Lecciones frías y otras cosas.

Marco Noriega
Pasión Maciza
5 min readFeb 9, 2019

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La primera vez que te conviertes en un medico de verdad es en aquella ocasión que logras curar. Curar es una palabra interesante, se origina de la palabra del latín curare que significa preocupación o cuidar. Al entrar a la facultad de medicina uno tiene la noción que el medico es el único que cura. Pero después, te das cuenta que a veces es el único que no cura. El medico en muchas instancias llega a tratar enfermedades. Originalmente amamos a la medicina por el humanismo que la acompaña. Después aprendemos que lo que mas amamos es tratar enfermedades, no enfermos. Yo he visto familiares curar, enfermeras curar, rehabilitologos curar, y uno que otro medico positivista.
Yo aprendí a curar en el internado. Lamentablemente el paciente que me enseño a curar nunca fue curado por nadie.
La historia empieza con Don E un hombre de adultez con una familia exitosa, un trabajo estable y tranquilo. El comenzó con toz crónica que no cedía a tratamientos convencionales, por lo cual acudió con un medico amigo de su familia. El medico le recomendó realizarse unos estudios básicos (biometría hemática, química sanguínea y una radiografía de tórax). Por sorpresa de todos descubrieron que el Don E tenia derrame pleural bilateral de predominancia derecha Eso explicaba la irritación pleural y la toz. La pregunta era que explicaba el derrame?
Le recomendaron ir con uno de los neumólogos mas especializados y reconocidos de la cuidad. Quien lógicamente le indico que ese acumulo de liquido pulmonar debía ser drenado y estudiado. El señor recibió una nota de internamiento y acudió al hospital donde yo trabajaba.
Una calurosa noche de Mayo recibí una llamada de enfermería, me pedían que fuera a valorar al Don E. Enfermería refería que al señor se le drenaron 1450 cc en una hora y que había comenzado con dificultad respiratoria, toz exagerada y dolor al inspirar. Eran las 12:00 AM, cuando acudí a la llamada. Al leer el reporte la nota decía, liquido pleural de coloración “hemato-amarillenta de consistencia espesa”. Cuando fui a conocerlo se encontraban su esposa y su hija con cara de angustia. El señor mostraba encorvado con su espalda húmeda hacia la puerta. El hombre del expediente no era el mismo que yo veía.
Aparentemente para mi ojo inexperto el señor se veía como un acaudalado necio que quería mas atención. Posterior a hablar con el y explicarle la normalidad de sus síntomas le marque al neumólogo quien indico una serie de ejercicios ventilatorios y nebulizaciones. Me fui a mi oficina con mente en blanco.
Hoy me arrepiento de mi inexperiencia. Hoy me doy cuenta que no cure.
Las semanas pasaron y me enteraba de nuevos resultados del caso de Don E. Los estudios citoquimicos y patológicos demostraron que el liquido era de origen maligno. Posteriormente se descubrió que era un Linfoma no Hodgkin de células B. Don E, tenia una fecha de caducidad y nosotros no podíamos hacer nada mas que “curarlo”.
Fue hasta mi rotación de terapia intensiva que lo volví a ver. Un mes después de su fastuoso diagnostico. El señor se veía tenue. La vida, los médicos, y el hospital habían atenuado su ansiedad, sus miedos y su dolor. Se sentía un ambiente de resignación y de aceptación.
El paciente se curaba gracias al medico, a pesar del medico o sin el medico.

Don E había comenzado un camino de curación personal y familiar. Un camino que me di cuenta que no conocimos y no entendíamos. Don E, era drenado una y otra vez. Imagínense que barbárica es la medicina. Cada vez que el cáncer producía liquido pleural (diario) el señor tenia que ser puncionado. Día a día Don E recibía un piquetito de una jeringa de 19 cm entre las costillas para perder aproximadamente un litro de liquido. El señor vivía entre dos sensaciones de ahogamiento, o se sentía bajo el agua o se sentía sin aire. Los oncólogos decidieron realizarle un PET scan, donde se demostró la invasión de múltiples órganos. Don E ya tenia medio mes de hospitalización cuando decidieron colocarle unos drenajes permanentes para drenarle fácilmente sus pulmones. Yo vi como Don E pasaba por diferentes etapas. La felicidad de pasar un día mas con su esposa, al miedo de tener pocos glóbulos blancos en su sangre.

En Julio después de su larga hospitalización los médicos habían decidió facilitarle su alta a casa ya que seria su cumpleaños en los próximos días. Su familia y el habían decidido que pasara su cumpleaños en casa con sus seres queridos. Tres días antes de su cumpleaños se dio de alta de terapia intermedia. Se presentaba estable en todos los sentidos de la palabra. Los médicos solicitaron que pasara a hospitalización general para que se realizara el tramite de alta y que se le administraran los últimos fármacos por vía venosa antes de dirigirse a casa.

En la víspera de su cumpleaños tuve guardia y a la 1:30 AM recibimos una llamada de piso de un paciente en estado critico por posible sepsis con mucha inestabilidad respiratoria. Cuando vi al paciente llegar no podía creer lo que vi.
Don E, con edema de sus extremidades, respiraciones forzadas, diaforético, y una mirada perdida. Parecía que habían pasado años desde que lo vi. Era otro hombre. Su sangre estaba acidotica, con acumulación de acido láctico y retención de CO2. Se estabilizo esa noche, mientras la familia debatía la posibilidad de intubación.

La siguiente mañana entre a ver a Don E perdido en su cansancio de vivir, irónicamente ese día era su cumpleaños. Decidí pensar en como me gustaría a mi pasar esa situación y le dije feliz cumpleaños. Muchos la llamaran ironía morbosa o cinismo, pero para mi lo mas bonito de la muerte es la celebración de la vida. Durante las siguientes 24 horas Don E fue intubado, fue picado, y fue dializado. Por mediocres horas peleo Don E. Se aferro artificialmente de la vida, con un solo objetivo. Que su hijo que estudiaba en el extranjero pudiera decirle adiós en su lecho de muerte. Cuando el hijo por fin llego Don E tenia presión arterial simbólica, la periferia de su cuerpo ya había comenzado la descomposición. Sus extremidades estaban como cielo estrellado de colores purpuras, azules y magentas; la combinación de hipoxia, piquetes y azul de metileno lo habían marcado. Finalmente 34 horas después de su cumpleaños ya que toda su familia había entrado a despedirse Don E falleció. Entre a declarar la hora de muerte con un electrocardiograma postmortem. Vi su cara fría con sufrimiento y paz. Toque su mano y le pedí perdón por no curarlo.

Ahí aprendí que olvidamos curar humanos.

Le doy gracias por enseñarme que la mayor virtud que tengo como medico es poder quitarle el sufrimiento al estar ahí, demostrarle que el no esta solo.

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Marco Noriega
Pasión Maciza

Excéntrico lingüístico, y pepenador de idiomas. Creador de palabras con lógica singular.