¿Y Si Votamos Representantes que nos Representen?

Cuando la disciplina partidaria está por encima del compromiso con el ciudadano

Gonzalo Stupenengo
7 min readFeb 6, 2014

Pocos trabajos en el mundo deben reconfortar más el espíritu de una persona que el ser elegido como “legislador”, representante del pueblo.
Ser electo legislador; representar al otro, es el acto de confianza suprema en todo sistema democrático, que a su vez conlleva una de las responsabilidades más grandes que un ciudadano debe afrontar: ser un servidor público.

También debiera ser el compromiso máximo entre habitantes de un mismo Estado o Nación, que otorgan a otro la potestad de ser su voz; sus legítimos representantes, aquellos quienes interpreten y lleven adelantes el espíritu de todas las necesidades de la sociedad en su conjunto, los guardianes del bienestar de la comunidad toda, aquellos que entregan su alma por la lucha de los derechos de todos los habitantes que han puesto un voto de confianza en las urnas por ellos.

Pero todas esa promesas de campaña que pregona en cuanto acto o entrevista realizan durante este período donde buscan ganar la confianza del electorado, quedan archivadas en el cajón de los olvidos el mismísimo día que asumen y toman posesión de sus bancas.

En ese preciso momento -sin ningún dejo de vergüenza ni cargo de conciencia- dejan instantáneamente de representar al ciudadano que esperanzadoramente les entregó su votó, pasando a ser disciplinados súbditos de las decisiones del líder político de turno del espacio por el cual se presentaron a elecciones en y/o también de aquellos poderosos empresarios que “gentilmente” colaboraron económicamente para cumplir su anhelado sueño de ser legislador.

No tienen el peso de la culpa ni cargo de conciencia. No tienen vergüenza alguna en no cumplir nunca con su compromiso. En la mayoría de los casos, la moral no tiene espacio en las bancas que ocupan. Sus principios quedan arrumbados en un arcón de promesas, dándole lugar a su propia codicia y conveniencia, o la de sus aliados circunstanciales para esta “empresa”.

De un modo tremendo y visceral, Arturo Jauretche nos describía esta triste verdad cuando escribía que: -”Esto ocurre aquí y en cualquiera de las llamadas grandes democracias. Mientras en los países totalitarios el pueblo es un esclavo sin voz ni voto, en los "democráticos" es un paralítico con la ilusión de la libertad al que las pandillas financieras usurpan la voluntad hablando de sus mandatos.”

Para graficar esta triste realidad, tomaré como ejemplo el estudio realizado por el politólogo Andy Tow, en su portal Atlas Electoral donde realizó un análisis estadístico del desempeño legislativo a la hora de las votaciones en el Congreso de la Nación Argentina en la última década.

El mismo muestra que la disciplina partidaria es visiblemente el patrón mayoritario a la hora de votar en ambas Cámaras.

“El legislador argentino promedio de los últimos diez años se posiciona igual que la mayoría del bloque que integra en alrededor de las tres cuartas partes de las votaciones. Diputados y Senadores tienen promedios de tasas individuales de disciplina muy similares: 75,8% y 75,5%”, dice Andy Tow en su estudio.
El desglose estadístico de los números tomando el total de la sesiones de ambas Cámaras entre el 2003 y el 2013 indica que muestran un comportamiento similar, aunque podríamos decir que los Senadores son un poquito más “indisciplinados” que sus pares de la Cámara baja, ya que estos últimos votan acompañando la propuesta de su bloque en un 76,9% de la veces contra el 74,3% de los representantes de las provincias.

Esta ínfima diferencia se explica desde el punto de vista de que en muchos casos los senadores responden al poder político de sus gobernadores o líderes territoriales y es por ello- aunque sea mínimamente- su fidelidad se inclina un poquito más para con su provincias antes que en favor al gobierno nacional o la fuerza a la que representan.

Pero que quede claro que esa “fidelidad” no condice en la mayoría de los casos con lo que el pueblo que los ha votado desea y quiere. Representan siempre a sus partidos/líderes y no a su pueblo.

Si analizamos el comportamiento de cada bloque vemos que a la cabeza del alineamiento partidario en la Cámara de Diputados se encuentra el bloque Socialista, con 81% de sus posiciones individuales en sintonía con la mayoría”. Lo sigue la bancada Justicialista/Frente para la Victoria con 79%, el ARI-Coalición Cívica con 77%, el Peronismo Federal con 73%, el PRO con 72% y la UCR con 69%. En el Senado en cambio curiosamente los números son levemente mayores para el bloque de la UCR, con un 77%, por sobre el PJ/FPV con un 74%.

