Lo que oculta el favorecido
Primero, un poco de contexto
En el momento de pensar en un posible tema para este ensayo, recordé que siempre me ha generado curiosidad e impulsado a ahondar en el consumismo y su relación con la desigualdad social. Al realizar las respectivas consultas para nutrirme más de información, encontré, por ejemplo, que la pobreza está relacionada con la desigualdad social y que el consumismo sigue desfavoreciendo a algunos para volver más ricos a otros.
Es así como decidí empezar por buscar una definición de pobreza y encontré que, según la ONU (1995, como se citó en Spicker 2009), se trata de “la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información. La pobreza depende no sólo de ingresos monetarios sino también del acceso a servicios” (p 294).
Según Herrera et al. (2016), en Colombia se calculan los niveles de pobreza mediante los indicadores de pobreza monetaria e índice de pobreza multidimensional (IPM). La IPM consiste en comparar los ingresos recibidos con un nivel o estándar previamente fijado, denominado línea de pobreza. Esta metodología mide la pobreza monetaria teniendo presente las siguientes dimensiones:
- Condiciones educativas del hogar.
- Condiciones de la niñez y la juventud.
- Trabajo.
- Salud.
- Acceso a servicios públicos y condiciones de la vivienda.
Los hogares que tienen privación aproximadamente del 33% de los indicadores, son considerados pobres.
Invito a ver el siguiente vídeo en el que se complementa el contexto de esta problemática.
La notoriedad del fenómeno de la pobreza oculta.
Partiendo de la anterior información, me surgió una pregunta particular que va más allá de la mirada que normalmente y que a modo general se le da a la pobreza, fue en ese momento que decidí cuál sería mi tema central de investigación y por ende para este ensayo.
Se trata de “la pobreza oculta o la pobreza vergonzante” una condición que, según la Secretaría de Planeación de Bogotá (2014), tiene como punto de partida a personas que han tenido una situación socioeconómica favorable de estratos medios (estratos 3, 4 y 5) y por alguna razón disminuyeron su ingreso. Además, en ocasiones, por vergüenza social no reconocen la situación económica actual por la que están pasando.
Ahora bien, la siguiente información se hace relevante ya que permite entender un poco más el funcionamiento, las dinámicas y cómo se manifiesta la pobreza oculta.
Quisiera entonces aprovechar este espacio para desglosar algunas ideas que giran en torno a esta problemática que para muchos es desconocida, ideas que no solo crean reflexión desde las personas que ocultan su estado económico y social, sino también desde la invisibilización del Estado y sus diferentes entidades.
Este tipo de pobreza es oculta en todos sus sentidos, y aquí me gustaría resaltar el hecho de que no se debe solo a las personas que se encuentran en esta situación de pobreza, también a la falta de información nacional respecto a lo que conlleva este fenómeno que puede incluso generar que se hable más desde las deducciones y la poca información, no desde hechos verídicos y actualizados.
La pobreza oculta lleva años normalizada ya que se habla de la pobreza en sí, se dan datos, políticas para su mejoramiento y posible mitigación, pero la posición en la que me encuentro en este momento con el tema me siembra muchas dudas en cuanto a las cifras de las personas que no dan luces de la condición en la que se encuentran y la “culpabilidad” que podrían tener en el desconocimiento del Estado de su condición, sin dejar de lado la responsabilidad que sigue teniendo este de garantizar una investigación exhaustiva de los casos. Son dudas que me dejan un sinsabor a medida que voy indagando sobre la problemática.
La inclusión en los sistemas de medición de la población que no revela la situación socioeconómica en la que se encuentra.
Considero que las personas que entran en la categoría de “pobres” deberían ser parte de cada uno de los procesos que se hacen con el fin de buscar soluciones que, por ejemplo, den garantías para una mejor calidad de vida dado que no se deberían de ofrecer cifras e indicadores sin involucrar absolutamente todas las realidades que giran en torno a la pobreza y que están presentes en la sociedad.
Los indicadores o sistemas de medición para la pobreza deberían ser participativos e incluyentes, que no solo sea el Estado quien lleve a cabo los procesos. Darle voz a los ciudadanos, sobre todo aquellos que se identifiquen con esta condición socioeconómica no favorable, se hace relevante para que los resultados difundidos y/o expuestos a la sociedad den cuenta de las carencias y necesidades por las que pasan las personas y al mismo tiempo se hable de todos los contextos y no solo una parte de estos.
Una opción sería re-considerar las actuales herramientas de medición que focalizan a potenciales de estudio que cumplen con criterios, ocasionando que se dejen por fuera otros focos que requieren también la misma atención y por ende no son priorizados en las agendas gubernamentales; además, las necesidades sociales que presentan las personas en condición de pobreza oculta no tienen la visibilización que requieren. Como lo menciona Torres (2017), se podrían considerar algunos aspectos para focalizar de manera más acertada esta condición:
- Al identificar las personas que se encuentran en esta situación de pobreza, se podría pensar en la implementación de acompañamientos a través de programas en los que se asegure el acceso a bienes y servicios que ponga a disposición el Estado.
- Es importante que el tema se propague, que la pobreza oculta deje de considerarse un tabú en el que resulta ser vergonzoso manifestar la necesidad de apoyo. Una manera de que esto pueda darse podría ser el involucramiento de los medios de comunicación como una estrategia que le brinde la trascendencia que necesita a esta condición.
- Lo ideal es que la metodología que se establezca para la identificación de las personas que están en la situación de pobreza oculta, sea replicada de manera periódica por los organismos adecuados para hacer un mejor seguimiento a las condiciones de vida de la población y a los cambios que se podrían ir generando al realizar intervenciones de política social.
