Comité de Ministros aprobó norma sobre dióxido de azufre (SO2)

Norma de SO2 que pretendía mejorar los estándares ambientales y de salud sigue favoreciendo a industrias

Pablo Espinoza
Pablo Espinoza Carreño
12 min readOct 15, 2018

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El 14 de marzo el Comité de Ministros para la Sustentabilidad, votó a favor del proyecto definitivo sobre la nueva Norma de Calidad Primaria de Aire para SO2, que busca reducir las emisiones de este gas en fundiciones, refinerías y termoeléctricas. En su génesis, el proyecto establecía índices menores, pero su última actualización elevó los límites propuestos. A falta pronunciamiento de la Presidenta, lo que pretendía ser una norma regulatoria eficiente para zonas de conflicto ambiental como Puchuncaví, continúa favoreciendo a la industria.

Por: Pablo Espinoza y Claudio Suazo

Chile es un país de contrastes ambientales. Por un lado se encuentra una flora y fauna diversa, cielos azulados y lugares indómitos; pero por otro lado, hay zonas industrializadas, donde las emisiones de gases contaminantes han afectado a ecosistemas y a la salud de las personas. Ejemplo de ello es Puchuncaví, ubicada en la Región de Valparaíso.

Declarada como zona de sacrificio -lugares que concentran una gran cantidad de industrias contaminantes afectando a la comunidad-, es un lugar histórico y emblemático de conflicto medioambiental. El cordón industrial, compuesto por más de 19 empresas, ha saturado los aires con las emisiones de dióxido de azufre (SO2), afectando la salud de los habitantes.

Ante las graves denuncias -como por ejemplo el episodio de intoxicación de la escuelita de La Greda-, el Comité de Ministros para la Sustentabilidad -Agricultura, Economía, Energía, Minería Obras Públicas, Salud y Vivienda y Urbanismo-, modificó la normativa de SO2 que data desde 2002, fijando nuevos límites al promedio anual, al de 24 horas y estableciendo una nueva norma de medición cada una hora.

En su génesis, y hasta fines de 2016, el proyecto fijaba nuevos límites para las emisiones de SO2. Las emisiones diarias bajaban de 250 µg/m3 (microgramo por metro cúbico) a 150 µg/m3. Como promedio anual, bajaba la emanación de 80µg/m3 a 60µg/m3. Además fijaría una norma cada una hora, con los límites en 500 microgramos –sin embargo, la OMS lo sugiere para diez minutos-. Esta nueva normativa sería, según el Comité, restrictiva para las industrias que presenten este agente contaminante. (Ver documento)

Debido a esto, el Colegio Médico, en las observaciones del proyecto, sobre la norma de 24 horas dice: “¿Por qué se propone 150 µg/m3 para 24 horas en la nueva norma?, Chile, como miembro de la OCDE, debe ajustarse a las recomendaciones de la OMS. Nosotros proponemos que se debe llegar a un promedio de 20 µg/m3 como promedio de 24 horas, aun cuando nos demos un plazo para alcanzarlo y debamos hacerlo en forma escalonada, pero debe estar explicitado en la norma el compromiso de alcanzar finalmente ese valor de 20 µg/m3, para que las empresas puedan planificar en el largo plazo y no puedan aducir que no se les avisó con tiempo”. Y añade: “La norma primaria propuesta para concentración promedio de SO2 durante 1h = 500 µg/m3 es excesiva”.

A inicios del mes de marzo de este año, hubo una última actualización. Esta volvía a modificar los valores de las emisiones, aumentando los límites en su promedio anual y de 24 horas. En la votación del 14 de marzo, el Comité estuvo a favor de la modificación, pero con un voto en contra, el de Carmen Castillo, Ministra de Salud. La Ministra acusa que ella participó en la definición de la norma hasta 2016 y que, posteriormente, no participó en la definición de los últimos valores. (Ver documento)

La modificación determinó que en su promedio diario, solo se reduce de 250µg/m3 a 200µg/m3. Mientras que en su promedio anual, solo baja de 80µg/m3 a 70µg/m3. En tanto, la norma que mide cada una hora se mantiene igual. Esta nueva reducción de los límites es poco eficiente. (Ver documento)

Esta medida ha sido cuestionada por autoridades y organizaciones sociales, ya que considera una concentración de azufre en el aire diez veces más de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que fija el límite en 20 microgramos por metro cúbico diario.

