Tener miedo de ser mujer

Mariana Carmona
Pensamiento
Published in
9 min readAug 1, 2022
Imagen tomada de Instagram @lajuntanzaescuelaa

Soy una mujer que crecí en una familia donde la mayoría somos mujeres. Soy una mujer que en su círculo social tiene muchas amigas mujeres. Soy una mujer que estudió en un colegio en el que casi todas las estudiantes eran mujeres. Soy una mujer que está en un pregrado en el que predominan las mujeres. Soy una mujer que se rodea todo el tiempo de otras mujeres, y que ha encontrado un sentimiento común: el miedo por ser mujeres.

Comencé a notar el miedo cuando fui consciente de que era un sentimiento muy recurrente en mí. Siento miedo en mi cotidianidad: cuando utilizo el transporte público, cuando camino sola, cuando salgo utilizando un vestido. Vivo con miedo y ¿acaso esto es normal?

El sólo hecho de ser mujer no debería implicar que sienta miedo la mayor parte del tiempo, porque a pesar del fortalecimiento de las luchas por los derechos de las mujeres, los casos de feminicidio, de abusos y violencias no cesan.

Por este motivo, hoy quiero hablar de esa sensación recurrente de miedo que me llena de impotencia e intranquilidad, al saber que tal vez una de mis amigas no llegue a casa después de la fiesta, o que mi mamá no se duerme tranquila hasta que yo llego por el mismo miedo a que me pase algo. Hablaré sobre ser mujer desde lo que siento, veo y percibo.

¿Soy la única que siente miedo?

Gran parte de mi interés por este tema nació desde hilos de Twitter y publicaciones de Instagram, hasta historias y conversaciones con conocidas que daban cuenta de que el sentirnos inseguras y vulnerables es un sentimiento común para muchas mujeres. Las historias de mujeres cercanas a mí que sentimos miedo y lo entendemos como un problema, son una constante en mis conversaciones.

“Cuando sales me da miedo que te emborraches y te pase algo” me dijo mi hermana menor. “¿Qué podría pasarme?” le pregunté. “Podrías quedarte sola y que te violen, o te conviertan en prostituta para personas malas ganar dinero” me respondió. Luciana, una niña de 8 años piensa que a mí, su hermana mayor cada vez que sale de fiesta le va a pasar algo. Luciana me llama en las noches y se preocupa porque yo llegue bien. Luciana ya siente miedo porque su hermana sea mujer.

Francisca Expósito (2011), en su artículo Violencia de género, plantea que “la cultura ha legitimado la creencia de la posición superior del varón, lo cual ha facilitado que las mujeres se sientan inferiores”. Desde pequeñas nos sentimos vulnerables respecto a los hombres, tenemos que cuidarnos, no podemos “provocarlos”, somos configuradas para aceptar e incluso llevar a cabo prácticas sexistas. La educación que se imparte inculca precauciones para que no nos hagan daño. Hay que sentarse bien, no ponerse faldas demasiado cortas, mantener la postura.

El miedo se construye también a partir de esta responsabilidad que han puesto en nosotras, pues “tienden a buscar una causa externa, por lo que reducen el grado de responsabilidad de la persona que lleva a cabo la acción.” (Expósito, 2011). Por años nos han culpado a las mujeres por ser violentadas, por sentir miedo. ¿Cómo no vamos a sentir miedo si nos han dicho toda la vida que dependiendo de factores como el lugar por el que camine o la ropa que me ponga estaré más propensa a que me acosen, violen, e incluso maten?

“¿Cómo que la ropa los provoca? Yo veré cómo me visto, no es la ropa. Uno a veces puede ir hasta lo más cubierto del mundo y aun así gritan cosas. Mi manera de vestirme o con quién vaya acompañada no es un motivo, yo me visto como quiero y si me pongo shorts es porque a mí me gusta. No por provocar a alguien.” Me dijo Estefanía, una amiga que afirma que siente rabia e impotencia cuando le hacen comentarios en la calle, se siente insegura cuando pasa por una construcción, y siente miedo en las noches, cuando todo se torna más solo y oscuro, cuando va caminando y los carros disminuyen velocidad, prenden las luces y ella sólo acelera el paso pensando en que ya se la van a llevar.

El miedo de la mujer responde a un mundo patriarcal

El miedo va más allá de la inseguridad de la sociedad. Se convierte en un tema de género ya que pocas veces los hombres toman las mismas medidas y precauciones que toma una mujer. ¿Cuántos hombres piensan en cómo vestirse para salir sólo por miedo a que los acosen? o ¿cuántos hombres van caminando con miedo a que los violen? Las cifras de estas respuestas siempre serán menores que si se les pregunta a mujeres, porque esta violencia de género responde a las prácticas de una sociedad capitalista y patriarcal que ha trascendido a través de los años.

