La vida pasada que se vuelve presente

Fany S. Vasconcellos
Periodismo y otras plagas
2 min readJan 24, 2017

Comparto unos fragmentos del artículo que publiqué en la JD Smart de enero. Podéis leerlo entero aquí.

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Circula por la red un meme sobre la degradación de Twitter. Está compuesto por dos imágenes: la primera representa la plataforma en 2012 (un simpático recorte de ¿Dónde está Wally?) y la segunda, en 2016 (Cristo en el limbo, obra de un discípulo del Bosco). La primera es una playa de colores; la segunda, un festival de torturas y cuerpos despellejados. ¿Qué ha ocurrido en estos cuatro años? «Twitter y Facebook colaboraron a la explosión de libertad de los años 2010 y 2011: la Primavera Árabe, el 15-M, Occupy Wall Street… El poder tomó conciencia de la fuerza de estos movimientos, de su difusión en tiempo real, y la gente de los partidos políticos empezó a volcarse en las redes sociales. Entonces todo era distinto, éramos jóvenes e inocentes», bromea Almeida, «pero ha derivado en una lucha ideológica, un ambiente guerracivilista que se ha expandido a todo: hay más persecución, más linchamiento. Yo digo que es como un sarampión, pero las redes volverán a mutar».

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En pintura, un arrepentimiento o pentimento es una «enmienda o corrección que se advierte en la composición de los cuadros». Un cambio de idea del artista que permaneció oculto durante siglos, hasta que el tiempo (por la degradación de la pintura) y la tecnología (rayos X e infrarrojos) desvelaron su pequeño secreto. La vida pasada que se vuelve presente. O mejor, que siempre ha estado presente, pero que ahora se vuelve visible. Los efectos a largo plazo están por ver. Dentro de unos años, cuando ocupe un escaño en el Congreso, o una cátedra universitaria, o un puesto en una cadena de montaje, una piedra lanzada al aire por usted mismo le golpeará con la violencia de mil días, cien troles y una cámara de Telecinco en la puerta de casa. Una roca impulsada desde el pasado por el viento de la envidia, del odio o del mero aburrimiento. Y tendrá que pedir disculpas por la persona que fue, y golpearse el pecho, y negarse a sí mismo tres veces antes de que cante el gallo. Porque cómo se le ocurrió hacer un chiste que no tenía ni puta gracia, o enseñar una teta en Instagram. Porque ya puestos, qué le costaba enseñar las dos.

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