Un libro nuevo huele a novedad, uno viejo a sabiduría.

Tsundoku, Chéjov y un nuevo vicio.

El camino fácil no es atractivo para un megalomaníaco.

Marco Noriega
Pasión Maciza
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3 min readFeb 10, 2019

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Después de una temporada alejado de la lectura por placer decidí retomar el deleite de golpe. Inicie mi búsqueda en los estantes foráneos de Bill Gates, Oprah y Abraham Verghese. Hace unos años cuando inicie a comprar libros de medicina decidí inspirarme en la lectura favorita de grandes médicos como William Osler; lo que me llevo a leer el libro mas fumado que conozco [Religio Medici]. Hoy después de un año de estrés nosocomial decidí alejarme un poco del temario científico hacia un mundo más mundano.

Por fortuna mi selección de libros inaugurales fueron una narrativa apocalíptica, una biografía obscura, un libro de sexología evolutiva, y un libro de psicología económica. Me encanta como cada uno de los temas es tan diferente o irrelevante a comparación del siguiente. Lamentablemente a mediados de mi carrera medica me diagnostique Síndrome de Tsundoku.

Para aquellos de ustedes que no hallan escuchado de este terrible trastorno déjenme les explico. El Síndrome de Tsundoku fue originalmente descrito en Japón durante el período Meiji. Durante aquella época los japoneses vivieron un crecimiento exagerado de occidentalización; lo que conllevo a un periodo de adaptación cultural y académica para la sociedad japonesa. Ahí nace la palabra compuesta de Tsundoku. “Tsunde”, qué significa apilar, y “doku” leer. Actualmente el que me gusta llamar el Síndrome de Tsundoku se presenta en personas bienintencionadas, irracionales, y hasta cierto grado maníacas, que creen que el creciente acervo literario va estimular mágicamente una sensación de querer leer. Se convierte en síndrome en aquellas personas como [los médicos, abogados, coders…] que a pesar de sus grandes responsabilidades de lectura se les ocurre querer leer por diversion.

No obstante, esta narrativa me trajo a un momento donde la única forma de curar mi síndrome seria leyendo.

El ser humano es un animal social. La mejor manera de estimular un comportamiento es convertirlo en algo seductivo.
Cómo conviertes a la lectura en algo seductivo?
Fácil. Hazla prohibida, pícara y adictiva.
Por mi parte entre más exotica la cosa más emocionante. El “gateway drug” de mi vicio fue el libro de “Čéhov” por Henri Troyat. Sinceramente, “el libro” en sí, no es una obra maestra. Pero la historia detrás del texto sí. Primero que nada el autor es Ruso de nacimiento, Armenio de linaje, y francés de crianza. Por su parte Antón Chéjov fue un reconocido autor de literatura Rusa y médico de profesión. El libro originalmente fue escrito en francés durante la guerra fría con pocas traducciones disponibles. Incluso la ultima publicación en ingles fue impresa en 1988. Desde su extravagante mescolanza de origen y desarrollo, vi el potencial que tenia.

Como si fuera poca cosa. El alma del libro yacía al final.
No existe cosa mas bella que el drama de la realidad. Durante todo el texto somos transportados al alma de Chéjov. Sufrimos frio, decadencia y abuso. Nos reflejamos en los problemas mundanos de su vida. Pero la moraleja nace en su lecho de muerte. Como médico el libro me recordó que nuestra profesión es tangencial.

El Dr. Schwoerer fue el encargado de los <<santos oleos>> de nuestra profesión. Como una tangente en la época donde las enfermedades no se “curaban”, lo mas cercano era tratar al enfermo. En el caso de Chéjov el heroico Dr. Schwoerer lo acompaño en sus ultimas horas de vida con tuberculosis. Entre fiebre, y tos hemoptoica; Schwoerer lo veló como hermano galeno. Cuando todo iba a terminar, Chéjov le dijo a Schwoerer en su Aleman quebrado Ich sterbe [me estoy muriendo]…”. Schwoerer como verdadero médico había llegado a conocer al estoico de Chéjov; así que decidió pedir una botella de suculenta champaña.
En una morbida escena de cinismo a la muerte y un brindis por la vida; Chéjov dio su ultimo trago de celebración y murió.

Espero que a través de mis relatos puedan emocionarse por un libro. Muchas veces la ultima pagina del libro sera lo que valga la pena leer, aveces no sabras lo que leíste. Pero al final recuerda que un libro tiene alma. Esa alma te puede inspirar, levantar o convencer de ser una persona diferente a la que eras antes de conocerlo.

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Marco Noriega
Pasión Maciza

Excéntrico lingüístico, y pepenador de idiomas. Creador de palabras con lógica singular.