Esta violencia ha sido potenciada con las prácticas económicas y materialistas de la sociedad capitalista, en las que los cuerpos son mercancía y objeto de consumo. Sayak Valencia (2010) lo expone al hablar de necropolítica y capitalismo gore, así:

para la necropolítica y los sujetos endriagos el cuerpo resulta fundamental puesto que éste se concibe como mercancía principal, ya que es lo que nos vende el capitalismo gore (desde el auge de las tecnologías médicas y estéticas para «cuidarlo» y «rejuvenecerlo» hasta su liberación cuando se es objeto de un secuestro). Su cuidado, su conservación, su libertad, su integridad se nos ofrecen como productos. Existe una hipercorporalización y una hipervaloración aplicada al cuerpo como mercancía rentabilizable (p.141).

Y la mujer constituye una pieza clave dentro de estas dinámicas de necropolítica por la instrumentalización de su cuerpo y las prácticas machistas. Estamos en un mundo configurado por hombres y para hombres que nos afecta sistemáticamente cuando creen que tienen el poder para hablar u opinar sobre nosotras, cuando nos intimidan y acosan en las calles, cuando generan miedos que van desde las microviolencias (muchas veces invisibilizadas) hasta los feminicidios.

Estamos familiarizados con las cifras y se ha vuelto parte del panorama escucharlas. Por ejemplo, según el Observatorio Colombiano de Feminicidios en el año 2021 hubo 622 feminicidios, y en lo que iba hasta abril del 2022 se habían presentado 222. ¿Pero cómo suceden estas muertes? La red feminista antimilitarista (2022) en la segunda edición de la revista Paren la Guerra Contra las Mujeres propone que los feminicidios deben ser ubicados en el contexto de las mujeres y que no sólo son “asesinatos de mujeres sólo por ser mujeres”, sino que hay que tener en cuenta “el avance de la militarización, las rentas criminales, las disputas de territorios por el narcotráfico y la ausencia de políticas del cuidado de la vida. En este contexto se presentan los feminicidios de mujeres niñas y mujeres jóvenes como resultado de los modelos económicos en los que habitan las mujeres asesinadas” (p.9). Así entonces, se puede decir que hay que tener en cuenta la comercialización actual de las prácticas delictivas, la violencia y el consumo acelerado para entender la forma en la que la mujer es vulnerada en la sociedad, pues son dinámicas que la permean y la llevan a la vulneración y miedo constante.

Esta misma red feminista antimilitarista (2017) en el Marco Teórico Metodológico Violencia Neoliberal Feminicida y Feminicidios esclarece que los feminicidios sí se relacionan con las dinámicas capitalistas patriarcales en las que el mundo simbólico de lo femenino se torna cada vez más inferiorizado. Estos crímenes han aumentado en América Latina y cada vez son cometidos de maneras más crueles, esto se relaciona con medidas económicas impuestas en su interés de aumentar la inversión extranjera y la acumulación de capitales que deja como resultado un aumento en la violencia ejercida hacia las mujeres. Por ejemplo, a pesar de que el gobierno se compromete a velar por los derechos de los mujeres, también busca aumentar su capital mediante grandes empresas que explotan a mujeres empobrecidas y no brindan condiciones dignas para las mismas, además se perpetúan las condiciones de empleo bajo estándares conservadores que contribuyen al machismo y la opresión. En el Marco Teórico Metodológico mencionado anteriormente se plantea que los asesinatos de mujeres se comprenden y analizan en una matriz de dominación histórica en la que hay opresión y explotación, pues se ejerce violencia contra una mujer pobre, trabajadora y racializada que es asesinada en razón de la dinámica de su desvalorización creciente como mano de obra, su vida sexual, familiar y laboral.

Hacer frente desde el feminismo

En los últimos años se han viralizado medidas de autocuidado y prevención para las mujeres. Han salido manuales o tutoriales que indican el paso a paso que se debe seguir para estar más seguras al salir o al utilizar el transporte público, y a pesar de que reconozco que son estrategias que hacen parte de la lucha por la mujer, y que contribuyen a cuidarnos, también me llevan a cuestionarme la existencia de este tipo de lineamientos para nosotras, ¿por qué no podemos salir sin tener que llevar en nuestro bolsillo una lista de indicaciones para evitar que nos violenten?

