Cuando la ‘Purple Rain’ cayó

En la cúspide de su éxito, Prince tomó una decisión con tal repercusión que dañaría su reputación durante años.

Cuepoint en español
Cuepoint en español

--

Por Alan Light. Traducido por Laura García.

El éxito de la película y banda sonora Purple Rain —que convirtió a Prince en la primera persona en la historia de Estados Unidos en llegar al número uno por su álbum, single, y película simultáneamente— fue el antecedente para que la gira alcanzase su punto álgido. Al final, Prince y The Revolution realizarían apenas cientos de shows en cinco meses, desde finales de 1984 hasta la primavera de 1985, vendiendo 1,7 millones de entradas.

Al principio, la gira estaba rodeada por un estado de ánimo triunfal. «En un principio, todo el mundo estaba entregado a ella» dice Alan Leeds, manager de la gira. Pero pronto, Prince estuvo preparado para pasar a su siguiente proyecto, y comenzó a arremeter contra los que le rodeaban. «Las cosas se empezaron a agrietar durante la gira» según el guitarrista de Revolution, Wendy Melvoin.

«Estaba haciendo el 75 espectáculo de Purple Rain, haciendo lo mismo una y otra vez», diría Prince más tarde. «Y simplemente lo perdí… sabía que tenía que alejarme de todo eso. No pude jugar al juego». Cortó de golpe la gira, sin llevarla al extranjero y lanzó rápidamente el álbum Around the World in a Day parando el gran momento de Purple Rain.

En este extracto del inédito Let’s Go Crazy: Prince and the Making of de Purple Rain (Atria), su autor, Alan Light describe la desintegración de la gira, incluyendo la gran decisión que dañó la reputación de Prince durante años.

Para las personas cercanas, Prince estaba empezando a mostrar signos de su habitual inquietud. «Estaba aburrido», dice Melvoin. «Lo dio todo en el escenario y siempre estuvo en ello. Pero se había ido, ya no estaba interesado y había pasado página».

«Creo que dio las cosas por sentado durante un minuto allí», dice la pianista de Revolution, Lisa Coleman, «y nunca había hecho eso antes».

«Creativamente, había terminado con eso», dice Alan Leeds. «Estoy seguro de que fue divertido tocar música durante un tiempo, pero hablamos de un tipo que nunca paró de ensayar, así que todos ellos estaban cansados de tocar las canciones antes de que la gira empezara. Habían estado tocando cada día durante un año en ensayos y el equipo había estado escuchándoles cada día durante un año».

«Además, se había tomado básicamente la decisión de reproducir exactamente la película en todo lo que fuera posible. Por el bien del público, eso es lo que había que hacer: es lo que vendía. Algo obvio. Pero lo que también significaba era un encogimiento del grupo, porque el espectáculo era tan teatral que no dejaba lugar a la espontaneidad —en el vestuario, en la coreografía o en la música—. Todos los aspectos teatrales hicieron de esto una gran producción, pero sobre todo fue una obra de Broadway, con la excepción de los bises, ocasión en la que él se explayaría. Pasamos un montón de horas extras en una gran cantidad de edificios, porque el único momento en el que se divertía eran los bises, que podían durar horas».

Uno de los maravillosos ejemplos de apogeo fue la segunda noche en Atlanta. Prince se encuentra de un humor excelente, parando y arrancando The Revolution como si fueran una de las mejores bandas de James Brown. Daba saltos mortales, provocaba a Jerome Benton para que bailara The Bird con él y amagaba las salidas una y otro vez en los bises finales, llevando al público más y más hacia el frenesí. «¡Uno arriba para The Kid!» grazna. «¿Quién se va a meter ahora con nosotros?» Quizás se había cansado de la rutina, pero todavía podía forzarse a sí mismo y a sus músicos hasta llegar casi a la perfección.

