Se da amor gratis
Desde hace un tiempo me he dado la libertad de afirmar que soy una persona que ama mucho, que ama amar, y con ello, que piensa mucho en el amor. Pensarse el amor es enfrentarse a un océano de ideas, sentires, convicciones, preguntas, experiencias, miedos, expectativas y muchos elementos más que día a día estamos nutriendo, incluso sin darnos cuenta. Psi Mammoliti (2023) nos dice que el amor es eso que “todos y todas conocemos de cerca” pero de lo que sabemos realmente poco (0:01s), y si bien considero esto cierto, más allá de pensar en una definición del amor, constantemente me pregunto por las maneras de amar, por el cómo generamos nuestros vínculos y el porqué de ello.
¿Los vínculos amorosos tienen unas dinámicas establecidas?, ¿yo me inventé mi manera de amar?, ¿el amor debe ser recíproco?, ¿se da y se recibe?, ¿tiene un objetivo?, ¿he sacado provecho del amor? Estos interrogantes de vez en cuando inundan mi cabeza en un intento de obtener una pizca de entendimiento respecto a lo que he vivido desde el amor con otras personas pues quisiera tener más conciencia sobre los vínculos que he tenido y que tengo en mi vida. Con este ensayo quiero poner sobre la mesa y desmenuzar la idea de que el amor siempre es recíproco, que se da amor para recibir amor y que éste en sí mismo está a nuestra disposición con un objetivo final; les regalo algunos de mis cuestionamientos, pero también esa pizca de entendimiento que pretendo saborear sobre el tema al abarcar de dónde salió la imagen de amor que he tenido, bajo qué lógicas funciona esa imagen y de qué manera me he abierto a otra percepción del tema.
Quiero entender de dónde saqué mi imagen del amor
Veo a Angélica de ocho años en su habitación con el televisor prendido, probablemente en el canal Discovery Kids donde están pasando La Cenicienta, Blancanieves, La bella durmiente, La princesa y el sapo o cualquier otra película de princesas que ella disfruta. Emocionada mira como la princesa, que al inicio de su historia tiene una vida repudiable, es rescatada por el apuesto príncipe que llegó a mejorar su vida, se encuentran en un bosque, cruzan un par de palabras, se enamoran de inmediato con gran intensidad, se enfrentan a figuras de autoridad que no quieren permitir su relación, pero al final, la fuerza del amor puede con todo, se casan y viven felices para siempre.
Algunos años después, Angélica de catorce años está acostada en su habitación buscando una película para ver en Netflix, en el catálogo encontró algunas comedias románticas o historias de amor adolescente que logran emocionarla por más clichés y predecibles que sean; amores imposibles que luchan para estar juntos, relaciones de verano que se convierten en un amor eterno, encuentros inesperados en los pasillos de la escuela… Escenarios que reforzaban lo que las princesas le enseñaron sobre lo que era amar, ser amada y tener una relación.
Sin darme cuenta, a lo largo de mi vida estuve construyendo una idea del amor y las relaciones de pareja basada en eso que miraba en las películas y que al mirar la vida real seguía vigente en muchos casos, teniendo eso claro llego al término “amor romántico” que Brigitte Vasallo nombra como “amor Disney” (PlayGround, 2018), su nombre resulta bastante explícito, es ese amor que se nos ha planteado desde las narrativas de las princesas delicadas, indefensas y enamoradizas cuyo objetivo en la vida es encontrar al príncipe fuerte, valiente y, aunque no lo digan, millonario, que les asegurará su Y vivieron felices para siempre. Si bien este amor Disney nos implanta ideas respecto a los roles de género en las relaciones, cómo debe ser el proceso de conquista, la intensidad con la que se debe vivir el amor y muchos otros elementos, me interesa enfocarme en una idea, aquella que nos dice que el amor es totalmente recíproco, por lo que, si yo doy amor, debo recibir amor de la misma manera.
Han querido convertir el amor en una cosa
El amor romántico o amor Disney, como se le quiera nombrar, se ha convertido en un tipo de ley que rige en nuestras vidas, tiene tanto impacto que se llega a establecer como un ideal universal, casi que en una meta que se quiere lograr por unos intereses específicos, eliminando todo rastro de subjetividad presente en el amor. Darme cuenta de esto me ha permitido ser consciente de que los mitos que se han creado en torno al supuesto funcionamiento del amor responden a algo más grande que nosotros, a un sistema que tiene la necesidad imperante de verse beneficiado por todo lo que sucede dentro de él.