Luchas como el feminismo no son sólo de las mujeres. No es un movimiento aislado del resto de la sociedad. Hacerle frente a la violencia, aun con miedo, es y será una tarea ardua que nos compete como sociedad, es algo que debe ser apoyado desde las esferas públicas y políticas que respalden la seguridad e integridad de la mujer. Teniendo como referente a la activista social feminista Bell Hooks (2000) podemos comprender que

El feminismo es un movimiento para acabar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión. (p.1) y que no se limita sólo a las mujeres, ni es una lucha sólo por ser iguales que los hombres o un movimiento en contra de ellos. Por el contrario, se plantea que la toma de conciencia feminista por parte de los hombres es tan esencial para el movimiento revolucionario como los grupos de mujeres (p. 33).

De este modo, abordar los temas del sexismo que conllevan a la violencia hacia la mujer es una lucha de todos los actores del entramado social, pues también se permean los distintos niveles de la sociedad en la que tanto los hombres como mujeres deben ser seres conscientes y pensantes respecto a la sociedad capitalista y patriarcal que ha facilitado e impulsado la permanencia del miedo en las mujeres durante mucho tiempo, entendiéndola como un conjunto de factores que influyen en el sexismo, y por ende, la violencia de género.

La toma de conciencia feminista es elemental dentro de esta lucha. Desde el libro El feminismo es para todo el mundo (2000) se propone concientizarse sobre el patriarcado como sistema de dominación, cómo llegó a institucionalizarse y sobre cómo se perpetúa y se mantiene. No basta con reconocer los hechos, sino que debemos entrar a cuestionarlos y a establecer estrategias de intervención y transformación. El miedo en las mujeres ha permanecido también por la normalización de prácticas sexistas a lo largo del tiempo, las violencias y microviolencias que tantas veces han sido invisibilizadas porque son consideradas como normales hacen parte del problema al que hay que hacerle frente desde la concientización tanto en hombres como mujeres. Así que al pensar en estas prácticas como problemáticas y buscar formas de transformación que van más allá, y que se plantean un cambio en el pensamiento de las sociedades es aquello que configura parte del feminismo.

De la mano a esta toma de conciencia, también va la educación en un pensamiento feminista que permita reconocer las raíces de las acciones actuales, pues hemos sido configurados desde el sexismo, no sólo en los hombres, sino también en las mujeres, quienes hemos hecho parte de esta socialización. Sin embargo, la educación es un puente que permite el reconocimiento del feminismo desde la academia, sentar las bases de la teoría y el pensamiento de este movimiento es un paso que se debe dar en conjunto, desde un movimiento masivo en el que se haga frente a los grandes medios de comunicación que han legitimado el mundo heteropatriarcal. Educar en consonancia a los logros del feminismo y el largo camino que aun se debe recorrer. “Compartir el pensamiento y la práctica feminista sostiene al movimiento feminista. Los saberes feministas son para todo el mundo.” (Hooks, 2000)

Para terminar, me pregunto: ¿algún día ser mujer dejará de darnos miedo? Espero que sí. Espero que podamos salir tranquilas a la calle, incluso en las noches. Que podamos volver a casa sin tener miedo de que nos violen o nos secuestren. Que podamos vestirnos como queramos. Que no nos dé miedo ir a una fiesta y tomar algunos tragos. Espero que el miedo de mi hermana, de mis familiares mujeres, de mis amigas, de mis compañeras y de ustedes que me leen, algún día desaparezca. Que seamos tan libres como queramos ser. Que nunca más nos dé miedo ser mujer.

Referencias:

Expósito, F. (2011). Violencia de género. Mente y Cerebro. https://www.uv.mx/cendhiu/files/2013/08/Articulo-Violencia-de-genero.pdf

Valencia, S. (2010). Capitalismo Gore. Editorial Melusina.
https://monoskop.org/images/7/79/Valencia_Sayak_Capitalismo_gore_2010.pdf

Castaño Román, A., Rojas Garzón, C., Castaño Román, G., Rivera Guzmán, E. (2022). Paren la Guerra Contra las Mujeres (2da Ed). Red Feminista Antimilitarista.
file:///C:/Users/Mariana/Downloads/202205_Revista_Paren_la_guerra_contra_las_Mujeres_Ed2.pdf

Observatorio Colombiano de Feminicidios. (Recuperado en Junio 2022). Cifras de feminicidios.
https://observatoriofeminicidioscolombia.org/

Red Feminista Antimilitarista. (2017). Marco Teórico Metodológico Violencia Neoliberal Feminicida y Feminicidios.
https://observatoriofeminicidioscolombia.org/attachments/article/304/Marco%20teorico%20metodologico%20violencia%20neoliberal%20femenicida%20(2).pdf

Hooks, B. (2000). El feminismo es para todo el mundo. Edición Traficantes de Sueños.
https://traficantes.net/sites/default/files/pdfs/TDS_map47_hooks_web.pdf

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