En el diario Los Ángeles Times, sin embargo, Robert Hilburn —crítico respetado que había llevado a cabo la entrevista final con Prince antes de que el propio Prince impusiera el silencio a los medio—, se ensartó con el espectáculo por alguna de sus escenificaciones. «Prince se convirtió en una parodia de sí mismo, una sombra de lo que fue, complaciendo a un público fascinado por su personaje sexy», escribió, expresando su preocupación a que «la poco convincente postura sexual de Prince en la gira de Purple Rain significara que se estaba convirtiendo en la Bo Derek del rock».

Nadie estaba preparado en la gira para los problemas de seguridad ni para la locura en general que explotaría en cada ciudad a la que ellos llegasen. «Tu nivel de privacidad se esfuma», dice el otro pianista de The Revolution, Matt («Doctor») Fink, «y podías no salir del hotel o estar en un restaurante rodeado de personas que se enteraban de que estabas allí. Estábamos en un centro comercial de Atlanta y Bruce Springsteen estuvo en el centro a la vez pasando el día. Estaba de incógnito, parecía un vagabundo. Corrimos hacia él: “Ey, Bruce, ¿cómo te va, tío?” Y después entramos en un restaurante y alguien supo que éramos nosotros, se corrió la voz y lo siguiente que sabes es que hay una gran multitud bloqueando las salidas del restaurante. Así que eso me asustó».

«Prince siempre actuaba como “si realmente esto fuera a estallar”, pero no creo que pensara siquiera en lo que eso significaba, ¿cómo se traduce esto día a día?», dice Leeds. «Soy de la vieja escuela y sólo veía dentro de los parámetros del negocio tradicional de la música —“de acuerdo, él va a tener un álbum enorme, va a cruzar fronteras y nosotros vamos a tocar en estadios”—. Pero no así, no pateando calles y moteles de la ciudad».

Prince en la premier de Purple Rain en Hollywood el 27 de julio de 1984: llegó en una limusina púrpura y flanqueado por guardaespaldas corpulentos, desfilaron por la alfombra llevando únicamente una rosa.

«Estábamos en D.C., quedándonos en el Watergate, y Prince, como solía hacer, se había peinado a conciencia. Habíamos encontrado un salón que luego alquilaríamos durante el día, localizamos a los empleados, les pagamos y pusimos periódicos en las ventanas para privatizarla durante una hora, así que fue fácil. Pero de alguna forma se filtró —quizás el propietario lo filtró, no era tonto—, y yo estaba sentado en el hotel con Gwen, mi esposa, que fue mi asistente en la gira, cuando alguien llamó y dijo: “¿Tienes la televisión encendida? Bueno, pon el canal que sea”, y es como que cada estación local en D.C. tenían sus furgones frente al salón y Wisconsin Avenue fue cerrado. La policía había cortado la calle, porque ¡la gente había salido de todos los edificios y estaban obstruyendo la calle y las aceras! Así que, no, nadie previó esto, nadie realmente pensó que eso era lo que iba a significar».

A la llegada del nuevo año de 1985, Prince tuvo también que añadir una nueva ronda de actuaciones y apariciones a su horario, desde que Purple Rain fue nominada para una serie de premios. El álbum ganaría dos Grammys —Mejor interpretación de Rock por un duo o grupo, y Mejor álbum o música original escrita para una película o especial de televisión— y lo más increíble, un Oscar a la Mejor canción original (Apollonia Kotero recalcaría luego que una noche, después de ver los diarios de Purple Rain, ella le dijo a Prince: «Sabes que vas a conseguir un Oscar por esta película — no por la actuación, sino por la música». Él se recostó en su silla, riendo, y dijo: «¿Tú crees?»)

Cada uno de esos shows ofreció una nueva oportunidad para que Prince se crease una imagen internacional, cosa que supo aprovechar. En los Grammys, su séquito en el escenario incluyó a una personita. En los Brit Awards, el descomunal guardaespaldas, Big Chick, se les unió en el escenario. Prince llevaba una boa de plumas rosas y todo su discurso de agradecimiento fue «Gracias a Dios. Buenas noches». Cuando su nombre fue anunciado por la Academia, cogió a Melvoin y a Coleman, llevándoles hasta el escenario y ofreciéndole a Melvoin su trofeo para que lo sujetara.

