Las IAs no quieren tu arte, quieren tu trabajo
En el debate de las IAs en el arte, como con todo en la vida, hay una estructura profunda y otra superficial. El debate actual acerca del arte en este presente mediado por IAs no tiene que ver con el arte en sí mismo, sino con un problema más acuciante relacionado con el futuro del trabajo. Y este pensado a partir de la escasez.
Entonces, no es que estamos discutiendo cómo las IAs impactan nuestra capacidad de expresarnos artísticamente. A lo sumo nos confrontan con la idea de que pronto para que ciertas expresiones artísticas no pierdan su significado tendrán que renovarse o ser pensadas a través de diferentes relaciones. Cada vez que menciono el caso de la persona que ganó un concurso de arte con una postulación soñada por Midjourney, encuentro reticencia. Y es que es lógico: no es lo mismo una pieza de arte creada por una IA que por una persona. Todavía hay algo muy vital en lo que ocurre cuando le muestras una obra hecha por ti a alguien. Pero eso vital responde a un reconocimiento y una relación entre artista-obra-espectador que es difícil de reproducir –por ahora– con una IA. Inevitablemente, la cara del espectador cambia cuando le dices que algo ha sido creado por una IA. No es lo mismo, dicen. Y es verdad. No es lo mismo. Hay un maravillarse por la capacidad de otra persona de crear algo hermoso, terrible o ambiguo, que no está cuando aprecias algo creado por una IA. A lo sumo, nos maravilla y nos asusta la posibilidad de no poder distinguir la diferencia. Si hiciéramos el experimento con un formato doble ciego pocos serían capaces de distinguir creaciones hechas por las inteligencias artificiales de las hechas por humanos. En rigor, si hiciéramos un doble ciego con las obras de los museos de arte visual más importantes del mundo y tuviéramos a un grupo de personas decidiendo si una obra está hecha por un artista, una persona que no tiene ninguna formación artística y por una IA, creo que muchas obras no pasarían el test.
Hay dos debates de diferentes categorías que se encuentran entrelazados (y confundidos). El primero tiene que ver con el rol social del arte, con las preguntas respecto de qué es arte, cómo se identifica, cómo se aprecia, el recorrido histórico, el rol de los artistas. El segundo, está vinculado con el mundo del trabajo. Como ya mencioné, lo que preocupa a los artistas es la posibilidad de que en el futuro Midjourney reciba los encargos que antes recibían ellos; que en lugar de contratar a una persona que necesita determinada cantidad de horas para realizar una obra, lo haga Midjourney en unos pocos minutos. Es decir, Midjourney les está quitando la posibilidad de ganarse la vida. O bueno, no Midjourney. Más bien, el cambio en el paradigma del trabajo artístico debido a la incorporación de modelos digitales. Para sobrevivir, muchos artistas se convierten en trabajadores del arte. Y en tanto trabajadores, son razonables y esperables sus preocupaciones. Está bien que se pregunten si ellos han aportado con su trabajo de manera indirecta al entrenamiento de IAs y a las ganancias de las empresas tecnológicas. Es un debate válido y necesario. Y en juego un poco perverso, en la vereda opuesta las empresas detrás de estos modelos flamean una bandera de democratización, de revolución artística, de utopía digital. También ellos prefieren discutir sobre arte antes que de recursos.
Ahora bien, ¿por qué ciertas voces, de ambos lados, se esfuerzan por enmarcar la narrativa del caso a través de la pregunta sobre el arte? La automatización no es algo nuevo. ¿Por qué entendemos que hay procesos que en una fábrica deben ser automatizados y es mejor que sean automatizados pero no nos sucede lo mismo con el arte? ¿Por qué el destino de los artistas nos importa más que el de una infinidad de trabajadores que en el futuro próximo perderán sus trabajos como consecuencia de la automatización o, bueno, que ya lo han perdido?
Obviamente, este artículo es una simplificación de un tema por demás complejo. Aquello que hoy se suscita a raíz los artistas, viene haciendo ruido desde hace tiempo y seguirá acentuándose conforme las IAs sean implementadas en procesos de todo tipo. ¿Qué dirán los médicos cuando les toque a ellos? ¿Y los programadores, tan próximos en la fila? El debate mayor, el profundo, está relacionado con el mundo del trabajo. Pero entrar por ahí nos enfrenta a algo mucho más grande que pocos saben cómo empezar a abordar.