Con la última modificación de la norma, a falta del pronunciamiento del ejecutivo, se permitiría una excedencia de 88 veces -casi cuatro veces más que lo propuesto por salud, que establecía un criterio de excedencia de 24 veces-, sin que rompa la normativa. Una vez que la Presidenta la apruebe, su entrada en vigencia es de tres años después de la publicación en el Diario Oficial.

Incredulidad del Senado

El senador Guido Girardi, quien preside la comisión de salud del Senado, es uno de los principales detractores de la norma que aprobó el Comité de Ministros de Sustentabilidad (CMS) a inicios de año. El senador afirma que: “(…) la Comisión de Salud hizo una presentación, en diciembre del 2016, al CMS para que se tomara el criterio de salud. Pero, lo que ocurrió ahí, impulsado por las presiones de Codelco que no quiere cumplir la norma, y con el apoyo de (Ministerio de) Economía pero sobre todo de (Ministerio de) Minería, modificaron unilateralmente la norma”.

Ante la presunta irregularidad de haber modificado la norma, Guido Girardi sostiene que “ni minería, ni economía tienen algún tipo de noción; ningún tipo de criterio sobre el tema de norma… Sino, más bien, jibarizar la norma para satisfacer intereses económicos sobre los de salud”.

La medida que fue aprobada por el CMS- luego de la presión de Codelco junto a la modificación de los Ministerios de Economía y Minería, según afirma el senador- estaría viciada ya que “con el voto en contra de la ministra de Salud, me parece inaceptable que se haya aprobado la norma. Me parece evidente que la votación está viciada. Es una irregularidad. Es un problema de ética. Es un atentado a la salud”, comenta Guido Girardi.

Al ser consultado por la reunión que sostuvo el actual Ministro de Medio Ambiente: Marcelo Mena -en ese entonces subsecretario de Medio Ambiente-, con gestores de intereses de la Empresa Nacional de Minería (Enami) el 14 de febrero del 2017 (un mes antes de la aprobación de la norma), Girardi considera que “los ministros se pueden juntar con todas las personas que quieran, pero lo que no puede haber es una modificación unilateral de una norma técnica porque ellos no tienen ninguna competencia para modificarla. Me parece inaceptable”.

Entre los gestores de intereses que Enami presentó en la reunión con Marcelo Mena, el día 14 de febrero, se encuentra Plácido Ávila, ex director regional de la extinta Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) quien renunció a su cargo en 2009 luego que se confirmara la colusión que tenía con la Minera Candelaria. Dicha colusión proponía extraer 500 litros de agua por segundo en un área que sufre severa escasez (zona baja del valle de Copiapó).

El senador Girardi, luego de la votación, presentó un proyecto de acuerdo firmado por los senadores de todos los sectores políticos -Daniel Farcas, Cristina Girardi, Francisco Chahuán, Alejandro García Huidobro, Carlos Montes, Adriana Muñoz, Eugenio Tuma y Ricardo Lagos, entre otros- rechazando la modificación, sosteniendo que no aceptarán la controversial medida.

Zona de Sacrificio

En Puchuncaví viven 16.268 personas, según estimaciones de la encuesta Casen. Es una zona de agricultura y, sobre todo, de pesca, que hoy se ha visto disminuida gracias a numerosos cuadros de contaminación -nubes con dióxido de azufre, derrames de petróleo, carbón en la playa, aguas contaminadas-.

Desde 1964, tras la inauguración de la Fundición y Refinería de cobre Ventanas, perteneciente a la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), -actualmente administrada por CODELCO -, y la entrada en funcionamiento ese mismo año de la Central Termoeléctrica Ventanas I de CHILGENER S.A., -actual AES GENER S.A-, sus suelos, borde costero y ecosistemas han sido afectados por emisiones atmosféricas con altas concentraciones de dióxido de azufre (SO2) y material particulado (MP) rico en cobre (Cu) y otros elementos como arsénico (As), plomo (Pb), mercurio (Hg) y zinc (Zn). (Ver documento)

A pesar de ser un lugar altamente contaminado, en la comuna de Puchuncaví solo hay dos Centros de Salud Familiar (CESFAM): Ventanas y Puchuncaví. Son los únicos centros médicos cercanos al sector y que deben resguardar la salud de los más de 16 mil habitantes. En el consultorio Municipalidad de Puchuncaví se atiende a los afectados por la alta emisión de gases tóxicos. No existen los especialistas (broncopulmonares y oncólogos) que entreguen la atención que se necesita. Los pacientes que están afectados por enfermedades y/o necesiten exámenes son derivados, según la médico del recinto Camila Schulbe, al Hospital de Quintero (Adriana Cousiño) de baja resolutividad o, en caso más graves, se derivan al Hospital Gustavo Fricke.