Pérez (2014) nos permite comprender que en todos los aspectos de nuestras vidas se ha implantado una jerarquía de importancia y poder: hombres sobre mujeres, esfera económica sobre esfera de los cuidados, dinero sobre sentires, esto ha llevado a poner el foco en los intereses económicos, productivos y particulares. Si trabajamos, es a favor de una empresa, si estudiamos es para que más adelante se beneficie el sistema, si se tiene un hijo es para aportar más capital humano, y si amamos es para que también nos amen; absolutamente todo empieza a adquirir una misión económica, una razón de ser o un fin último de los que los vínculos amorosos no se escapan. Si bien no ponemos nuestro amor a disposición de un horario laboral y una máquina de trabajo, si lo suprimimos en esos escenarios porque no son considerados productivos, y cuando salimos de esa esfera lo estamos sometiendo a los ideales que se nos han impuesto del amor.
Cuando se anhela una pareja para que nos de felicidad, cuando hay una búsqueda de ese vínculo amoroso en todas partes, cuando pensamos en el amor de pareja como algo que tiene un objetivo, o que es en sí mismo un fin, estamos supuestamente sintiendo, pero bajo una mercantilización del amor en la que estoy dando para recibir algo, se piensa en las ganancias que traerá consigo esa vinculación: alguien con quien salir a comer, alguien que me dará regalos, alguien que me dará besos y abrazos, alguien que me hará sentir amada, alguien con quien compartiré el resto de mi vida… así una larga lista de elementos que se convierten en gratificaciones que surgen como consecuencia de algo que yo ofrecí al otro; un dar y recibir constante como si de una mercancía se tratara y que termina incluyendo al amor en un sistema de acumulación de ganancias (Sztajnszrajber, 2023) en el que siempre hay una dinámica de compra y venta, dar para recibir porque nada puede ser gratis, porque de todo debemos sacar provecho, porque debo recibir de manera equivalente o incluso mayor lo que estoy dando, siempre con el interés productivo por delante.
¿Y si amamos gratis?
No pretendo satanizar el brindar y recibir amor, pero sí quiero que sea un abrir de ojos para entender desde dónde amamos ¿estoy amando para recibir exactamente lo mismo a cambio?, ¿estoy amando para no quedarme sola?, ¿estoy amando a la persona junto a mi o a las gratificaciones que esta me genera? Han (2014) permite entender que el reconocimiento del otro es esencial en una relación, nos permite pensar más allá de nosotros, entender que el amor es un vaciamiento de sí mismo dirigido a la otra persona, es el despojo del narcisismo que no nos permite ver en el otro lo que es sino lo que deseamos para sentir que se está generando una conexión real y no un pacto mercantilista en el que una parte da algo para recibir otra cosa de igual o mayor valor.
La mente todavía se me enreda un poco cuando pienso en la idea de reciprocidad del amor. Gracias a las películas y a su manera de convertir el amor en espectáculo, siempre pensaba que dos personas en una relación se aman con la misma intensidad y de la misma manera, que si una de las personas dice Te amo la otra debe responder Yo también te amo porque es lo que ha recibido; esa es la idea que me han vendido y con la que llegué a la vida real. He cuestionado esa imagen del amor y he pensado en lo difícil que puede ser coincidir en algo que puede resultar tan subjetivo y contextual como el amor. Sí, con mi novio nos amamos, pero nuestras maneras de expresarlo, de sentirlo y vivirlo no son las mismas y eso es válido, no por eso no nos amamos. Esta cuestión me lleva a pensar en las motivaciones de fondo de esas expresiones ―más no intercambios― del amor, y es que yo no quiero un Yo también te amo para sentir que poseo el amor de esa persona y que mi te amo ha sido pagado o retornado con éxito, e incluso entiendo que el hecho de acompañar a una cita médica, ayudar a hacer un trabajo o hacer un bailecito chistoso para hacer reír al otro es una manera de expresar ese te amo, pero sí agradezco que también se exploren diferentes expresiones del amor para reconocer la manera en que la otra persona se siente más amada y que de esa manera el amor que circula en la relación continúe fluyendo.
Estas percepciones me han llevado a cuestionarme por la alternativa a ese amor Disney que tanto nos ha influenciado ¿Cómo soltar la idea de que el amor es un bien que se posee, que se otorga y en la misma vía se recibe, sin dejar de pensar en cómo hacer sentir amada a la otra persona?
