La persona de la idea

Muchas personas en el campo de la creatividad, en donde me incluyo, han sucumbido a la fantasía de la persona de la idea.

Evelyn Wittig
5 min readMar 12, 2015

La persona de la idea entra campantemente a la oficina el lunes por la mañana sintiéndose como una pluma, su mente floreciendo como una flor de loto. ¡Una idea se está desplegando! Y que maravillosa que es, reluciente de promesa, titilando con anticipación de lo que puede ser. A pesar de que la idea en esta etapa es apenas un fantasma, la persona de la idea desde ya la puede ver, saborear, o tocar una parte — una oración perfecta, una escena que te provoca un nudo en la garganta, un concepto sorprendente, una interacción intuitiva — . ¡La idea tiene piernas! Y lo que se necesita es que esas piernas crezcan fuertes, se puedan parar, y corran a toda velocidad hacia adelante hasta que destruyan la barrera entre la imaginación y la realidad.

Así que la persona de la idea reúne un equipo talentoso, les cuenta la idea, y les dice, «¡hagan que suceda!» Después este equipo — talentoso y diligente— toma la idea y la lleva a su laboratorio, le sube el volumen al bajo mientras trabaja su magia, y ¡voilà! La idea, como Gasparín, obtiene un hermoso cuerpo terrenal. El mundo es uno mejor con esta nueva historia, película, invención, diseño, servicio, ley, proceso — cualquiera que sea la idea.

Todo el mundo esta muy impresionado y piensa, «Wow, qué gran idea se le ocurrió a la persona de la idea».

La persona de la idea, más contenta que un pastel, decide tomarse unas vacaciones en una localidad lejana en busca de inspiración para la próxima gran idea.

Saboreé mi primera experiencia de esta fantasía en el sexto grado, cuando mi mejor amiga y yo, que éramos unas ávidas lectoras, decidimos que debíamos escribir nuestros propios libros. Solíamos sentarnos en una mesa después de clases con un cuaderno de espiral y una de esas plumas de tinta de gel que brillaban, y garabateamos la palabra Ideas en la parte de arriba de la página.

Y las ideas comenzaban a brotar, como la niebla sobre las colinas.

Una niña que vive en una laguna azul brillante es adoptada por una familia de delfines. (Influenciado por Julie y los Lobos)

Una banda atractiva de duendes y hadas se embarcan en una búsqueda para encontrar un cristal brillante gigante para salvar su aldea, mientras en el proceso tratan de descifrar quién debe salir con quien. (Influenciado por Final Fantasy + David Eddings.)

Una chica cría en secreto un cachorro de tigre blanco con brillantes ojos aguamarina y, finalmente, se convierte en la niña más genial de la escuela. (Influenciada por una ilusión. Y sí, teníamos una debilidad especial por la palabra brillante en ese tiempo. )

Hicimos esto muchas tardes, llenando páginas de ese cuaderno con diez, veinte, cien ideas, cada una rebosando potencial.

En algunas ocasiones, llegábamos a casa sin aliento. Yo corría subiendo las escaleras, una de esas ideas detonando dentro de mí mientras encendía mi ordenador y usando Word comenzaba a traquetear las teclas.

Lo más que llegué a escribir fueron 6o páginas. Los duendes y las hadas acaban de dejar la aldea y se habían adentrado en el bosque, donde encontraron una adivinanza tallada en la base de un árbol.

Somos una cultura que glorifica las ideas. En el ambiente tecnológico, todo mundo quiere discutir las últimas tendencias (¡transmisiones en vivo! ¡Drones!) En la industria cinematográfica y editorial, miles de correos electrónicos son intercambiados sobre que géneros están de moda (¡fantasía!) y cuales no lo están (¡vampiros!) Haz una búsqueda en Google sobre «La próxima gran idea» y vas a obtener 300 millones de resultados, muchos de ellos entradas de blog afirmando que contienen el secreto para el éxito. En entrevistas, los candidatos con frecuencia evaluan la fuerza de sus ideas. En las cenas, nos encanta sentarnos cerca de la «persona de la idea».

Y aún así, las personas que muy probablemente serán llamadas por todos «personas de las ideas» en su interior saben muy bien lo poco que vale una pequeña idea por sí sola.

Harry Potter no fue el primer libro sobre un chico en una escuela de magos.

Google no fue el primer motor de búsqueda.

Sabemos cómo prevenir y tratar la malaria desde hace más de medio siglo, y aún así cada año sufren esta enfermedad 200 millones de personas.

Nosotros que crecimos con la información al alcance de nuestras manos hemos sido testigos del surgimiento y caída de incontables tecnologías, pero dos tercios de las personas en el mundo no tiene un acceso básico a Internet.

Las ideas son como un dulce — están llenas de color, son divertidas, y es muy fácil dejarse enredar por ellas.

La parte difícil — la que realmente importa — es el seguimiento que les demos.

¿Por qué no glorificamos mejor eso?

¿Qué es una persona que termina lo que empieza?

Alguien que sabe que el 90% del éxito de un proyecto es una buena ejecución.

Alguien que valora que las cosas se hagan.

Alguien que honra la destreza de hacer que las cosas se hagan bien.

Alguien que reconoce que para que una idea tenga vida, ésta debe inspirar a otros a querer que tenga vida, a través de una combinación de planificación, investigación, pensamiento crítico y esfuerzo.

Alguien que pelea con el diablo en los detalles todos los días.

Alguien que no se da palmadas en la espalda cuando la idea es buena, sino solamente cuando la encarnación de ésta es buena.

Alguien que no se encoge ante la posibilidad de que su idea no sea lo suficientemente buena.

Alguien que está al pie del cañón ante lo duro, lo repetitivo, lo frustrante, lo aburrido, todo por el bien de hacer algo real.

Celebremos a esta persona.

Fantaseemos con ser esta persona.

Los duendes y la hadas nunca salieron del bosque en mi historia.

Pero en la historia de mi mejor amiga, ellos salieron y tuvieron grandes aventuras.

En los veranos, cuando visitaba parientes del otro lado del mundo, ella escribía.

Por la noches, después de terminar sus tareas, ella escribía.

En los fines de semana, mientras el resto de nosotros dispersábamos nuestro tiempo en el aire, ella escribía.

Le llevaba meses terminar una sola historia, porque escribir es un asunto complejo. La vi escribir y re escribir escenas. La he visto arrancar un personaje con una precisión de cirujano para luego hilvanar uno nuevo, meticulosamente, página por página. He visto como trasplanta una historia a un escenario totalmente diferente y como vuelve a trabajar en los detalles que serían afectados por el cambio. Es como tratar de remover un color particular de lana de una bufanda que se está tejiendo.

Pero es que mi amiga es una persona que termina lo que empieza, y es por eso que a través de los años, he tenido el gran placer de saborear muchas de sus historias.

No soy la única. Muchas personas las disfrutan, porque mi amiga, Marie Lu, es ahora una autora de bestsellers.

Nada es tan emocionante como la promesa de una buena idea.

Nada sucede si no se le da un seguimiento.

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Evelyn Wittig

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