Además, la especialista hace una radiografía de los principales síntomas que aquejan a la comunidad. “Datos concretos sobre lo que más se presenta, la verdad es que, así como estadísticamente concretos, no tengo. Pero si se ve mayor cantidad de patologías respiratorias. En general, son muchos los niños que presentan cuadros de bronquitis obstructiva, descompensación de los cuadro crónicos asmáticos, entre otros”. (Ver documento).

En cuanto a los síntomas que afectan a las personas, la especialista especificó que “en los cuadros agudos los principales síntomas son: tos, mareos, vómitos, náuseas, entre otros. Mientras que en los cuadros crónicos son las enfermedades que se reagudizan”.

Las enfermedades agudas y las crónicas son distintas y se presentan de distinta forma. Las agudas se presentan por una alta concentración de algún material por un bajo tiempo -resfriado común, la influenza, la neumonía-. Mientras que las crónicas, se presentan en baja concentración de algún agente externo durante un plazo prolongado -la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma crónica, efectos cardiovasculares-.

Al ser el Hospital Gustavo Fricke la referencia central de la zona, se solicitó vía Ley de Transparencia los pacientes derivados con antecedentes de intoxicación por material particulado 10 y 2,5 (MP10 y MP2,5) y por SO2 (dióxido de azufre) entre el 2012 y 2017. Luego, se volvió a solicitar al Hospital los pacientes registrados por intoxicación de arsénicos durante los últimos cinco años.

Desde el año 2012 hasta abril del 2017, el Hospital Gustavo Fricke ha recibido a 4160 pacientes derivados de los Cesfam de Puchuncaví. Sin embargo, todas las derivaciones no tienen correlación con pacientes que tengan como antecedentes la intoxicación. Ante esto el recinto expone:

“Poder establecer una correlación entre las consultas de especialidad derivadas de la zona y la exposición de material fino respirable MP2,5, MP10, cobre, selenio y dióxido de azufre requiere de la realización de un estudio retrospectivo específico sobre la materia”. (Carta respuesta de Leonardo Villagra, director Hospital Dr. Gustavo Fricke. (Ver documentos)

Al no poder establecer una correlación entre las consultas derivadas y la exposición de material particulado, lo que indica que no existe una sistematización de los pacientes afectados por la exposición, se pidió una entrevista con los doctores especialistas en oncología y enfermedades respiratorias, para tener un panorama de los enfermos de la zona según sus experiencias, obteniendo como respuesta:

“En todos los temas que dicen relación con epidemiología, la vocería del sector salud está radicada en la Seremi, por tanto no podemos hacer cuñas aun cuando sean para fines estudiantiles”. (respuesta de Francisca Ugarte, encargada de comunicaciones del Hospital Gustavo Fricke (Ver documento).

La gente se manifiesta

Si bien Codelco es la empresa apuntada por los problemas ambientales y el mal vivir de la comunidad; antes de ser comprada por la estatal, la Empresa Nacional de Minería (Enami), fue la causante de muchos de los problemas de la población y de sus propios trabajadores.

Ese es el caso de Luis Pino (70), ex trabajador de la minera, ex dirigente sindical y actual actor social por la Asociación Regional de Ex funcionarios de Enami (Asorefen).

Comenzó su vida laboral en dicha empresa en 1967, en Santiago. Sin embargo, en 1979, fue redirigido hacia la filial en Ventanas, donde pasó gran parte de su vida laboral hasta su jubilación en 1988. A sus 70 años y una historia cargada de conflictos sociales a su espalda, explica las consecuencias que ha tenido que sobrecargar durante su jubilación.

“Trabajé 21 años para Enami y he visto lo que nos ha hecho el Estado. Nosotros queremos una compensación económica. Codelco nos debe plata por los daños causados”, afirma Luis, quien asegura tener 160 certificados de defunción de sus compañeros de trabajo, pese a que en los documentos no se especifica ni se puede establecer que las causas de muerte tenga relación con la contaminación.

“Soy uno de los pocos que quedan vivos (ex trabajadores de Enami) y sigo esperando que el Estado se pronuncie y haga algo. He peleado con todos para que seamos escuchados y seguimos siendo ignorados”, finaliza.

Entre los lugares más afectados de la zona, La Greda, es uno de los principales focos de contaminación. El poblado está ubicado al sur de Puchuncaví. Se ubica a escasos metros del barrio industrial y enfrente del poblado de Ventanas. La carretera conecta estos tres lugares, que son recorridos constantemente por diversos camiones de carga.