«Claro que, con Prince cada aparición en televisión traía algo increíble, raro o impresionante que sobresalía, así que nosotros nos empezamos a enfocar en las pruebas de sonido», dice Coleman. «Trabajaríamos en como tocar “Baby I’m a Star” o cualquiera en los premios siguientes. Puso toda su energía —y creo que estaba pasando por un gran momento—. Lo tenía todo en la palma de la mano y estaba en pleno apogeo. Sobre todo, se sentía muy confiado —casi hasta engreído, en muchos sentidos, y él como que estalló la burbuja un poco—. Como, “puedo hacer cualquier cosa”, “los cabrones comprarán cualquier cosa”».

«El tenía estas personalidades, que sabía simplemente lo que querían decir. Hubo una parte de Prince que llamamos Steve, y con ese era con el que podías vaguear por ahí».

«Ese es el tipo con el que pasabas la noche, comías uvas e ibas a la tienda, y era adorable», dice Wendy Melvoin.

«Había comprado un cono de helado y llevaba zapatillas de deporte», dice Coleman, «pero al siguiente minuto, estaría en plan “hey, cabrones…”» «El sería el jodido George Jefferson. Y tú estarías como, “oh Dios”».

«Sabía de alguna forma que sería el principio del final», dice Susannah Melvoin. «Había encontrado esa cosa que iba a lanzarlo a la estratosfera del estrellato, pero también que no podría parar. Empezó a cambiar de humor, se hizo más supersticioso, obligado a mantener su imagen sólida y a no romper el molde, lo que se convirtió en un confinamiento. Es difícil vivir el día a día de esa manera. Tenía que vivir y respirar como este personaje y era como, “¿quién cojones es este tío?” A veces podía ser realmente aterrador».

Las cosas llegaron a su punto crítico el 28 de enero, a raíz de los American Music Awards en Los Ángeles, y a los que Prince fue nominado en diez categorías (Sheila E. tuvo dos nominaciones, y The Time recogió uno, también). Unos días antes, «Take Me with U» había sido lanzado como single, el último single de Purple Rain; también fue el único con otra pista del álbum, una edición de «Baby I’m a Star» como B-side, y el único en la lista del Top Ten, alcanzando el número 25.

Prince levanta la mano enguantada al aceptar un AMA por su single «When Doves Cry», junto a los miembros de su banda.

La noche de los AMAs de aquel año fue un momento histórico en el mundo de la música, cuando una docena de los artistas más reconocidos del mundo, en lugar de irse de fiesta o a la parte de atrás de sus autobuses de gira, se fueron a los estudios A&M de Hollywood para grabar la canción «We Are the World» en beneficencia de África. Escrita por Michael Jackson y Lionel Richie, producida por Quincy Jones y con las voces de leyendas como Stevie Wonder, Bob Dylan, Ray Charles y Bruce Springsteen, la canción se convertiría en el mayor single con ventas de la historia de Estados Unidos y serviría de clímax para culminar el concierto Live Aid en Filadelfia en julio.

Prince, por supuesto, estuvo cerca de participar, pero pasó y propuso una forma diferente de contribuir al proyecto. «Un día, estaba con Prince en el estudio de su casa, solamente nosotros dos», dice Susan Rogers, quien diseñó Purple Rain y los siguientes álbumes de Prince, «y recibió una llamada de Quincy Jones preguntándole si quería ser parte de “We Are the World”. Sólo escuché el trozo de conversación de Prince —estaba en la sala de controles esperando— pero él lo rechazó. Fue una conversación larga, y Prince dijo: “¿Puedo tocar la guitarra?” Y ellos dijeron que no, y finalmente dijo: “Vale, bueno, ¿puedo enviar Sheila?” Y la envió. Luego dijo: «Si va a ser un álbum, ¿puedo hacer una canción para él?” Y, evidentemente, dijeron que sí».

En la entrega de premios, todo era un torbellino por la organización y programación; todo el mundo estaba murmurando sobre lo que se había planeado para después. «Nos tuvieron tan ensimismados que mucha información nunca nos llegaría», dice Coleman, «así que no recuerdo incluso sabiendo lo de “We Are the World” hasta ese día, cuando todos estaban hablando sobre ello en el backstage. Como, “¿te veremos esta noche, verdad?” Y yo estaba en plan: “¿De qué están hablando?”»

«Prince estaba cabreado», dice Wendy Melvoin. «Estaba en plan, “No quiero ver a ninguno de vosotros allí, no os permito ir”».

Hasta el último minuto, el manager de Prince estuvo tratando de persuadirle para que apareciera. «En los American Music Awards continuaba diciéndome que solo iba a tocar la guitarra», dice Bob Cavallo, uno de los managers de Prince en ese momento y productor de la película Purple Rain. «Así que llamé a Quincy, y él me dijo “¡No le necesito para tocar la jodida guitarra!” y se cabreó. Dije: “Está bien, no sé, no se encuentra bien”. Empecé toda esta campaña de que se estaba cogiendo la gripe. Le dije a Prince en el backstage: “Voy a decir que estás enfermo. Si sales esta noche y te ven, ya puedo imaginar los titulares: ‘Prince se va de juerga mientras la Royalty Rock recauda millones’ o lo que cojones sea lo que quieran escribir. Sospecharán de todos modos. Te tienes que quedar en casa, engañarles y estar enfermo”. “Vale”, dijo. Prince y los suyos se fueron directamente de los American Music Awards a algún jodido club en Sunset. En el camino, su guardaespaldas, un idiota, le pegó a alguien, la prensa lo vio y eso fue todo».

Prince actuando en los American Music Awards.

Después de que Prince ganara tres trofeos y se entregara abrasadoramente a una actuación de «Purple Rain», él y su séquito se fueron al Westwood Marquis Hotel, al menos por un rato.

«Le suplicamos, no importaba lo que pasara en los premios, que no podíamos ir por las calles y celebrarlo si no iba a ir a los A&M», dice Leeds. «Fargnoli y yo estábamos como, “tío, tienen los ojos clavados en ti, ¿ok? Solo pasa desapercibido. Las dos mayores cosas del planeta esta noche son esa grabación y tú, y todo el mundo va a querer saber por qué eso no puede ir unido. Así que coge tu premio y mantén tu culo en el hotel. No puedes irte de bares como sueles hacer, con dos guardaespaldas persiguiendo chicas. No esta noche, no mientras esto está pasando”».

«Así que la cosa fue bien hasta las dos de la mañana, más o menos. Creo que Bobby y su esposa Vicki, Gwen y yo éramos los últimos que quedaban en la habitación. Nos quedamos con él a propósito, pero fue una noche intensa y estaba en el séptimo cielo. Le dejamos alrededor de las dos, dos y media de la mañana y sobre las cuatro, cuatro y media, el teléfono comenzó a sonar, era Chick. “Oye, colega, ¡será mejor que vengas!” “¿Qué?” “Bueno, estábamos en el club de Carlos y Charlie (un club famoso) y Big Larry, el guardaespaldas, está en la cárcel, el sheriff se lo llevó”. He tenido escándalos durante las giras en las que los músicos son arrestados, estas mierdas pasan, pero nunca había leído nada que estuviera en portada. Simplemente fue raro».

La agencia de noticias UPI asoció los problemas de Prince esa noche y las buenas vibraciones de la grabación de «We Are the World»: «De un comportamiento violento de los guardaespaldas a una noche de compañerismo internacional». Ken Kragen, uno de los organizadores de USA for Africa, fue citado diciendo que «el esfuerzo habría sido mucho más comercial con la participación de Prince». Más tarde, Los Angeles Times ofreció un resumen más conciso de la opinión pública, sobre las acciones de Prince «que llevaron a mucha gente a pensar en él como en un idiota arrogante.»

