El ocio: el peor enemigo de la sociedad del cansancio

Catalina Brand
Pensamiento
Published in
8 min readOct 6, 2023

Siempre he sido una defensora del ocio en comparación con mi círculo social que de cierta forma se ha dedicado a seguir los patrones que se han construido en la sociedad. Soy partidaria del pensamiento de la tranquilidad, del ocio como promotor de la creatividad y de la creación de conexiones profundas con las personas y el mundo no solo exterior sino el interior. He encontrado la belleza del mundo, la cual intento mostrarle todos los días a quienes no tienen el tiempo para descansar, que viven en un mundo de fechas y relojes y que no prestan atención a las cosas que se le ponen al frente. De este modo he conseguido que mi principio de vida sea la tranquilidad, la misma que confronta un sistema de super producción, estrés y caos mental.

La percepción neoliberalista

El pensamiento neoliberal que se ha implantado en la sociedad desde los años 80 ha transformado la sociedad. Un resultado es la sociedad del cansancio, donde sus principales ideas propuestas por Byung Chul-Han citado en Quintero (2017) son exceso de positividad, agotamiento por exceso de información, individualización, aislamiento, presión de rendimiento, falta de espacios de descanso y reflexión.

La sociedad del cansancio también viene acompaña de una crítica al capitalismo tardío, el consumo, el amor, la vida pornográfica y la hipertransparencia (Quintero, 2012). Es entonces claro que el pensamiento hegemónico ha creado una especia de puntos que tenemos que cumplir para poder rendirle cuentas y que hace muy difícil que el ser humano se pueda concentrar en el mundo sensible que también ofrece otras riquezas muy a parte del mundo consumista. Básicamente el objetivo del sistema es que las personas inviertan su tiempo libre en consumo para volverlos superproductivos y no tener procesos reflexivos que pueden generar un crecimiento en el alma. Sanz (2020) afirma que “El ocio, como vida intelectual, queda anulado por una atmósfera social dominada por el consumismo cibernético y la negación del ocio (neg-ocio), que es el mundo de los negocios.”

Negar el ocio se vuelve la excusa de las generaciones conservadoras que crecieron en entornos hiperproductivos y en los que mentalmente se les implantó un pensamiento de crecimiento relacionado con lo económico, infravalorando los crecimientos espirituales, de salud, sociales, intelectuales, etc…

Sin embargo, estas dinámicas han mutado a otros espacios según se va transformando la sociedad y sus formas de interactuar, es clave entender que el ocio también ha mutado y que sus nuevas formas permiten su realización en otros espacios.

La sociedad del cansancio contemporánea

Es así como también la era mediática digital ha creado una nueva forma de mirar el mundo, si bien ya no es consumiendo físicamente, ahora podemos hacerlo desde la tranquilidad nuestros hogares y con todas las herramientas de servicio al cliente que se requieren para una compra, gracias a los avances tecnológicos. Pero no solo se trata de consumo de capital sino que también está el consumo mediático que ahora, con la llegada de las redes sociales, se volvió el principal canal de consumo de todas las generaciones. Es normal que ahora los niños cuando están pequeños prefieran una Tableta que un libro, que prefieran los videos de YouTube que una salida al parque, y cada vez desde menos edad se va entrando en una dinámica consumista que no permite la exploración de los espacios que permiten la conexión del yo con el yo.

Además, es claro que los pensamientos instalados se han perpetuado con la ayuda de herramientas como las tecnológicas pues todas las cosas materiales se pueden adquirir de forma rápida:

“Se ofrece a todos los públicos que adquieran aquello que les dicen que deberían poseer en un solo clic, nosotras -como trabajadoras- también actuamos como producto ofreciéndonos y adaptándonos a las necesidades del mercado permaneciendo operativas veinticuatro horas al día siete días a la semana.” (Mariné, 2017, párr 13)

La tecnología ha moldeado las necesidades de las sociedad de acuerdo con un pensamiento capitalista insaciable que no permite el desarrollo de otros aspectos que conforman al ser humano, sus placeres y necesidades.
Es necesario entender que este pensamiento repercute directamente en la capacidad que tienen las personas para ser conscientes de su propio ocio, pues invierten su tiempo en producir y sienten una indisposición que se transforma en culpa cuando están usando su tiempo en otras cosas que no generen algún beneficio o ingreso sin tener en cuenta que el tiempo libre es necesario para la contemplación y apreciación de la realidad, como lo defiende Josef Pieper. Por esto, el ocio viene a cumplir un papel fundamental para la creación de pensamientos no solo individuales sino colectivos.

