, principalmente la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Un solo avión toma desde dos meses hasta un año en completarse. Cada uno se construye a partir de varias hojas de madera de balsa que se cortan a un cierto tamaño y se pegan en sitio. El avión se envuelve en papel de seda y se decora con todos los detalles de su diseño original. De niño, fui testigo de la evolución diaria de cada avión, cada uno construido en partes separadas y luego reconstruido al final. Ahora veo el progreso en meses, cuando puedo visitar la casa. Voy a encontrar a mi padre ya sea iniciando un nuevo avión o dando los toques finales a uno que he visto sólo una o dos veces antes: él siempre está ansioso por mostrar su última creación.

La construcción de modelos de aviones requiere tanto trabajo que puede ser considerado un trabajo de tiempo completo, lejos de ser sólo un pasatiempo, y mi papá no es del tipo que sólo realice una pieza de trabajo y se tome el resto del día libre. Además, cada avión que construye vuela tan bien como se ve. A sus ojos, ¿qué es un avión que no puede volar? Toma esto muy en serio, al extremo de podar sólo una parte de su patio trasero, para que el resto pueda seguir siendo una suave “pista de aterrizaje” para las pruebas y ajustes menores. Él lo llama “Pradera de Hallman”.

Como podrás imaginar, estos aviones no son de radio control. Lo creas o no, vuelan impulsados por bandas de goma. Dentro de cada avión hay una banda de goma engrasada enlazada a un gancho que está en la parte posterior hasta la hélice en la parte delantera. La longitud de la banda de goma depende del tamaño del avión, algunos tan grandes que son de varios pies.

Enrollar uno de estos aviones a mano sería muy agotador, por no hablar del tiempo que requeriría, teniendo en cuenta que un solo vuelo requiere varias revoluciones de hélice. En cambio, mi padre utiliza una bobinadora improvisada. Este dispositivo estilo MacGyver puede enrollar diez veces más rápido que con la mano. También viene equipado con una calculadora que realiza un conteo de la cantidad de revoluciones, usando un imán que está literalmente pegado a la manivela. No es sorpresa que no se pueda comprar uno de éstos — mi papá conoce a un tipo que las hace.

Mi papá también compite como miembro del Aeroclub Flying Aces. Conduce ya sea a Geneseo o Wawayanda en el norte del estado de Nueva York y vuela contra docenas de otros “pilotos” -cada de los cuales ha construído y volado aviones por décadas. Pasan los días compitiendo, además de discutir su oficio, el proceso y las experiencias de construcción del año pasado. Después de haber estado en varias competiciones cuando era niño, te puedo decir que lo que más quiere cada uno de estos “voladores” es compartir lo que sabe y celebrar los vuelos de cada uno.

A la edad de 59 años mi padre es considerado joven entre los otros pilotos, pues la mayor parte de ellos es lo suficientemente mayor como para ser su padre, pero al ser un gran campeón por 5 ocasiones él tiene una sólida reputación.

Junto con la construcción de los aviones, mi papá también construye las herramientas para ayudarle a hacer las partes específicas de cada avión. Una de estas herramientas, que él llama un “canopy vacuformer”, es un artilugio que forma la cubierta de cabina de un avión a partir de una sola hoja de plástico.

Mi papá pone la mitad superior de la herramienta en su horno con el plástico sujeto firmemente. El plástico se calienta a una temperatura entre 300-350 grados, hasta hacerlo maleable. Entonces, se quita el plástico del horno y se coloca en la parte superior del molde de balsa. Con la aspiradora de la familia, succiona el plástico hacia abajo para encajar perfectamente en el molde, formando la cubierta de la cabina del avión.

Siendo niño y crecer viendo este proceso, yo no lo pensé dos veces — esta era la única forma de construir la cubierta de cabina de un modelo de avión impulsado por goma elástica. ¿De qué otro modo lo harías? Hoy realmente aprecio la creatividad e ingenio de parte de mi padre para pensar en un proceso como este, utlizando electrodomésticos.

La atención al detalle que mi papá pone en cada avión es increíble. Su obsesión con incluso los más mínimos detalles es aquella que a menudo veo en mí mismo. Cada vez que me revela su último tablero de trabajo con piezas de aviones, quedo absorto en todas las consideraciones que comparte y admiro la precisión de cada pieza. Todo es siempre perfecto. En mi propio trabajo, quiero que la gente sienta lo mismo que yo cuando veo su obra.

Mientras construye un avión, mi papá se toma un tiempo para documentar todo el proceso, por lo que yo hago lo mismo con mis propios proyectos. Me encanta ver cómo cada parte se une y cómo contribuye al producto final. Al ver esta documentación cuando era niño, aprendí su importancia para contar la historia de cada avión. Pude presenciar las luchas, las decisiones y los sacrificios que llevan al resultado final, mejorando mucho cada avión.

Los aviones de mi papá son más que sólo aviones. Cada uno es una obra de arte y una extensión de mi padre. Aunque estos aviones realmente no importan en el gran esquema de las cosas, significan el mundo para él. Él me enseñó todo lo que sé acerca de laborar y de lo que es ser verdaderamente apasionados por nuestro trabajo. Y me apasiona mi trabajo debido a mi papá.

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El Sr. Escritor

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse.