Música y memoria: una ofrenda al territorio
En la ciudad de Pasto, Colombia, la intersección entre la globalización y las arraigadas tradiciones locales se manifiesta de manera particular. La música tradicional, como medio de reflexión y proyección, se convierte en el hilo conductor de esta compleja narrativa cultural. Se vuelve relevante el interés en desentrañar el rol fundamental de la música como anclaje emocional y de resistencia cultural en un contexto de constante transformación. Este panorama social y cultural no solo revela la amplia diversidad de Pasto, sino que también destaca la música como una herramienta vital para preservar la identidad frente a las fuerzas homogeneizadoras de la globalización.
Reconociendo la historia y geografía de Pasto
La ciudad de Pasto se encuentra en el suroeste de Colombia, capital del departamento de Nariño en la frontera con el Ecuador. Su ubicación geográfica es particularmente diversa, pues abarca desde la costa pacífica, el altiplano andino montañoso hasta el piedemonte amazónico. Previamente a la llegada de los conquistadores españoles, este territorio fue el hogar de una multiplicidad de grupos indígenas. En este territorio, desde tiempos prehispánicos, la música era utilizada como una herramienta de comunicación y ritual (Toro, 2003). En este contexto, la vida indígena y posteriormente en su transformación campesina, encontraba en la música una forma de expresar sus sentimientos y vivencias por medio de ritmos propios que acompañaban siempre en las fiestas.
La fundación de la ciudad tuvo lugar en el siglo XVI, durante la época colonial se produjo un sincretismo cultural y religioso entre las tradiciones autóctonas y la influencia española (Bastidas, 2003). Esta fusión cultural se manifestó en distintos aspectos, incluyendo la música, la religión y las festividades características de la región, como el renombrado Carnaval de Negros y Blancos, que rinde homenaje a la diversidad étnica y cultural de Nariño.
La Evolución de la Música en Nariño
La música históricamente utilizada como un vehículo para la expresión cultural y la identidad en la región, se encuentra en un punto de convergencia entre las influencias globales y las tradiciones arraigadas. La proliferación actual de géneros y estilos musicales internacionales a través de los medios de comunicación y las plataformas digitales han generado nuevas formas de proyección y fusión musical. Aunque esto permite ampliar el horizonte sonoro, también plantea desafíos en la preservación de las raíces culturales autóctonas y la lucha por mantener la diversidad frente a la homogeneización cultural impulsada por la globalización.
“La música viaja, cada territorio tiene su sonido, que conecta con la esencia de una memoria profunda que devela lo propio, es un puente hacia el origen.” — Maestro Martin Guzman, reconocido pianista de la ciudad de Pasto.
El acceso a la música era limitado hasta la llegada de la radio en la década de 1920, que masificó su difusión (Bastidas, 2021). La música en Pasto comenzó a adaptarse a nuevas tendencias y demandas musicales, un ejemplo claro es el reconocido “Son sureño”, un ritmo que celebraba la geografía y las tradiciones culturales locales. Este ritmo se popularizó en la segunda mitad del siglo XX durante el Carnaval de Negros y Blancos, una festividad que celebra la diversidad étnica y cultural de Nariño.
“El carnaval es una muestra de la identidad, la música se adapta y reafirma nuestros discursos, como forma de reivindicación y revalorización de las prácticas culturales propias de la región.” — Juan Pablo Luna, músico y productor de la ciudad de Pasto.
En el siglo XX, la industria musical experimentó cambios significativos con la introducción de nuevos dispositivos como el cassette, el CD y el MP3 (Bastidas, 2021). Esta serie de innovaciones permitieron la fusión de géneros tradicionales con músicas globales. Los jóvenes se convirtieron en consumidores activos de música y surgieron subculturas que fusionaban lo tradicional con lo contemporáneo. En el siglo XXI, una nueva generación de músicos en sus búsquedas identitarias, se inspiraron en el carnaval y la tradición campesina para revitalizar el “Son sureño”. También se propusieron nuevas narrativas en las letras musicales que reflejaban el contexto presente. Un ejemplo de ello es la propuesta musical de Los Ajíces, en su producción “Ají Bravisimo” (2017), donde se explora una reapropiación de sus raíces rurales dentro del contexto urbano de la ciudad de Pasto.