Desde la calle, se puede observar un cielo azul despejado, pero que a lo lejos es amenazado por una nube densa, de color blanca y gris, que emana desde una de las chimeneas de la empresa Codelco Ventanas.

Sin embargo, este panorama cambia durante la noche. Las personas denuncian que es cuando más se puede percibir la contaminación. Las chimeneas de la refinería de Codelco expulsan los residuos en forma de humo que provocan en la gente un malestar constante. Picazón en los ojos; nariz y garganta irritada, son algunas de las consecuencias en salud. Pero también manifiestan que los techos se hunden con el polvillo; la ropa se ve afectada y el aire se vuelve irrespirable.

Esta es una zona permanentemente azotada por los constantes episodios de intoxicación, por diversos agentes contaminantes. Basta remontarnos al año 2011 cuando los alumnos de la escuelita La Greda -que se encontraba ubicada a 700 u 800 metros de distancia del barrio industrial-, sufrieron los síntomas de haber sido intoxicados; o lo que ocurrió a fines de marzo, cuando la escuela Sargento Aldea y el Jardín Caballito de Mar tuvieron un episodio por contaminación.

Hoy, la escuelita de La Greda se trasladó lejos del perímetro del barrio industrial, mientras que el ex edificio se encuentra abandonado. La maleza trepa por los muros y rejas. El piso está cubierto de hojas secas. Los juegos de niños están totalmente destruidos. Sillas amontonadas; puertas abiertas y vidrios rotos, son la evidencia de una zona que antes albergaba a un colegio y que hoy solo contiene recuerdos, tal como lo refleja una frase pintada en uno de sus muros: “La Greda: primero siempre”.

En frente del ex colegio, se ubica la sede del centro de madres “Amistad y Juventud”. Son 17 mujeres -con edades que fluctúan entre los 27 y 68 años-. Desde hace más de un mes, asisten tres veces por semana a un taller de costurería que es costeado por Codelco Ventanas y el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence). Todas tienen en común, además de haber sido madres, tener familiares afectados por la contaminación de las diversas empresas.

Mónica Cortés, de 53 años, dijo: “Mi papá trabajó 40 años en Codelco y murió de eso (contaminación). Y a uno le afecta; le afecta el pelo, el cutis, con los años que yo llevo acá todo te afecta. La salud. La bulla en la noche. Yo vivo en altura, al frente de la industria y ellos no respetan nada. Meten bulla y tiran todos los gases. En el día se ve clarito, pero en la noche tiran todo lo que es tóxico. Mucha gente tiene enfermedades aquí por la polución y la mugre que tiran”.

El taller de costurería es uno de los tantos costeados por Codelco. Pero estas mujeres entienden que lo que realiza la refinería son para mantenerlas en silencio: “Los cursos son un poco para que nos tengan calladas. Ellos mandan talleres para nosotras las mujeres. Entonces, esto lo tenemos que aprovechar. Es la única forma de sacarle algo de provecho a algo tan malo”, explica Elba, una de las alumnas del taller. (Ver documento)

No solo se manifiestan en contra del barrio industrial, sino que también contra las autoridades, quienes hacen oídos sordos ante las peticiones de la comunidad. “Podríamos tener un buen consultorio, un buen hospital, pero tampoco nadie se preocupa de eso. Entre comillas una podría estar un poco más tranquila si hubiera una buena atención médica, pero no la hay. Acá tema de oncología no hay, todo va a Viña y significa igual recursos para la persona, porque acá la locomoción es cara como para trasladarnos. En eso, ellos podrían ser más empáticos con la zona”, dice Rosa, una mujer que ha vivido más de 40 años en el sector.

Puchuncaví, zona de sacrificios, como tantos otros existentes en Chile, es una comuna de contrastes. Por un lado se encuentra el barrio industrial y por otro está la comunidad, tantas veces golpeada por un sistema que no los escucha, que no los considera: “Este lugar es catalogado como zona de sacrificio. Entonces la pregunta mía es, ¿por qué tenemos que sacrificarnos por todo Chile? Eso no es justo, porque somos todos seres humanos. No hay humanos de segunda ni tercera clase. No tenemos porqué ser sacrificados por todo un país. ¿Por qué no poner estas industrias en otros lugares donde no contaminen?”, comenta Cristina Pizarro, con 68 años, la mujer de más edad de las alumnas.

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