Del Muro de Berlín al de Donald Trump: Una lección no aprendida
¿Por qué el mundo se está llenando de barreras?
A veces el destino opera de una extraña forma. Este día se cumplen 27 años de la caída del Muro de Berlín, y también hoy, el mundo despertó con la incertidumbre del triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, quien en sus promesas de campaña prometió construir un muro en la frontera con México.
A pesar del tiempo que separa estos eventos, ambos tienen como protagonista a la naturaleza humana y su tendencia a levantar barreras como una salida rápida a las diferencias. Preferir dividir antes que buscar conciliar, es tomar un camino fácil pero poco efectivo, que termina por hacer más grandes los conflictos que espera solucionar.
Dividir casi siempre es una pésima idea, sobre todo si hablamos de alguna sociedad a la que se pretende fragmentar siguiendo estereotipos u otro tipo de clasificaciones que dependen del criterio de unos cuantos.
Lo anterior, aunque obvio, tristemente no terminado por ser entendido por el mundo. O peor aún, lo entendemos pero seguimos creando divisiones cuando nos conviene, teniendo como resultado el surgimiento de muros infames.
Ya sea físicos, legales o ideológicos, la imposición de barreras entre personas coartan algunos de los derechos humanos más elementales. Para bien o para mal, estos muros suelen tener fecha de caducidad y al final ceden ante la presión de aquello que intentan contener. Eso fue lo que pasó el 9 de noviembre de 1989, fecha en la que fue derribado el legendario Muro de Berlín, poniendo fin a 28 años de separación entre la República Democrática Alemana (RDA) y la República Federal Alemana (RFA).
Se esperaría que en el 2016 los muros fueran cosa del pasado, sin embargo, están más presentes que nunca. ¿Por qué no aprendimos la lección y seguimos levantando muros? ¿Dónde se encuentran hoy esas barreras que lejos de dar soluciones incrementan los problemas? ¿Por qué estas fronteras suelen ser producto del egoísmo?
El muro que no debió ser
No fue gratuito que empezáramos este texto hablando del mítico Muro de Berlín, que tiene su origen en la Segunda Guerra Mundial y cuya comprensión es esencial si lo que deseamos es hacer un análisis de los muros actuales.
Adentrarse en este pasaje de la historia puede resultar denso, por eso lo explicaremos de forma sencilla, sólo con la intención de sentar un precedente que nos trace el camino para entender por qué ahora hay más muros que nunca en la historia.
El muro comenzó a gestarse cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su final y el territorio alemán fue ocupado conjuntamente por la Unión Soviética, Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Cada una de estas naciones se encargó de administrar una región germana. Con el paso de los años, en la relación entre el bloque aliado y los comunistas fueron surgiendo diferencias irreconciliables.
Así, la zona “soviética” se fue aislando del resto del terreno alemán, adoptando su propia moneda y un sistema de gobierno más orientado al socialismo. El resultado final fue el surgimiento de la República Federal Alemana o Alemania Occidental (bajo la tutela de EE.UU., Reino Unido y Francia) y la República Democrática Alemana o Alemania del Este. Esta división tuvo como elemento más representativo el Muro de Berlín, levantado por el bloque soviético a lo largo de esa ciudad y que de un día para otro dividió a familias enteras.
Conforme pasaron los años este muro se fue reforzando hasta hacerlo casi infranqueable, con sus 155 kilómetros de largo, sus paredes de hormigón de entre 3.5 y 4 metros de altura, y con la llamada “franja de la muerte”, donde había torres de vigilancia, patrullas, un foso, minas personales, sistemas de alarma, y otros elementos para impedir cualquier filtración. Aún así no fueron pocos quienes arriesgaron su vida con tal de escapar y gozar de las libertades que sí habían en la RFA.
Se estima que más de 5 mil personas intentaron cruzar el muro entre 1961 y 1989, muchas de las cuales fueron detenidas y alrededor de 100 fallecieron.
Fue en la década de los ochenta cuando la situación al interior de la RDA se volvió insostenible, entre otras cosas porque la URSS y su sistema político fueron perdiendo poderío. La apertura de las fronteras entre Hungría y Austria contribuyó a que en 1989 más alemanes del este pudieran salir y las manifestaciones contra el gobierno del este fueran en aumento.
La presión rindió frutos el 9 de agosto de 1989, fecha histórico en la que comenzó la destrucción del Muro de Berlín, que trajo la unificación de Alemania y dejó al mundo con la sensación de que esos casi 30 años de división alemana trajeron más dolor que beneficios.
Actualmente algunos restos de ese muro permanecen en pie y son una de las atracciones turísticas más visitadas de Berlín. Estas ruinas están ahí para recordarnos un pasado poco afortunado de la humanidad.
