“Desechables”. Discursos necropolíticos sobre los habitantes de calle.

Brayan Estiven Arboleda
Pensamiento
Published in
7 min readNov 29, 2021

No recuerdo cuántas veces caminando por las calles de Medellín he pasado de largo cuando un habitante de calle se acerca, ni cuantas, los he ignorado luego de escuchar que tocan la puerta de mi casa. Este ensayo es una reflexión en mi intento por ver sus caras una vez a cambio de volver a mi paraíso capitalista.

Hace un par de meses alguien pasó por mi casa, aún no sé quién es, a él también lo omití, pero aún lo escucho gritar; “por favor, alguien deme algo de comer, disculpen por molestarlos”. Apenas en ese momento me dí cuenta de que estaba apartando mi mirada a algo más grande que sus palabras. Por eso quiero preguntarte ¿Qué es lo que estamos ignorando?

Aquí recopilo frases referidas a los habitantes de calle que son comúnmente escuchadas en su mayoría, por quienes vivimos en el Valle de Aburrá, con el fin de exponer la necropolítica existente detrás del discurso.

“No olviden a los habitantes de la calle, ellos son humanos”.

La primera frase se percibe en un video de Everyday Homeless, una organización radicada en Medellín que busca empoderar a los habitantes de calle. Fue grabado y compartido durante el paro nacional del 2021, el personaje principal grita con el afán de ser escuchado por los marchantes, para que “no olviden a los habitantes de la calle” en su sed de derechos.

Me llama la atención que mencione “ellos son humanos”, porque dentro de la necropolítica el concepto de “deshumanización” de Alchille Membe, implica dejar de reconocer como personas a los que no producen capital. Convirtiéndolos en “muertos sociales”, no merecedores de derechos en los estados.

Creo que el empoderamiento de los habitantes de calle solo es posible si reconocemos que las personas merecen tener un hogar, participar de la vida en sociedad y no nos creyeramos miembros de mundos divergentes.

“Desechable”.

‘Desechable' es una expresión comúnmente conocida en la ciudad para referirse a los habitantes de calle, clasificándolos despectivamente como si se tratara de un grupo de personas inferiores.

Según Mc Gregor (2013) la necropolítica distribuye la vida y la clasifica con el poder de matar o dejar vivir, creando una soberanía sobre la vida misma. Por eso, el pseudónimo “desechables” guarda en sí la aceptación de nosotros, los supuestos los ciudadanos ‘no desechables’, porque un grupo de personas sean exiliadas de sus derechos naturales.

Quiero traer a colación la campaña “Desechable quién” de Everyday Homeless, presente en su línea artística, algunas actividades y artículos de venta, como los stickers visibles en sus redes sociales. Se trata del intento por cuestionar la necrópolis desde el lenguaje para dejar de naturalizar expresiones existentes sobre la vida y la muerte.

“Árbol que no da fruto hay que cortarlo”

Es una expresión referida a los no productores de ingresos para el sistema capitalista que dice que su vida no vale en cuanto no da “frutos”. La frase fue tomada del testimonio de Rogelio (citado por Restrepo, 2016) en el libro limpieza social. En este testimonio Rogelio cuenta acerca de un grupo de personas de diferentes barrios de Bogotá que se reúne periódicamente para asesinar presuntos delincuentes, habitantes de calle, drogadictos y recicladores (Todo aquel que es considerado no productivo).

Frase que es símbolo de la lógica de la muerte y argumento para los “salvadores” encargados de quitar “el dolor de muela”, que son según ellos las personas marginadas, y que terminan considerando la vida de los habitantes de calle un “algo” superfluo y molesto que se puede limpiar.

La limpieza social es un concepto fascista que permite quitar la vida de forma moralista, así como según Restrepo (2016) “los nazis se empeñaron en “limpiar” la raza aria de la impureza judía, tan seguros de su causa que segaron la vida de seis millones de personas” (p. 46).

No hay tal cosa como una vida impura o insignificante, puesto que el valor de la vida va mucho más allá de la rentabilidad. Aún así, en Colombia se pueden apreciar muchos casos en los “la destrucción del cuerpo se convierte en sí mismo en un producto (…) contable según el número de muertos” (Valencia, 2010. p. 16).

“Negrito, ¿tú recoges cartón?”

La frase es sacada del artículo “El carnaval de la muerte”, publicado en 1992 por la revista Semana, se refiere a la masacre ocurrida durante el carnaval de Barranquilla de ese año, en el que murieron más de 40 habitantes de calle. El personaje que logró demostrar lo que ocurrió fue un reciclador y habitante de calle a quién también intentaron asesinar.

Según la caracterización de la población recicladora de Bogotá del 2020, el 5% de las personas dedicadas al reciclaje son habitantes de calle, y sufren de la misma disciminación. “La sociedad rechaza la basura y extiende dicho rechazo a quienes trabajan con ella” (Corte Constitucional, 2009, abril 23, citado por Restrepo 2016). Rechazo capaz de justificar maltratos y hasta casos de “limpieza social”.

