Si en estos días pensaste o te escuchaste diciendo algo similar a “los que votan por Scioli son todos tal cosa”, o “todos los que votan a Macri son tal otra”, tengo dos cosas para decirte:
1- El nivel de inteligencia con el que hacemos contacto para decir estas frases es un nivel de inteligencia bajo, bastante básico. Es bajo comparado con lo que es capaz de hacer nuestro sistema psíquico-corporal-nervioso. Hacer uso de este nivel de inteligencia básico sirve cuando estamos en la selva huyendo de un predador, o si tenemos que tomar una decisión muy rápida en la que no tenemos tiempo para analizar mucho la cuestión.
Este nivel bajo de inteligencia, que funciona con un nivel de ahorro de energía cerebral, puede resultarnos más conocido y más cómodo. Pero esta inteligencia es demasiado simple para observar por qué la gente vota como vota. En cambio podemos explorar conectar con otro nivel de inteligencia, para hacer un contacto mucho más rico, procesar mucha más cantidad de información y obtener resultados mucho más interesantes.
2- La buena noticia es que sí tenemos la capacidad de hacer contacto con otros niveles de inteligencia, que posibilitan otros niveles de creatividad y contacto con la realidad. Podemos entrenarlo. Una forma posible consiste en no categorizar de entrada a todo el mundo basándonos en una única variable (ej: los de Boca son así y los de River son asá). Y en cambio manejar más variables de manera que nuestro cerebro no discrimine A o B de manera casi automática, sino que podamos combinar A y B. Es decir, poder inhibir por un rato la primera reacción que me surge, y esperar un rato a ver si puedo combinar toda esa información, imaginando por ejemplo que hay mucha gente distinta que votó por muy diferentes razones, y que de hecho, podría haber votado al otro candidato pero en esta ocasión votó de esta manera. En este caso el sistema nervioso soporta durante un rato una mayor cantidad de información (sin categorizarla) para que así podamos “mezclarla” de maneras más creativas.
De la combinación de opciones que aparentemente parecen antagónicas, suelen surgir visiones de la realidad que antes no se percibían ni eran imaginadas. Un ejemplo de esto es cómo funciona nuestra visión binocular, en la que cada ojo por separado ve en bidimensionalmente, pero al combinar la información que provee de ambos ojos, nuestro cerebro capta una imagen 3D o en tres dimensiones. Es decir, de la posibilidad de combinar dos fuentes de información bidimensionales, somos capaces de captar una dimensión más.
En el proceso que sugiero que exploremos, lo siguiente sería poder abrirnos a charlar, escuchar y conocer a cada persona antes de encasillarla en una categoría. Y captar así la singularidad que hay en cada una de ellas.
Si todos hiciéramos esto, ahí sí que cambiaríamos rotundamente.
Es a través de estos procesos que crecemos y creamos nuevas opciones para nuestra realidad.