Periodismo & Universidad: María Bella Palomo Torres (Esp.)

Alvaro Liuzzi
Periodismo & Universidad
7 min readMay 24, 2023

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Una colección de entrevistas para explorar relación entre periodismo y universidad, un vínculo fundamental en la formación de futuros profesionales de los medios.

En una nueva entrega de la colección de entrevistas Periodismo & Universidad conversamos con María Bella Palomo Torres, Profesora de Periodismo en la Universidad de Málaga (España) desde hace 25 años.

María Bella ha sido consultora de Comunicación y Multimedia en la Universitat Oberta de Catalunya, es autora de “El periodista online: de la revolución a la evolución (2004)” y sus líneas de investigación están centradas en las nuevas rutinas periodísticas, la información en Internet, el periodismo participativo, el diseño editorial y la desinformación.

1 — La tecnología ha cambiado radicalmente los procesos didácticos en la enseñanza del periodismo ¿qué ventajas y desventajas encuentras en esta transformación?

M.P: La tecnología per se no aporta un valor especial al proceso de enseñanza; debe acompañarse de una alfabetización adecuada y adaptativa en función del grado de madurez del usuario, y que las decisiones éticas guíen su aplicación. Estos aspectos constituyen las principales debilidades en las nuevas generaciones. Presuponemos que los jóvenes dominan un entorno del que son nativos, pero muchas veces su inercia provoca precipitación, la fase de reflexión se ignora, les faltan inquietudes culturales, y eso genera muchos errores de forma y fondo porque es complicado que desaprendan ciertos hábitos que les acompañan desde hace años.

En este contexto, como desventajas indicaría que se está perdiendo el aspecto humanístico de la formación; se está poniendo el foco en hacer y no en cómo hacerlo y tampoco se reflexiona sobre sus consecuencias desde una perspectiva global. Por otra parte, los avances tecnológicos también producen ansiedad en docentes y estudiantes, incapaces de gestionar o dominar las nuevas aplicaciones a corto plazo porque el flujo de innovación es constante. Y finalmente, nos hemos acostumbrado a estar rodeados de incertidumbre, a convivir con la desinformación que procede fundamentalmente de los espacios virtuales y que se acentúa ahora con la democratización de la inteligencia artificial, y ese modelo agota.

Evidentemente las ventajas tampoco pueden ignorarse. El acceso a fuentes documentales de todo el mundo es una virtud para formar a ciudadanos globales y periodistas comprometidos. Potencialmente podemos integrarnos en redes de expertos internacionales, facilitar la participación de periodistas sin limitaciones geográficas y crear sinergias con nuestros estudiantes a través de videoconferencias o grupos de mensajería instantánea a coste económico cero. Pero debemos ser selectivos y eficaces en nuestras acciones, porque también es más necesario que nunca el tiempo de desconexión.

2 — Comprendiendo estos cambios, ¿cuáles son los mayores desafíos en la enseñanza del periodismo en la actualidad de cara al futuro cercano?

M.P: Considero que fundamentalmente nos enfrentamos a dos grandes retos. En primer lugar, tener la capacidad de seguir motivando a nuestros estudiantes. La brecha generacional a veces nos impide conectar con una juventud influida por entornos visuales disruptivos, como Tik Tok o los memes. En los storyboard que me plantean mis estudiantes para ejecutar reportajes multimedia el texto les resulta un elemento secundario, no conciben tener que redactar 4000 palabras para una long-form story, y prefieren crear un collage de contenidos visuales interactivos. Debemos crear puentes entre nuestro modelo clásico y purista de periodismo y el que ellos conciben como nuevo periodismo, para crecer juntos.

En segundo lugar, creo que el perfil del profesor de periodismo debe estar comprometido con su responsabilidad social, y eso implica aceptar que se debe revisar y actualizar el programa docente con regularidad siendo selectivos en esa oferta. Los procesos burocráticos y la coalición de intereses ralentizan el avance de la universidad y crean situaciones decadentes cuando lo necesario son las reacciones constructivas. Debería estar prohibido que un plan de estudios de periodismo no sufriera ninguna modificación después de 5 años. El debate debe ser constante e integrador, y la universidad es el foro idóneo para su maduración.

3 — ¿En qué medida crees que la academia debería estar en sintonía con los cambios en la industria periodística? ¿Puede existir un balance?

M.P: El diálogo y el debate entre académicos y profesionales resultan básicos para implantar esos cambios regularmente. No quiero decir que un empresario de los medios pueda decidir qué se debe impartir en la formación universitaria según sus necesidades o intereses empresariales, pero sí que desde la academia debemos estimular la escucha activa para conectar y entender las demandas existentes y velar por una tasa de empleabilidad elevada entre nuestros egresados.