Los muros de hoy
El Muro de Berlín no fue el único que se levantó al terminar la Segunda Guerra Mundial, de hecho, tras este conflicto bélico muchas fronteras se reforzaron gracias al estado de tensión que Europa vivió a modo de resaca. Cuando cayó el Muro de Berlín el número de muros alrededor del mundo disminuyó notablemente.
Y entonces ¿por qué ahora el mundo tiene más muros que nunca?
Se calcula que hay más de 60 fronteras que para ser más eficaces cuentan con bardas y muros. En México el tema no nos resulta ajeno. Independientemente de que en su campaña Donald Trump planteó la construcción de un gigantesco muro en la frontera de Estados Unidos con México, en nuestro país ya contábamos con bardas y otro tipo de barreras físicas en los límites fronterizos con Guatemala y Estados Unidos.
En el norte del continente americano las fronteras fueron levantadas para detener el flujo migratorio del sur hacia el norte. En su mayoría los muros alrededor del mundo se han edificado para impedir el libre acceso de aquellos que se ven obligados a buscar una vida mejor. Este fenómeno se ha replicado en otras partes del planeta: En Asía, Myanmar y la India rodearon con alambre de púas sus fronteras con Bangladesh para evitar el arribo masivo de migrantes y la filtración de extremistas religiosos en su territorio.
Otras fronteras también se vuelven muy vigiladas debido a la tensión política. Eso ocurrió con las fronteras entre Venezuela y Colombia, la de Perú con Chile; y claro, la famosa Barrera israelí de Cisjordania que busca ser un medio de defensa contra el terrorismo palestino.
La crisis en África y Medio Oriente
Aunque son muchos los factores que han detonado el surgimiento de muros y barreras en el mundo, la causa principal de este incremento es la crisis que se vive en gran parte del continente africano y el Medio Oriente por el surgimiento de grupos terroristas radicales como el Estado Islámico, nacidos del caos social que impera en naciones como Libia, Afganistán, Siria o Irak.
Los países africanos que aún no son alcanzados por este cáncer intentan protegerse como mejor pueden. Por ejemplo, Túnez levantó una barrera en pleno desierto para impedir que el terrorismo se cuelen en su país.
Este éxodo de personas sin precedentes sacó de balance a Europa, continente caracterizado por su política de fronteras abiertas y que a raíz de esta invasión humana ha tomado férreas medidas para no verse rebasado. En el 2015 llegaron a ingresar hasta 5 mil refugiados al día por Croacia, Macedonia y Serbia, con la intención de llegar a la zona central europea.
Inicialmente estos refugiados fueron recibidos por naciones como Alemania, pero fue cuestión de tiempo para que replantearan su situación. Otros países como Hungría levantaron muros e hicieron que miles de personas se quedaran varadas en Grecia y otros puntos de entrada al territorio europeo. Estos factores han desatado una profunda crisis humanitaria que parece no tener fin, donde familias enteras se enfrentan diariamente a un destino incierto.
Otros muros y Donald Trump
Como explicamos al inicio de este texto, los muros no solamente sirven para contener flujos migratorios o como respuesta a la tensión política entre naciones. También hay barreras que se levantan dentro de una misma sociedad para separar a sus integrantes de acuerdo a su extracto o situación social. A veces estos límites son impuestos, como las construcciones destinadas a dividir las zonas más pobres que hay en Perú, Argentina o Brasil.
Otras veces estas separaciones surgen naturalmente ¿les suena la clara diferencia que a simple vista se aprecia en Santa Fe y los barrios que rodean este rumbo de la Ciudad de México, o lo distintos que son la zona hotelera de Acapulco con respecto al resto de ese destino?
Aunque en teoría vivimos en la era de las comunicaciones y la tecnología, y la distancia entre las personas se está acortando, la realidad es que los muros siguen ahí y cada día tienden a crecer más.
Hace unas horas se hizo oficial que Donald Trump será el presidente número 45 de los Estados Unidos. Una de las muchas dudas que ha generado este resultado es el tema migratorio y el muro que quiere levantar en la frontera con México.
Levantar esta barrera física traería consecuencias económicas, sociales y hasta ecológicas devastadoras.
Aún así, el verdadero muro comenzó a gestarse hace tiempo al interior de la sociedad norteamericana cuando las minorías y otros grupos fueron siendo segregados poco a poco. Trump con sus discursos de odio sólo vino a poner los ladrillos finales de una barrera cuya altura aún desconocemos.
El muro fronterizo puede o no construirse, de cualquier forma las barreras que dejarán tras de sí esta elección están por verse.
Hace 27 años fue derrumbado el Muro de Berlín ¿cuánto tardaremos en tirar el de Trump?
Por Gabriel Revelo