Incluyo el tema del reciclaje en este ensayo porque la estigmatización los relaciona con los habitantes de calle. Incluso La corte Constitucional enfatiza que “Los prejuicios contra los recicladores son de tal magnitud que se ha llegado al punto de adelantar campañas de limpieza social para 'deshacerse' de ellos” (Restrepo, 2016).

Los recicladores son los encargados de gestionar la utilidad o no de lo que nuestro consumismo desecha, además, el entorno del reciclaje está apartado generalmente de la vista de la sociedad al igual que la habitanza de calle. Pero, ¿Qué tan importantes son para ti y para mí los habitantes de calle y los recicladores?

“Cuando das limosna a un habitante de calle lo condenas a la mendicidad”

Esta es una campaña permanente del Metro de Medellín, que responde a las creencias elitistas colombianas de “el que es pobre es pobre porque quiere” o “trabajen vagos” que consideran a los habitantes de calle como personas que no quieren trabajar y merecen ser excluidas.

Quiero anteponer que tener trabajo en Colombia es un privilegio, y muchas personas son consideradas no gratas en términos laborales para las empresas, ya sea por su género, pasado judicial, entre otros, esto hace que terminen perdiendo su hogar y viviendo en la calle.

Menciono lo anterior porque el Metro de Medellín repite esta frase periódicamente en sus estaciones, sobre todo las que se encuentran en lugares cercanos a donde duermen habitantes de calle, reproduciendo prejuicios acerca de la habitanza en la calle.

Es importante resaltar que el Metro de Medellín es un sistema de transporte público, por lo tanto el gobierno es dueño de un porcentaje de la empresa y sus planes de expansión son proyectos de ciudad que ocupan el espacio público. Tanto, que sus estaciones son custodiadas por miembros de la Policía Nacional encargados de no dejar entrar ni merodear a los habitantes de calle.

En consecuencia los habitantes de calle terminan siendo desplazados por el Metro de Medellín, apoderandose del espacio público en la construcción de su sistema y rechazando a quienes lo habitan.

“Se lo va a gastar en bazuco”.

Se lo va a gastar en bazuco es un argumento en camino de no dar dinero a los habitantes de calle, porque se conciben como drogadictos, y que por eso cayeron en la indigencia. Lo que puede ser verdad en muchos casos pero no en todos.

La concepción Colombiana sobre la droga está llena de historias de muerte, pobreza, y abandono. Esto ha ocasionado la vulneración de los derechos humanos de los Colombianos, y en gran medida a los habitantes de calle por la creencia en que son consumidores.

Además, la historia conflictiva del país no solo relacionada con la “guerra contra las drogas” sino con las guerrillas, paramilitarismo, colonialismo y otras, que han producido desplazamientos forzados y en consecuencia han dejado a muchas personas en la habitanza de calle, según el Informe Nacional del desplazamiento forzado en Colombia (2015):

Los desplazados generalmente llegan hasta la periferia del municipio o de la ciudad, es decir, a las zonas marginales, lo cual los pone en competencia de recursos, de trabajo, de bienes, con los otros desposeídos de la ciudad (…) Reconociendo a las personas desplazadas como indigentes desempleados o empleados informales callejeros, quienes exponen también una realidad que no quiere ser vista.

De esta forma, los habitantes de calle terminan siendo las personas obligadas a vivir en el alter ego de la historia conflictiva Colombiana y estigmatizados por ello. Porque “toda sociedad construye sus pánicos en conexión con sus grandes incertidumbres” (Restrepo, 2016).

Recopilando las anteriores frases: “No olviden a los habitantes de la calle, ellos son humanos”, “Desechable”, “Árbol que no da fruto hay que cortarlo”, “Negrito, ¿tú recoges cartón?”, “Cuando das limosna a un habitante de calle lo condenas a la mendicidad”, “Se lo va a gastar en bazuco”. Quiero concluir con que la habitanza de calle en Colombia tiene relación con nuestros problemas histórico-sociales, y es mucho más compleja de lo que planteo en este texto.

Este ensayo como análisis discursivo de las concepciones relacionadas a los habitantes de calle no es capaz de abarcar todo lo que significa ignorar las realidades de los habitantes de calle pero sí reflexionar sobre cómo en el lenguaje se manifiestan estigmas que tienen relación con la necropolítica del ¿quién merece vivir o morir? y por qué terminan siendo ellos los abandonados.

Referencias:

Achille, M., & Elisabeth, F. A. (2011). Necropolítica seguido de Sobre el gobierno privado indirecto.

Desplazada, C. U. N. (2015). Informe Nacional Del Desplazamiento Forzado En Colombia: Centro Nacional de Memoria Histórica. CNMH: Bogota, Colombia.

Mac Gregor, H. C. (2013). NECROPOLÍTICA LA POLÍTICA COMO TRABAJO DE MUERTE. Ábaco, (78), 23–30.

Perea Restrepo, C. M. (2016). Limpieza social. Una violencia mal nombrada.

Valencia, S. (2010). Capitalismo gore (Vol. 158). España: Melusina.

--

--