Los estudiantes no aspiran a ser comunicadores teóricos ni se conforman con el conocimiento adquirido; para ellos este periodo vital es una inversión en su futuro puesto de trabajo. Por eso debemos tratar de formar a los mejores en su campo, contagiarles nuestro entusiasmo y reducir su frustración aproximándolos a casos profesionales reales. Me gusta traer a clase a antiguos estudiantes que han conseguido triunfar y dirigen medios, trabajan en empresas conocidas, algunas de nueva creación para animar el emprendimiento o periodistas que incluso han obtenido reconocimiento internacional. Concibo el aula como un laboratorio, y estar abiertos a la experimentación constante durante los años de carrera puede ser muy estimulante y un requisito para decidir sus preferencias y especialización.

4 — Aplicar procesos de innovación en la Universidad puede ayudar a los estudiantes a aprender de manera más efectiva y eficiente, ¿cómo fomentas la creatividad y la innovación en la enseñanza del periodismo en medios y universidades en las que has dictado clases?

M.P: Les invito a que visiten museos y se dejen contagiar por su entorno, es casi un ejercicio de mindfulness donde deben reparar en la importancia de lo que les rodea y encontrar historias que merezcan ser contadas. Pero lo que mejor suele funcionar es la simulación, después de enfrentarse a muchas piezas de inspiración que mejoren su cultura visual porque su mundo es tan sumamente visual que normalmente no reparan en los detalles. Mis estudiantes concluyen el cuatrimestre ejecutando proyectos periodísticos multimedia reales, y dedicamos varias semanas a la planificación individual y en equipo. Diseñan mapas conceptuales, storyboards, vision board y diagramas de Gantt para que su esfuerzo resulte efectivo y eficiente, recibiendo un feedback detallado. Pero hasta llegar ahí el camino es complicado, porque saben que la intuición no funciona cuando se carece de experiencia.

Al igual que necesitamos profesores abiertos a la innovación, los estudiantes también deben mostrar su compromiso con los avances. Por eso previamente aprenden a dominar herramientas específicas, evaluar sus fortalezas y debilidades, crear videotutoriales para expandir su conocimiento, además de localizar cómo las han empleado medios de comunicación. En definitiva, en mis clases hacemos terapia colectiva para perder el miedo a la tecnología, se aproximan a ella desde enfoques diversos y personalizados (fotoperiodismo, periodismo deportivo, periodismo científico, periodismo político, periodismo medioambiental…), e intentamos reproducir el modelo de mis dos referentes: el KnightLab de la Nothwesten University y las clases de periodismo multimedia en Berkeley.

Durante todo el proceso de aprendizaje les insisto en dos aspectos básicos: primero empatizar con la audiencia, deben abstraerse y enfrentarse como usuarios a sus productos informativos; y segundo, derivado del punto anterior, ser autocríticos y proponer mejoras. Al carecer de la presión temporal de una redacción, pueden reformular el proyecto en varias ocasiones, y la evolución suele ser espectacular. En el aula están permitidos los errores, mejor equivocarse aquí y rectificar que en una redacción.

5 — La Inteligencia Artificial tiene la potencialidad de transformar radicalmente nuestro enfoque para la resolución de problemas y la búsqueda de respuestas, ¿qué impacto creés que tendrá esto en la educación universitaria?

M.P: Me temo que el debate se acaba de abrir y que será permanente durante una temporada porque a corto plazo la respuesta no está siendo la adecuada, ya que hay estudiantes que plantean este recurso para ejecutar las redacciones y ensayos, y no entienden que su identidad queda suplantada por una máquina. Esta decisión es un error de carácter ético, pero también refleja una ambición profesional débil si no han detectado los múltiples errores que se aprecian en su aplicación, aspectos que pueden influir negativamente en sus evaluaciones finales.

Hay que dejar claras las líneas rojas, porque también creo que la automatización de algunos procesos que carecen de valor añadido de forma independiente puede ser apropiada. Por ejemplo les recomiendo que utilicen Whisper para la transcripción de entrevistas, que pregunten en Perplexity las fuentes más adecuadas para profundizar en un tema, en ChatGPT qué enfoques novedosos pueden aplicar a un reportaje o en Catbird si puede construir imágenes para noticias complejas o que aborden cuestiones futuribles aún inexistentes siempre con indicación explícita de su creación. Estas ayudas complementarias aceleran el trabajo del periodista, pero no lo sustituye, y esa es la clave.

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Alvaro Liuzzi
Periodismo & Universidad

Periodista | Consultor en Medios y Proyectos Digitales | Profesor en la UNLP (entre otras) | Editor del newsletter #Redacciones5G