“La composición de música nariñense la considero como un acto de resistencia, mantener viva la conexión con las tradiciones. La música es como una ofrenda para el territorio y para las personas que lo habitan.” — Mario Rodriguez Saavedra, poeta hechizo y compositor del grupo Los Ajíces.
Entre estas expresiones culturales, se destacan las variantes lingüísticas que caracterizan a la zona fronteriza con Ecuador. Una herencia histórica que persiste es el uso de los Quechuismos, que representan una mezcla entre el quechua y el castellano. A pesar de las diferencias tipológicas entre estos idiomas, se han influido mutuamente a lo largo del tiempo, debido a razones culturales, históricas, geográficas, políticas y administrativas (Cisneros, 1999). Su uso en el habla común marca un punto de reflexión sobre las prácticas comunicativas en este contexto, dan cuenta de otras posibilidades de relación desde el lenguaje y la cultura.
“La oralidad en la música tradicional permite el encuentro, sentir el habla es sentir la memoria cultural. Reconocer el valor propio es un acto político.” — Gabriela Ponce, clarinetista y compositora Nariñense.
En la ciudad, los jóvenes construyen y comparten tanto significados como narrativas basados en sus experiencias en contextos urbanos o rurales, en ellos se pueden incluir referencias a prácticas sociales o culturales que evocan emociones universales como el amor o el desamor, y otras más contextualizadas que se refieren al territorio que habitan. Como se refleja en este fragmento de la canción “Pasto lindo” (Rodríguez, 2022) “Pasto lindo de mi alma, Pasto lindo de mi vida, Guagua ́e pan, corregimiento. Sonsureño ́e mi vereda”. Encuentran en la música una forma de reafirmar estos significados, expresando y evocando sentimientos compartidos. Como menciona Martinez (2009), el consumo cultural de los jóvenes sin duda repercute en diversos aspectos de su vida, ya sea en los significados sociales, en formas de identificación, diferenciación e interacción social, así como en la conformación de agrupaciones.
La Música como Puente entre el Pasado, el Presente y el Futuro: la espiral
En este contexto de cambio y desafío cultural, la música que hay en Pasto en sus diversas manifestaciones actúa como un puente tangible entre el pasado, el presente y el futuro. Al explorar sus raíces prehispánicas y el sincretismo cultural que la ha caracterizado, la música se manifiesta como un medio vivo para preservar y rescatar la memoria colectiva desde procesos coherentes con el territorio, las prácticas tradicionales y las personas que lo habitan. Las letras y las melodías guardan significados de la cultura que vienen del relato oral, en ellas es posible encontrar indicios de prácticas tradicionales, y fomentan la apropiación de las mismas en el contexto actual.
“La música resalta la identidad Nariñense, en el carnaval se encuentra un arraigo ancestral y se deja el legado para las nuevas generaciones.” — Carolina Ponce, Artista y creadora en la reconocida agrupación Bambarabanda.
La diversidad lingüística, marcada por la influencia de los Quechuismos, se convierte en una manifestación viva de las complejidades comunicativas de la región. Las letras musicales, como las propuestas de la Bambarabanda con “Surestar” (2013) y de Los Ajíces en “Ají Bravisimo” (2017), reflejan no solo la magia ancestral sino también la realidad de la vida rural revitalizada en el entorno urbano. La música, entonces, no solo es un reflejo de la historia, sino un diálogo dinámico sobre el presente y una proyección de la identidad en un futuro incierto.
La Música como Resistencia Cultural y Social
En el dilema cultural de la globalización, la música en Pasto se proyecta como la fuerza de resistencia cultural y social. Los ritmos tradicionales como el son sureño o el sanjuanito, nacidos de las tradiciones locales, desafían la homogeneización cultural al celebrar la geografía y las costumbres propias. Este rechazo sutil pero poderoso a la uniformidad cultural es fundamental para preservar la riqueza de la identidad Nariñense. La música se vuelve un acto político, una forma de hacerse presente frente al centro del país, valorando, revitalizando y re-apropiando lo que ha quedado en capas más profundas de la historia que han contado los vencedores.
En este fragmento de la canción “Aromas de carnaval” (Bambarabanda, 2013) “ Fiesta del andes mi carnaval, Vive su esencia el Pasto ancestral, Murgas comparsas vienen y van, Canto del alma para brindar, Y en la carroza multicolor, Danza la Guaneña, del carnaval orgullo”. Se explora el festejo de las celebraciones tradicionales, se resalta el valor del arte y la cultura como una forma de fortalecimiento de la identidad.