El tiempo libre permite que las personas puedan ahondar en sus propios pensamientos, es así como salen nuevas y grandes ideas. Por el contrario, si un cerebro está ocupado todo el tiempo no tiene la capacidad de sentarse a tener una retroalimentación de todo lo que piensa en el día.
“En el ocio auténtico, el mundo se celebra a sí mismo, porque en sí mismo es festividad, jubileo. El ocio es lo más elevado de la vida activa del ser humano, porque dota de unidad de sentido a toda la realidad.” (Sanz, 2020)
Sanz hace una intervención clave que es la justificación principal de la sociedad del consumo: La vida solo tiene sentido si estás haciendo/consumiendo algo. Lo que el ocio defiende es el sentido propio de la vida por sí sola, de la naturaleza y de todas las maravillas que ofrece y que el sistema se ha encargado de opacar dándole más importancia a otros factores que no permiten el espacio a la sensibilidad, la capacidad de autorregulación, de autonomía y de decisión propia al no dejarse influenciar por propuestos sociales de modas o tendencias.
“Crea individuos dependientes e incapaces de juzgar por sí mismos qué les gusta o a quién admiran. En esta situación, la cultura, en vez de liberar al individuo, lo aborrega, y limita su lucidez y su libre albedrío” (Vargas Llosa, 2012 en Barriga, 2022)

Por eso es importante hacer una diferencia entre los gustos y las modas, si realmente me gusta algo o solamente es algo que le está gustando a todo el mundo, tener momentos de ocio permite explorar este pensamiento de una forma crítica y objetiva para poder desprenderse de la imposición y crear autonomía.

¿Y el ocio en Colombia?

Para el sistema es preferible que las personas inviertan su tiempo produciendo y ocupadas, de este modo no tienen la capacidad para sentarse a reflexionar y cuestionar todo lo que se impone por medio del pensamiento hegemónico, generando un control implícito del que no nos podemos dar cuenta.

Por otro lado, se ha satanizado el placer y el descanso. En Colombia se ha instaurado un pensamiento hiperproductivo, esto se puede identificar incluso en el estudio de las horas de despertarse, donde Colombia se sitúa en el primer lugar con un promedio entre las 6:00 y 6:30 a.m. Como también uno de los países que más horas trabaja (entre 9 y 10 horas en promedio).

Los colombianos nos hemos acostumbrado a recibir la meritocracia como pan de vida, como si fuese normal perderse la vida y sus maravillas por el hecho de estar trabajando. Sobre todo, en Antioquia, donde se dice que el paisa es el verraco, el trabajador y se replican muchas dinámicas que tienden a romantizar el sobre esfuerzo de algunas personas que simplemente están intentando sobrevivir.

El ocio es creador de pensamientos colectivos, es creador de aprendizajes y de educación. Algunas generaciones que han dejado de lado la sociedad del cansancio y se han parado firme para hacerle cara a la contemplación, han crecido espiritual y económicamente, creando un balance clave para el desarrollo de una vida amena, con la intención de tener el tiempo para todo y despojándose de la culpa.

