Comer y beber en Lima

Perú para viajeros, parte 4 de quiensabecuántas

Pablo Flores
Perú para viajeros
4 min readApr 28, 2017

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Lima es considerada la capital gastronómica de América. Mi experiencia en este tema es escasa, pero la gastronomía peruana es famosa por su variedad y su sabor y Lima no decepcionó. Los precios, sin ser baratos, son enteramente aceptables. Perú tiene costa marina, montañas en el medio y una selva húmeda en la espalda; los platos típicos varían de una región a otra, pero en la capital es fácil encontrarlos a todos, fusionados notablemente con la cocina asiática (china y japonesa) traída por los inmigrantes. El buen pescado y los mariscos y crustáceos se utilizan en abundancia, como así también distintas variedades de papas y pimientos dulces y picantes.

Nuestros días en Lima estuvieron marcados por esa gastronomía a veces desafiante. En Embarcadero 41, un restaurante de buen tono frente a la Plaza Mayor, probamos por primera vez una causa, que es básicamente un pastel de papas con relleno y topping, pero con infinitas variaciones (y hecho con un tipo de papa que es casi imposible conseguir en Argentina); se trataba en realidad de dos causas, una más bien dulce con salsa picante y otra más bien picante con salsa agridulce… Menos atrevido, yo pedí pescado (un lenguado) con “arroz chaufa” que no es otra cosa que el familiar chow fan o arroz frito con verduras de la cocina china.

Causas mayores

En Punto Azul, otro restaurante, en Miraflores, probamos nuestro primer ceviche (que costó terminar, porque lo que es “poco picante” para un peruano es apenas tolerable para un argentino) y un tacu tacu, básicamente una masa hecha de arroz y porotos hechos puré, bien condimentados, y en este caso con un relleno de camarones. Cuando entramos a Punto Azul, siendo apenas las doce del mediodía, había una discreta concurrencia; cuando salimos, una docena de turistas ansiosos ya hacía cola esperando una mesa.

Como referencia, un plato bien armado en un restaurante del centro de Lima puede costar 40 o 50 soles; se puede comer muy bien en lugares menos pretenciosos por 30, y aún por 25. Las porciones suelen ser abundantes. Los menúes prearmados incluyen casi siempre sopa como primer plato (algo así como un litro de sopa) y “segundos”; sobre el final el mozo suele pasar por la mesa con una bandeja de postres para elegir. Para quien no resista los dulces, el suspiro de limeña (sencillo y dulcísimo) es indispensable.

No es fácil caminar por ciertas calles de Lima (o de cualquier otra ciudad peruana) sin tentarse a comer más; los olores invaden el aire. Quien desee aventurarse más que nosotros la tendrá fácil.

En cuanto a bebidas, el primer día probamos, en una degustación, el pisco puro y el (mucho más ligero) pisco con maracuyá; el segundo, con el ceviche, la chicha morada, dulcísima y hecha a partir de un maíz de color morado subido (nada que ver con la chicha alcohólica que se prepara por fermentación de otro tipo de maíz). La tentación de la Inka Cola, refresco nacional por excelencia, no me alcanzó; su color que recuerda a producto de limpieza barato me hizo desistir. Se estila la limonada, ni muy ácida ni muy colmada de azúcar, servida a temperatura ambiente y con espumita (una jarra de un litro puede costar S/10).

En Lima no encontramos ningún restaurante donde no se aceptase tarjeta de crédito y débito, VISA o Mastercard; cierto es que no fuimos a meternos a ningún chiringuito. Parece necesario aclarar esto porque en Argentina no es raro que se exija pago en efectivo incluso en lugares con grandes pretensiones.

El mecanismo de la propina no terminó de quedarme claro. En un restaurante fue el propio mozo quien, al cobrar con tarjeta de crédito, preguntó si debía añadir “el servicio” a la cifra final (un 10% de la cuenta, redondeado hacia arriba). En otro, dejamos ese 10% en efectivo aparte luego de levantarnos. En el resto no dejamos propina, aunque al menos en uno pude observar que había en el ticket un espacio extra para añadir a mano una cifra.

La variedad gastronómica de Perú no se acaba en Lima, pero de lo que comimos o vimos comer en Arequipa y Cusco ya hablaré en otra parte.

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Pablo Flores
Perú para viajeros

Escritor en progreso, ex bloguero viajero, tuitero malo, abogado del diablo. Pienso, narro y lo ofrezco. Mis libros → https://leanpub.com/u/pablodf76