La música, en sus formas contemporáneas, se convierte en un medio para que los jóvenes expresen su experiencia de vida en un mundo globalizado. A través de ella, se exploran y construyen narrativas que resisten a la pérdida de la memoria cultural y la amenaza de la desconexión generacional. La oralidad de la música tradicional se entrelaza con las nuevas formas de expresión, formando un tejido cultural que refleja la fuerza de caminar en comunidad, de seguir celebrando tradicionalmente frente a las influencias externas.
La música como vínculo inquebrantable con el territorio
Para redondear, la música en Pasto, Nariño, Colombia, no solo es una expresión artística, sino un testigo y agente de cambio en un mundo en constante evolución y pérdida de memoria. Desde las antiguas tradiciones prehispánicas hasta las expresiones contemporáneas, la música ha sido un reflejo fiel de la identidad local, un puente entre generaciones y una herramienta de resistencia cultural.
Es importante aclarar el concepto de territorio tanto para los jóvenes, como para las comunidades del contexto rural en Nariño. Se entiende por territorio, que es donde las relaciones sociales ocurren en lugares específicos que son importantes para el ejercicio y control del poder, ya sea por parte del estado o de otras organizaciones y personas. Los lugares pueden ser tanto físicos como conceptuales, como la idea de pertenecer a una nación. Son espacios que según Arévalo (2012), “se sobreponen o se complementan y se derivan en diversas formas de percepción, valoración y apropiación” (p. 340).
“La música es como una ofrenda para el territorio y para las personas que lo habitan.” — Mario Rodriguez Saavedra, poeta hechizo y compositor del grupo Los Ajíces.
En un entorno sociocultural donde la globalización amenaza con diluir las particularidades tradicionales que se ven desplazadas a menudo por la inclusión de productos globales que funcionan en una lógica capitalista, la música en Pasto se muestra como una voz distintiva y resistente que se niega a ser silenciada. A través de ritmos que celebran la geografía y letras que narran las naturalidades de la vida rural y urbana, la música actúa como un lazo inquebrantable con el territorio y la memoria colectiva.
“La música es un puente hacia el origen.” — Maestro Martin Guzman, reconocido pianista de la ciudad de Pasto.
En el constante diálogo entre lo ancestral y lo contemporáneo, la música en Pasto ofrece una ofrenda al territorio, una melodía que resuena con la esencia misma de la tierra y sus habitantes. A medida que la música evoluciona y se adapta, sigue siendo un faro que ilumina el camino hacia la preservación de la identidad en un mundo que cambia rápidamente. Pasto, a través de su música, no solo celebra su historia, sino que también escribe el compás de su futuro. Así como lo hacían los abuelos, girando en la espiral.
Todas las fotografías son de autoría propia a nombre de Jorge Danilo Bravo Reina.
Referencias.
Arévalo, R. O. (2012). Espacio, sociedad y ocupación del territorio en el actual departamento de Nariño, Colombia. Revista Geográfica Venezolana, 53(2), 329–349.
Bambarabanda. (2013). Aromas de carnaval [Canción]. Independiente.
https://www.youtube.com/watch?v=7V21nQImwSw
Bastidas Urresty, J. (2003). Son Sureño. Pasto, Colombia: Talleres Graficolor.
Bastidas España, J. (2021) Atavismos coloniales, Música y transformación social. La educación musical en Pasto 1938–1965. Pasto, Colombia. Editorial universidad de Nariño
Cisneros Estupiñán, M. (1999). Peculiaridades del gerundio en el suroccidente de Colombia. Thesaurus: boletín del Instituto Caro y Cuervo, 54, 1003–1035.
Rodríguez, M. (2022). Pasto Lindo [Canción]. Independiente. https://www.youtube.com/watch?v=ArzQRaJYo9k
Toro, L.(2003). Son Sureño / entrevistada por Bastidas Urresty, J. Pasto, Colombia: Talleres Graficolor.
Velásquez, I. (2015). El consumo de música pop contemporánea en la construcción de identidad juvenil Fase II : el comportamiento de los jóvenes con la música pop y el aporte a su identidad.