Mi viaje al Norte Grande

Cómo se me ocurrió irme de vacaciones al extremo tropical y árido de Chile

Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno

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Éste es un resumen de las experiencias de mi viaje, junto con mi esposa Marisa, a la región del Norte Grande chileno, en enero de 2015. Paramos en dos destinos diferentes (San Pedro de Atacama e Iquique) buscando variedad; en total fueron doce días. No es un diario de viaje; aunque yo llevé uno, no es algo que valga la pena transcribir aquí. Pretendo escribir algo, sí, para poner en orden mis ideas, alentar a los que no conocen el lugar a visitarlo, y guiar a los que quieran ir allá con algunos consejos: cosas que nos resultaron, cosas que podríamos haber hecho mejor, cosas que no deberíamos haber hecho.

El Norte Grande es una de las regiones naturales de Chile. Limita al norte con Perú, al oeste con Bolivia y con el noroeste argentino, y al este con el Océano Pacífico. En él se encuentran tanto hermosas playas como el desierto más árido del mundo.

La idea de viajar al Norte Grande chileno me surgió mientras leía Memorias del desierto, un libro de Ariel Dorfman, que narra su vuelta al Chile de donde se tuvo que exiliar hace años para buscar datos sobre un amigo ejecutado por la dictadura, mezclándola con descripciones del paisaje, historias sobre la particular gente que vivió en la región y más. Fue hace casi exactamente seis años, en enero de 2009, mientras Marisa y yo estábamos de vacaciones (una de las primeras vacaciones juntos) en Uruguay. Por locuras de viajero habíamos decidido visitar no sólo Montevideo y las playas sino el interior, y fuimos hasta Tacuarembó, donde había poco y nada para hacer y hacía una temperatura digna de los peores días veraniegos de Rosario. Transpirando en un predio apartado de la ciudad, a la sombra mientras esperábamos un colectivo interurbano que tardó horas en pasar, decidí que algún día visitaría el desierto de Atacama, los pueblos salitreros y las playas de Iquique.

Varias veces comenzamos a planearlo y lo dejamos estar. El principal obstáculo siempre fue el dinero: Chile es famosamente caro para los argentinos, el Norte Grande y San Pedro de Atacama en particular son caros hasta para los chilenos, y a medida que la situación económica en Argentina se ponía peor, la inflación cada vez más alta, los ahorros cada vez con menor rendimiento y el valor del peso argentino cada vez menor, el viaje parecía alejarse. A esto se le podría sumar cierta inseguridad sobre la conveniencia de viajar en verano (única época posible para nosotros) a un lugar situado dentro de la zona tropical, y para más, un lugar donde casi nunca llueve y el sol brilla a toda potencia todos los días del año.

El asunto del dinero terminó por resolverse cuando el gobierno argentino, en su sabiduría, decidió que el dólar no sería tratado como una especie de droga ilegal sino meramente como un material potencialmente explosivo, y regularizó su compra en el mercado oficial, con controles, recargos y límites importantes, pero no imposibles. La cuestión del clima, luego de ciertas averiguaciones que a decir verdad nada me impedía haber hecho antes, también resultó menos problemática. De estas dos cosas y más les voy a contar en próximas entregas.

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Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno

Escritor en progreso, ex bloguero viajero, tuitero malo, abogado del diablo. Pienso, narro y lo ofrezco. Mis libros → https://leanpub.com/u/pablodf76