“Por el ocio la mente humana descubre que el mundo no es un dato ni un material, sino un don, una celebración. En consecuencia, para que el mundo vaya bien y el ser humano pueda estar bien en él con sus semejantes, lo primero que tiene que hacer es reconocerlo, meditarlo, estudiarlo, estar bien consigo mismo” (Sanz, 2020)

Y esto no significa que pararse desde el Hedonismo (Corriente que dicta que el placer o la dicha es el principio más importante en determinar la moralidad de cualquier acción), sea contraproducente con la articulación del ocio, donde también se busca satisfacer el ser desde diferentes ámbitos, para vivir más tranquilos, más felices y menos preocupados.
El capital crea un círculo de estrés incansable al hacer del dinero el único productor de placer, y donde todo lo que haces es en pro de conseguir más dinero, pero esa es la mentira más grande del sistema, confundir el placer con el dinero. El placer se consigue en el propio ser y en la realización efectiva de los sentidos que la vida proporciona y con los que hemos vivido por más de tres mil años. El sexo sigue siendo un satisfactor necesario, los amigos siguen siendo promotores de tranquilidad y red de apoyo, la música sigue produciéndonos serotonina y el amor de pareja, familiar o amistoso nos sigue invadiendo de oxitocina el ser.

Es necesario entonces reconocer que la satanización del ocio hace que nos sintamos culpables cuando no estamos haciendo nada, que sintamos culpa por sentir placer, pues no hacer nada muchas veces resulta placentero. Esto se extrapola no solo al tiempo libre, sino al tiempo de calidad propio, con los amigos, con la familia, con las parejas, en los espacios donde se da paso a vivir el erotismo y el afecto, haciendo que nos privemos de todos los beneficios, que pueden que no sean económicos, pero que permiten que convivamos en colectividad con nuestros cercanos de unas formas más profundas, generando conexiones reales y duraderas con el tiempo.

En la sociedad del cansancio, el ocio se presenta como una necesidad más que un lujo. No solo contribuye al desarrollo personal y colectivo, sino que también desafía la percepción errónea de que el tiempo libre es tiempo perdido. La aceptación y la promoción de un enfoque equilibrado hacia el ocio pueden ser la clave para construir una sociedad más saludable y sostenible en medio de las demandas contemporáneas, de los críticos estados mentales con los que se están criando las nuevas generaciones y sobre todo dentro del caos de una pos-modernización que sigue implantando un paradigma donde el tiempo cada vez se nos reduce más y donde no se crean espacios para la conversación, para el esparcimiento y la creatividad. Creando cada vez generaciones más depresivas, más superficiales y con menos ganas de habitar un mundo al que no le encuentran ningún sentido.

Una de las epifanías que tuve en uno de mis momentos de contemplación fue en una salida de campo de la Universidad. Montada en un chivero pude tener de frente la cordillera central de los Andes por más de cuarenta minutos entonces pude pensar y decirme: “Parce, nosotros tenemos esto de paisaje tan naturalizado, como si en otros países fuera normal ver una de las cordilleras de los andes desde otra cordillera” y es ahí donde uno crea una apropiación del territorio diferente, justo ahí cuando deja de normalizarlo.

Finalmente, dejo una cita de mi banda favorita en español, Cultura Profética:

“Sube el humo del margen de mis labios
Y rompe el horario, ya no hay segundos
Y sube el humo personificando
Mi sueño y mi canto como uno y pienso en futuro
Basta de la prisa
Momentos de ocio son necesarios, para la creatividad
Así se hace la música
Así se crea la vida”

Sube el Humo — Cultura Profética

Referencias

Barriga, M. 2022. Análisis comparativo de las narrativas de La civilización del espectáculo y La sociedad del cansancio. Tierra Nuestra, 16(1), 60–67. https://doi.org/10.21704/rtn.v16i1.1919

Mariné, Mia Coll. (2017). El instante que se fuga: fisuras en la sociedad del cansancio.. Ñawi: arte diseño comunicación, 1(2), 13–32. https://doi.org/10.37785/nw.v1n2.a1

Quintero, G. 2012. De la sociedad de los locos a la sociedad de los cansados. Culturales, año I, número 2, julio-diciembre de 2017.

Sanz, P. 2020. El ocio y la vida intelectual. Recuperado de https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20200812/ocio-vida-intelectual/511768820_7.html

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