Se dejó a los otros recoger los pedazos. «Estaba haciendo todas esas entrevistas a la vez y todo el mundo quería saber por qué él no estaba allí [para la grabación]», dice Wendy Melvoin. «No podía decir la verdadera razón —lo que hubiera hecho que patearan su jodido trasero— tuve que decir: “estamos en una camioneta en algún lugar, que él no llegaría, ¡obvio!” Sabía que no había manera de que dijera: “Porque él cree que es un tipo duro y quiere ir a la moda, y tuvo la sensación de que la canción ‘We Are the World’ era horrible y no quería estar rodeado de ‘todos esos cabrones’”».

Prince denegó su invitación a unirse a la épica reunión de superestrellas de la música para grabar «We Are The World» el 28 de enero de 1985, en el A&M Estudios en Hollywood

«Fue horrible. Tenía que llevarnos al Carlos and Charlie y tener una jodida fiesta. Lo recuerdo perfectamente, sólo pensaba “Esto es un error. Esto esta muy mal”. Estábamos avergonzados. Todos en la banda estaban horrorizados. Y así es como se sentía, algo no iba bien, se estaba poniendo feo. El derecho a subsidio era casi como un niño con muchos caramelos».

«Creo que él estaba demasiado ensimismado», dice Coleman. «A pesar de que estaba leyendo todas las revistas, él no le estaba haciendo caso a la revista Time; estaba leyendo revistas de música y de moda. Así que su opinión del mundo, de la política o de cualquier cosa, simplemente no la conocía. No estaba en sintonía con eso. Esa no era su causa. Simplemente se convirtió en su propia causa; el mensaje se había esfumado».

Para tan mala decisión como pudo ser estar fuera de la grabación «We Are the World», valía la pena recordar que Prince estaba en medio de una gira que incluyó un componente de caridad que recaudó 250.000 dólares para el trabajo de Marva Collins en Chicago, e incluyó varias unidades de alimentos y cuatro conciertos gratis para niños con necesidades especiales. Él escribiría una canción, «Hello», que saldría publicada en julio como parte del B-side de Around the World’s “Pop Lifey presentaría su versión del incidente con el paparazzi.

Cuando habló con MTV a finales de 1985, Prince se mostró casi humilde. «Habíamos hablado a la gente sobre lo que estábamos haciendo en USA for Africa, y dijeron que estaría genial si les daba una canción para el álbum», dijo. «Era lo mejor para ambos, creo. Soy más fuerte cuando estoy rodeado de gente que conozco. Así que era mejor que hiciera la música con mis amigos que ir y participar en aquello. Probablemente me habría tenido que callar con tanta gente estupenda en una habitación. Soy un admirador de todas aquellas personas que participaron y no quería llevar rencores… Lo principal [que la canción «Hello»] dice es que estábamos en contra de la pobreza infantil, y el disco se mantendría alto».

Cinco días después de los AMAs, tras agotar entradas en el Superdome para más de 80.000 plazas en Nueva Orleans, él grabó «4 the Tears in Your Eyes», la canción con la que contribuía al álbum de USA for Africa. «Teníamos un camión allí, y Prince grabó la canción durante la prueba de sonido», dice Susan Rogers. «Tan pronto como la prueba estuvo hecha, él volvió al camión y nos quedamos levantados toda la noche, hicimos los overdubs, la terminamos y mezclamos. Al día siguiente todavía estábamos allí, habíamos estado levantados toda la noche y él tenía otro concierto que dar. Estaba hambriento, y dijo: “¿Crees que podrías conseguir algo de comida?” Así que dejé el camión y fui escaleras arriba, y había gente que estaba limpiando la habitación; habían abastecido una fiesta y tenían algunas sobras frías, pan, patatas fritas y refrescos calientes que iban a tirar. Les pregunté si podía coger algunas cosas, y me dijeron “sí, claro, sírvete tú mismo”, así que me hice con un par de platos y los llevé de vuelta y él y yo comimos nuestros sandwiches y refrescos calientes, y terminamos la canción».

