Nueva pirámide alimentaria de la SENC

Borja Caballero
Parálisis por análisis
5 min readNov 27, 2018

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) acaba de publicar su nueva pirámide de la alimentación saludable:

Muy parecida a la anterior, de 2015. Yo diría que podríamos jugar a encontrar las 7 diferencias.

Lo que está dentro de la pirámide no ha cambiado más allá del nivel estético; lo que está fuera (bebidas alcohólicas y suplementos) tampoco. El único añadido que podemos observar a simple vista es la línea de la derecha, que señala la sostenibilidad de las opciones alimentarias (idea que ya vimos en la última actualización de la pirámide del Colegio Andaluz de Dietistas-Nutricionistas).

No cambia ninguna de las recomendaciones numéricas para los grupos, ni las categorías ni tan solo la posición espacial que ocupan en la pirámide.

Es tentador pensar: “Solo han pasado 3 años desde la anterior versión de la pirámide y, aunque la ciencia no para, tampoco han cambiado tanto las cosas”. No solo es tentador, sino que además es cierto.

El problema no es que la SENC no haya actualizado su mensaje desde 2015, sino que no lo ha actualizado desde hace décadas.

“En la población adulta es recomendable el consumo de lácteos bajos en grasa, por su menor contenido en energía, en ácidos grasos saturados y colesterol.”

“La carne es una fuente importante de proteínas de alto valor biológico, de vitamina B12, hierro, potasio, fósforo y zinc. Debido a su contenido en grasas saturadas, es muy importante elegir cortes magros de carne y retirar la grasa visible antes de cocinar el alimento.”

“El consumo excesivo de grasas saturadas (carnes, embutidos, bollería industrial) puede aumentar el nivel de colesterol de nuestro organismo y también el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.”

“Es recomendable que moderemos la ingesta de productos ricos en azúcares libres, aconsejando un consumo ocasional de todo este grupo de productos azucarados, que podrían ser sustituidos por sus equivalentes sin azúcares añadidos”

Estos son algunos fragmentos de la Guía de la Alimentación Saludable para Atención Primaria y colectivos ciudadanos que acaba de publicar la SENC, donde viene la pirámide acompañada de una explicación más detallada por cada grupo alimentario.

Como ves, seguimos con el discurso habitual: las grasas saturadas son malas porque suben el colesterol y esto aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Una hipótesis que proviene del archiconocido estudio de los 7 países de Ancel Keys (que también dio origen a lo que quisieron llamar Dieta Mediterránea) y que está ampliamente refutada.

No sé qué estaban pensando en los 50 para dar crédito a una idea que se apoyaba en un solo estudio ecológico, pero estaremos de acuerdo en que, casi 70 años después, hemos tenido tiempo de rectificar.

Lo malo de escribir sobre la pirámide en 2018 es que como no ha cambiado desde la anterior, todas las críticas que se le hicieron en su día siguen estando vigentes. Para no repetirme demasiado, te dejaré en el primer comentario algunos links al respecto y yo me centraré en algunas ideas más de mi cosecha:

A) Balance energético

Dejando a un lado (por el momento) el debate CICO vs CIM, tengo que señalar algo en los que los defensores de ambas hipótesis suelen estar de acuerdo: contar calorías no funciona demasiado bien en la práctica.

Recomendar a la población general que tenga en cuenta su balance energético es totalmente inútil. El margen de error en los cálculos de las calorías ingeridas y en las estimaciones del gasto calórico es tan amplio y depende de tantos factores que pierde el sentido.

B) Expectativa VS Realidad

En la presentación de su primer libro en Sevilla, Aitor Sánchez dijo algo que me hizo reflexionar. Habló de la importancia del contexto a la hora de dar un mensaje de salud para la población general, y puso el ejemplo de la miel: aunque la miel cruda pudiera tener beneficios (yo tengo mis dudas, pero me encanta este debate), quizás no sea buena idea recomendar miel cruda porque la realidad es que casi nadie tiene acceso a ella. La gran mayoría de personas acabarían comprando en el supermercado algo muy distinto a la “miel de verdad”.

El mismo problema veo con la recomendación de la SENC en cuanto a cereales. Por mucho que se empeñen en remarcar que hay que priorizar cereales integrales, estos son más caros y su disponibilidad es infinitamente más baja que las opciones refinadas.

Es puro maquillaje: están poniendo en la base de la pirámide a los cereales integrales Y refinados, pero quieren hacer ver que se refieren a los integrales cuando en realidad, aunque no se vean en la imagen, están a la misma altura. Si no fuera así tendrían que aparecer en otro lugar (superior) del dibujo como ocurre con la carne (blanca por debajo de roja).

Más allá de la disyuntiva refinado/integral, yo dudo mucho que los cereales (sean cuales sean) deban ser la base de la alimentación humana. Es una creencia que venimos heredando desde la primera pirámide americana, pero que está basada en humo. Sigo esperando un estudio que compare un grupo con cereales con otro grupo sin cereales.

C) La otra pirámide

Independientemente de la versión de la SENC que estés mirando, hay algo que todas las pirámides tienen en común: la cara B. Como está en el reverso de todas y no se ve bien, me he tomado la molestia de darle la vuelta:

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Borja Caballero
Parálisis por análisis

Alimentación, salud pública, productividad y escepticismo. Tratando de convertir creencias en opiniones.