En el podcast “La cuestión de lo común” se habla de lo inapropiable, aquello que no tiene un precio monetario, lo que todas podemos tener sin que sea exclusivamente nuestro ¿les suena a algo conocido? “El amor es el gran intangible” (Ackerman, 2002, citada en Hooks, 2000, p. 265), al no ser un bien, no tiene precio, no se puede comprar, no podemos sostener el amor con las manos y guardarlo en el bolsillo, porque, aunque el amor se pueda presentar mediante acciones y objetos, no se convierte en esa acción u objeto. Una caja de chocolates se puede comprar, se puede poseer, por sí sola, es eso, una caja de chocolates; si tomo esa caja como medio para expresar mi amor hacia alguien, puede tomar mayor importancia para la persona que la reciba, pero sabe que, aunque los chocolates se acaben en algún momento, el amor con los que fueron regalados no acaba con ellos, permanece más allá de ese bien material.
Creo en esta versión del amor inapropiable, subjetivo, contextual, pensado para el otro desde su reconocimiento y no su cosificación, en la exploración de las expresiones del amor por el deseo mutuo de un amor genuino, espontáneo y no estandarizado. A veces todavía me veo permeada por el amor Disney y las presiones capitalistas en mi sentir el amor, pero opto por cuestionar, reflexionar, experimentar, creer en un amor que se conforma de “cuidado, afecto, reconocimiento, respeto, compromiso, y confianza, así como una comunicación abierta y honesta” (Hooks, 2000, p. 266) que me permita vivir esta experimentación del amor con calma y conciencia de mí misma, del otro y del nosotros que construimos cuando amamos. Quiero creer en un amar por el hecho de amar, no en un amar para ser amada de vuelta y de la misma manera en que amo, todas estamos inmersas en el mismo sistema, es inevitable, pero nadie nos puede quitar el derecho de pensarnos aquello que el capitalismo nos dice que no pensemos porque no le beneficia. Sistema capitalista, patriarcal, heteronormativo, opresivo, extractivista y mercantilista, no estoy interesada en poner mis sentires a tu disposición, pero si estoy dispuesta a ponerlos sobre la mesa como una forma de resistir, estoy dispuesta a amar por el hecho de amar, para tu mejor entendimiento: estoy dispuesta a dar amor gratis.
Bibliografía
Darío Sztajnszrajber. (2023, mayo 16). Filosofía del amor (clase 2) | por Darío Sztajnszrajber [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=s0AeSwuR1ek
Han, B.-C. (2014). La agonía del Eros (R. Gabás, Trad.). Herder. https://file.notion.so/f/s/032a51ae-1430-43ce-bbbd-b8148e3106d8/(Pensamiento_Herder)_Byung-Chul_Han_-_La_agonia_del_Eros-Herder_Editorial_S.L._(2014).pdf?id=7d8c40a2-7764-4919-b54e-194a44031f67&table=block&spaceId=3e792ae4-4490-4a38-84a7-c0659dcd3647&expirationTimestamp=1687589886667&signature=RYk_wykDvPiPNL1eAjpy_hlbGTrY5aY-C6BIWYvfxyo&downloadName=%28Pensamiento+Herder%29+Byung-Chul+Han+-+La+agoni%CC%81a+del+Eros-Herder+Editorial%2C+S.L.+%282014%29.pdf
Hooks, B. (2000). Claridad: dar palabras al amor (V. Villaplana, Trad.). Arte y políticas de identidad (6) pp. 265–270 https://revistas.um.es/reapi/article/view/163151/142031
Mammoliti, P. (Anfitriona). (23 de febrero de 2023). T2 E2 — ¿Qué sabemos del amor? Repasando los mitos del amor romántico (N° 2) [Episodio de Podcast]. En Psicología al desnudo. Spotify. https://open.spotify.com/episode/5fmPuxY8Uw3cbc07EWMYDV?si=skOQykm9S_ui2y-lQUpIOA
Marín, L. (Anfitriona). (Noviembre de 2021). Común. (N° 2) [Episodio de Podcast]. En Algo va mal. Spotify. https://open.spotify.com/episode/068tek8ZQmeAYg0lnoFYzK?si=GT0JKCVyQ-aHaJjJnt3PBQ
Pérez Orozco, A. (2014). Subversión feminista de la economía. Traficantes de sueños. https://drive.google.com/file/d/1LYAq6mOjkhFYHJqUVcSXr76ORMVLARof/view
PlayGround. (2018, noviembre 29). Desmontamos el amor Disney con Brigitte Vasallo. [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=YcL_pIJZhu0