Pienso que si de verdad se quieren obtener cambios y resultados respecto a esta problemática, es indispensable que desde las entidades encargadas de llevar los procesos se empiece a tener en cuenta a las personas que entran en la categoría de “pobres ocultos”, “pobres vergonzantes” y/o “nuevos pobres” en sus sistemas de medición, de lo contrario sería casi imposible identificarlos ya que, como es evidente, las personas involucradas por sí mismas no tomarían la iniciativa de ser reconocidos.
Motivos para ocultar la pobreza
A continuación me gustaría mostrar algunos testimonios de personas que conocen de primera mano lo que es vivir en la pobreza oculta y/o han tenido experiencias cercanas; esto, con el fin de generar una reflexión alrededor de algunas de las vivencias que han logrado ser documentadas.
Con relación a lo anterior, considero que las razones por las que estás personas ocultan su situación socioeconómica básicamente recaen en asuntos personales que se resumen en la vergüenza que les genera aceptar que están pasando por situaciones económicas poco favorables que afectan al mismo tiempo su bienestar personal, familiar y social.
Otro aspecto a tener en cuenta relacionado con la vergüenza social que sienten estas personas, tiene que ver con la falta de alimentos en los hogares y por ende la búsqueda de comedores comunitarios. Sin embargo, por esa misma vergüenza, muchas personas no se inclinan a hacer parte de estas ayudas por el temor a ser descubiertos y criticados por parte de las personas más cercanas a su círculo social, incluso sus familiares.
Pérez (2014) plantea que vivimos en torno a una crisis sistémica constante que implica la degradación generalizada de las condiciones de vida y la multiplicación de las desigualdades sociales. Además, estamos permeados por el refuerzo que sigue teniendo el control capitalista sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas donde prima el consumo como la manera más directa de realización tanto personal como social. Para el tema aquí abordado, se llega a complejizar la inclusión de las personas en condición de pobreza oculta en las áreas de ayuda comunitaria que se tienen diseñadas desde el Estado, debido a que se sigue prefiriendo mantener el “status quo” de acuerdo a las oportunidades de consumo y ostentación con las que se cuenta o se contó en algún momento.
En resumen, la identidad para estas personas es supremamente importante pues está orientada a ese consumo individualizado, el afán de aparentar una riqueza con la que ya no se cuenta y darse el lujo de un estilo de vida a pesar de no contar con un salario que lo acredite; el consumo se vuelve entonces una vía no solo del desarrollo individual, sino también social.
Es aquí entonces donde veo pertinente hacer mención del concepto “necropolítica”, no tanto por su enfoque hacia “el poder y la capacidad de decidir quién puede vivir y quién debe morir” (Falomir, 2011), sino más bien hacia la condición de esclavo a la que se somete una persona que decide vivir en condiciones precarias por la vergüenza social que puede sentir al verse permeado de dificultades para llevar una buena y mejor calidad de vida; se pierde la libertad de propiedad, pero también la libertad de la persona ya que esta se va disolviendo a tal punto que pierde el poder de su propia vida llegando a un punto en el que no sabe qué rumbo tomará esta.
Para concluir, me gustaría citar a Bauman (1998), cuando dice “Cada sociedad adoptó y adapta, hacia sus pobres, una actitud ambivalente que les es característica: una mezcla incómoda de temor y repulsión, por otro lado; y misericordia y compasión, por el otro” (p.134). Considero que es un fragmento que resume mucho el origen de la vergüenza de los pobres ocultos ya que, como ya se ha estado mencionando, las precarias condiciones en las que se ven envueltos los hacen dudar de la inclusión que tienen y han tenido durante su vida, y es válido pensar que si está problemática no se maneja con la responsabilidad que amerita, seguiremos viviendo aislados y de manera independiente a muchas situaciones que pasan a nuestro alrededor.
Referencias
Bauman, Z. (1998). Trabajo, consumismo y nuevos pobres. gedisa. https://emprendedorasenred.com.ar/wp-content/uploads/2017/10/Z.Bauman-Trabajo-consumismo-y-nuevos-pobres-.pdf
Falomir Archambault, E. (Ed.). (2011). Necropolítica. melusina. https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/5001842/mod_resource/content/1/1%20MBEMBE%20ACHILLE.%20Necropol%C3%ADtica.pdf
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Marín, L. (23 de octubre del 2021). Conflicto capital-vida (N°1) [Episodio de Podcast]. En Algo va mal. Spotify. https://open.spotify.com/episode/3XWKP6cmpz6wllf2fEvkf0?si=bY2CHPYbR8K1Y8x3URrBYQ&utm_source=whatsapp
Pérez Orozco, A. (2014). Subversión feminista de la economía. Traficantes de sueños. https://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/30/Subversion_feminista_economia_introduccion.pdf
Sánchez Vallejo, M.A. (01 de febrero del 2012). Clase media: los nuevos pobres europeos. voxeurop. https://voxeurop.eu/es/clase-media-los-nuevos-pobres-europeos/
Secretaría de Planeación. (2014). El 3% de la población que está en los estratos 3 y 4 oculta su pobreza. http://www.sdp.gov.co/sites/default/files/052_pobreza_oculta_en_estratos_3_y_4.pdf
Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá. (2014). Demografía, población y diversidad. http://www.sdp.gov.co/node/6185
Spicker, P., Alvarez Leguizamón, S. y Gordon, D. (2009). Definiciones de pobreza: doce grupos de significados. En P. Spicker (Ed.), Pobreza un glosario internacional (pp. 291–306). CLACSO. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/clacso-crop/20120518121154/glosario.pdf
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