«Un poco después, recuerdo leer en la revista People que en la grabación de “We Are the World” habían tenido caviar y champagne. En los periódicos, ellos simplemente habían desgarrado a Prince: “¿Cómo se atreve? No se preocupa por los niños hambrientos”. Y yo pensé: “No, de hecho, él fue el único hambriento, que pasó toda la noche y estuvo contento de comer pan y refresco caliente para hacer una canción para su disco. Él fue el que no tuvo caviar ni champagne”. Pero no puedes decir esas cosas. Le pregunté: “¿No vas a decir nada?” Y me dijo: “No, si dices cualquier cosa, ellos ganan”».

El álbum USA for Africa llegó al número uno, y «4 the Tears In Your Eyes» fue bien recibida por las críticas, aunque no generó ningún interés real en radio o movió hilos para el proyecto. Y el daño ya estaba hecho. Cuando Bob Cavallo mira hacia atrás y ve el fiasco de «We Are the World» ve un momento crucial en toda la carrera de Prince. «Todas las superestrellas allí dijeron cosas horribles sobre él», dice. «No sé lo que dijeron a la prensa, pero si sé lo indignados que estuvieron».

«Creo que ese momento es lo que hizo a la gente ambivalente acerca de su grandeza. Cuando la prensa habla mal de ti, necesitas veinte años para que la gente pare de reflexionar sobre ello. Y si tipos como Springsteen o quienes están hablando sobre lo grande que es, como solían hacer, sería un añadido a la leyenda. Pero en cambio, todo el mundo estaba arrepintiéndose, como “¿Qué clase de idiota es el que se iría a algún club en lugar de estar allí y cantar dos líneas en una canción?”»

El 2 de febrero, el Saturday Night Live abrió el episodio con un sketch sobre la situación. Rich Hall, miembro del reparto, interpretó a Mark Goodman, veejay de MTV, presentando el fragmento diciendo: «Cómo sabéis, Prince no participó en el gran video de USA for Africa porque estuvo ocupado rescatando a sus guardaespaldas después de que le pegaran a alguno de sus fans a las puertas de un restaurante de Hollywood». Pero ahora, el «sultán de la pantalla» había organizado su propio vídeo para el hambre en el mundo. Billy Crystal, en el papel de Prince, cantó:

I am also the world, I am also the children,
I am the one who had to bail them out, Now ain’t that givin’!
It’s a choice I made! The kids will have to wait,
There’s got to be another way to get on MTV

Los miembros del reparto que interpretaban a Bruce Springsteen, Paul Simon y Willie Nelson entraron todos en el estudio, tratando de cantar, pero cada vez que «Prince» señalaba a sus guardaespaldas, interpretados por Mr. T y Hulk Hogan, estos maltrataban a los otros artistas y los echaba de la sala.

Dos meses después, Prince tocó el final de la gira de The Purple Rain ante un público de 55.000 personas en el Orange Bowl de Miami. Terminó el show diciendo, «Ahora me tengo que ir. No sé cuando volveré. Quiero que sepan que Dios os ama. Os ama a todos». Sólo dos semanas después de esto, con una mínima advertencia, su nuevo álbum Around the World in a Day, llegó a las tiendas de discos, y terminó la era de Purple Rain.

Extraído de Let’s Go Crazy: Prince and the Making of Purple Rain, publicado por Atria Books. Copyright © 2014 por Alan Light. Reimpreso con permisos de autor. Todos los derechos reservados.

Disponible para su compra en Amazon, Barnes & Noble, Powell’s Books, o tu librería habitual.

Si te ha gustado lo que acabas de leer, por favor, haz clic en el corazón para que este artículo llegue a todos tus seguidores.

¡No pierdas el ritmo! Cuepoint en español también en Twitter y Facebook.

--

--