A la cabeza de la vertical disciplina partidaria, encontramos al Kirchnerismo encabezados por el Senador Aníbal Fernández, quien aparecen alineando en todas y cada una de sus posiciones con el bloque del Frente Para La Victoria. Otros miembros del grupo del club del 100% dentro del oficialismo son los diputados Roberto Feletti, Mario Oporto y Marcos Cleri, mientras un poquito más abajo lo siguen sin perder pisada Luis Cigogna (99%), Mayra Mendoza (99%) y el líder de la Cámpora Andrés ”cuervo” Larroque (98%).

Si nos quedamos analizando la frialdad de los números, quizás podamos llegar a pensar que esta lealtad es digna de orgullo y admiración, pero cuando analizamos las leyes que votaron, en la mayoría de los casos los intereses de los ciudadanos no se ven nunca reflejados al momento de votar las mismas.
La recordada sesión en la que se trató sobre tablas la “controvertida resolución 125” donde el ex Vicepresidente de la Nación Julio Cleto Cobos tuvo que desempatar la votación con su célebre frase Mi voto es no positivo” dejo expuestos a las mayoría de los legisladores de las provincias agrícolas ganaderas, ya que votaron en su totalidad alineados a su partido/bloque y no defendiendo los intereses de su propias provincias unidos sin distinción de banderias políticas. si el bloque del partido votaba a favor, ellos lo hacian en concordancia, si lo hacían en contra; también.

O si en cambio recurrimos a analizar lo que ocurre en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, podemos ver con claridad que los intereses ciudadanos son pocas veces representados con la misma vehemencia y lealtad con la que los representantes del pueblo defienden los intereses de empresarios cercanos al poder políticos.
En la última sesión de la legislatura porteña de 2013, los legisladores salientes trataron con suma urgencia y celeridad un tema relevante para todos los porteños: Votaron una condonación de deuda al grupo controlante de los Casinos de la Ciudad de Buenos Aires por casi 2.000 millones de pesos…..Si $ 2.000.000.000 (un 2 con 9 ceros atrás).

Sin mediar debate, ni pedido de palabra alguna por parte de los diputados porteños, tanto el Macrismo y el Kirchnerismo se alinearon para perdonarle esta millonaria deuda al grupo más importante del sector del juego en toda la República Argentina sin siquiera ruborizarse, y entre sonrisas y guiños cómplices, en menos de 25 minutos votaron por 42 votos por la afirmativa y sólo 15 en sentido negativo, el no pago de esta deuda que este grupo tenía para con ciudad. Un vegonzoso bochorno.

En esta votación encontramos unidos de la mano a los diputados del Pro encabezados por Fernando de Andreis y sus colegas de bancada Ribot, Ritondo,Moscariello Ocampo ó Spalia con sus colegas del FPV y aliados como ser Juan Cabandié, Dante Gullo o las Diputadas Lubertino, Cerruti, Rachid y la ex defensora de los abuelos la Dra. M.América González.

Estos mismos diputados que tanto se preocupa por que los ricos sigan siendo aún más ricos alivianando sus cargas tributarias, no hicieron en sus 4 años de mandato ni un mísero intento por aprobar las cajoneadas leyes de “Emergencia de violencia de género”, la que trata sobre ” La creación de un registro nacional de violadores” o la aquella que refiere a “la incorporación de un tipo penal que criminalice el delito de tráfico de niños.”

Por estas razones me pregunto y les pregunto: ¿ Y si por una vez votamos representantes que nos representen?

Si le damos la oportunidad a nuevas propuestas que contemplen la consulta al ciudadano en todos aquellos temas que los afecten directa y cotidianamente, seguramente nuestra voz no estará afónica en las legislaturas. No tengo duda de ello.

Si nos remitimos a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, donde se tratan temas netamente comunales(lo mismo aplicaría para cualquier municipio o comunidad)¿ No sería mejor que todos los porteños habilitados a votar debatamos en una plataforma web que es mejor para la comunidad toda, en vez de delegar en 60 “divinidades legislativas” el poder de decidir por nosotros?

¿Acaso ellos saben mejor que nosotros los ciudadanos que es lo que necesitamos?

¿Quiénes utilizamos el transporte público, sufrimos la contaminación ambiental por las habilitaciones salvajes de nuevas torres en barrios residenciales, o utilizamos el servicio de salud pública? Nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes.

Quien conoce mejor nuestro barrio que nosotros mismos. Seguro que ellos no.

Por esto mismo, te propongo que probemos nuevas propuestas, que probemos en 2015, votar representantes que nos representes de verdad, y que respondan SIEMPRE a lo que el pueblo cree más conveniente.

Pero el compromiso primero pasa por nosotros, si queremos lograr un cambio; primero tenemos que cambiar nosotros.

Como decía el célebre escritor mexicano Octavio Paz;-“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio”.

No tengamos miedo de cambiar, tengamos miedo de seguir dejando nuestro futuro en manos de gente que nunca, pero nunca nos va a representar.

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Gonzalo Stupenengo

"A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar." @GonzaStp