Mis anhelos americanos

Los siete abrir y cerrar de ojos más deseados

David Fuentes
Nuevos mundos

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Ya dije en “Época de listas”, que si un nuevo artículo empezara por “Mis” será una lista de lugares, cosas, pero siempre, siempre, a mi propio juicio. Y con esta empiezo una serie (que no necesariamente irán seguidos) de cuatro artículos similares, uno por cada gran continente (voy a dejar fuera Oceanía por oligopolio de Nueva Zelanda y Australia)

Pues la de hoy es una lista de los siete lugares que me gustaría visitar en el continente americano (y que aún no he visitado, ojo). Pero no sólo una lista de lugares, sino una lista del momento preciso que quiero vivir en esos lugares; lugares muy concretos además, no vale con países, ni siquiera ciudades, tiene que ser un punto exacto del globo. Es decir: si pudiera cerrar los ojos y al volverlos a abrir estar en una situación exacta, en un momento preciso, y en un contexto particular, ¿cuáles serían mis siete más deseadas (en América)?

Siete: Sentarme

a disfrutar de una cerveza Salva-Vida (así se llama la cerveza local) en esa playa, la playa de Bando, blanquísima, justo al lado del embarcadero de Útila, la más pequeña de las islas de la Bahía, en Honduras, después de un día de buceo en el que haya visto un Tiburón Ballena (Roatán y sus alrededores son el mejor mejor sitio del mundo para ver este animalaco), quizás incluso por primera vez, quién sabe.

Bando’s beach, by René Mayorga

Honduras y Guatemala son, en conjunto y como conjunto, los países que más me apetece conocer de América Central, más incluso que Costa Rica, con muchísimo más nombre, pero Tikal, Copán, las propias islas de la bahía, Antigua… estoy seguro de que será uno de los viajes que más me impresione, cuando llegue.

Tortuguero River, by Gerwin Filius

Seis: Buscar

entre la espesura de la selva más virgen, desde una pequeña barca de madera, un jaguar o un tucán salvaje mientras navego, esquivando cocodrilos, alguno de los canales del Parque Nacional Tortuguero, en el extremo noreste de Costa Rica y después, al caer el Sol, acercarme hasta alguna de las playas del Parque, para observar desde lejos, cómo desovan algunas de las siete especies de tortugas que habitan este parque.

Cinco: Cenar

en un paladar privado en alguno de los pueblos perdidos en el medio del Valle de Viñales (foto de Marina & Enrique), al oeste de La Habana, mientras un grupo de locales tocan, a la guitarra, algún Son cubano tradicional. Compartir opiniones con ellos, y escuchar sus historias, seguro increíbles, sobre la revolución y el castrismo.

Cuatro: Descansar

en el último punto kilométrico del Camino del Inca, tras tres o cuatro días de caminata desde el kilómetro 82, aunque no esté cansado, retrasando a propósito el momento en que al doblar una roca aparecerá imponente el Machu Picchu, el más impresionante ejemplo de la arquitectura de élite inca. Esa espera de sentir que te lo has ganado, que tras casi cincuenta kilómetros de caminata por la montaña, por senderos mágicos salpicados de ruinas más modestas estás a punto de llegar, esa espera.

Machu Picchu, Perú, by Pedro Szekely

Tres: Pender

de un hilo en un increíble rappel vertical y entre escarpadas estalactitas, por la abertura de la cueva, y descender los 72 metros que separan la superficie del nivel del agua en el Abismo Anhumas, a unos 30 kilómetros de la localidad de Bonito, en Mato Grosso do Sul, Brasil, para luego comenzar una inmersión en el lago subterráneo, de aguas ultracristalinas con unos 60 metros de visibilidad en un pozo de unos 80 de profundidad.

Abismo Anhumas, by Bonitoscuba

Dos: Notar

que me estoy empapando, y que me dé exactamente igual, paseando por uno de los caminos de madera que recorren por debajo las Cataratas del Iguazú, en la frontera entre Argentina y Brasil (foto de Mark Goble). Y esperar allí, nada más.

Uno (y más importante): Perseguir

la luz que se cuela entre las intrincadas formas que presenta el Antelope Canyon, en Arizona, mientras un guía indio Navajo (obligatorio) me cuenta aquella vez que tuvo que salir despavorido de allí porque empezó a llenarse de agua, sentir un poco de miedo, por si vuelve a ocurrir y simplemente dejarme llevar por los pasillos, entre las rocas y preguntarme por qué este lugar siempre pasó tan desapercibido al lado de su hermano mayor el Grand Canyon

Antelope Canyon, by Alex Bowyer

Si alguien tiene alguna sugerencia mejor, estaré encantado de valorarla, y si hace falta, incluirla en esta lista.

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David Fuentes
Nuevos mundos

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.