Belén de Sárraga: la periodista indomable

Belén de Sárraga llenaba teatros. Cada vez que llegaba a una ciudad, centenares de personas la recibían en la estación y acudían a escuchar sus discursos. Belén era feminista y anticlerical, una auténtica revolucionaria que escribía artículos incendiarios y a la que se llegó a condenar a prisión por sus críticas al gobierno. Una voz de mujer en un mundo de hombres que rescatamos en #PeriodistasOlvidadas.

MujeresRTVE
#PeriodistasOlvidadas
5 min readJul 29, 2018

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Belén de Sárraga (Valladolid, 1872 — México D.F., 1950)

Por Carolina Pecharromán, @CarolPecha

Belén de Sárraga tuvo que empezar muy pronto a luchar en la vida. Al principio las cosas parecían sonreírle: estudió magisterio, tuvo una buena educación, no le faltaba nada. Su padre, un republicano y masón procedente de una buena familia de San Juan de Puerto Rico. Su madre, una joven vallisoletana de origen humilde. Pero las cosas se torcieron… y mucho. El padre abandonó a la familia cuando Belén tenía 16 años y la madre murió a los pocos meses. Ella se encontró sola con su hermano pequeño en casa de su abuela, una mujer del pueblo valiente pero analfabeta.

En ese momento comenzó a nacer la mujer indomable. Pleiteó para conseguir la asignación de manutención que les correspondía a ella y a su hermano y empezó a frecuentar los círculos republicanos federales. En ese ambiente conoció a un chico, Emilio Ferrero, republicano y masón, con el que compartía ideas y en el que ella creyó ver el compañero ideal. Ambos se trasladaron a Barcelona y vivieron juntos desde 1890. No se casarían hasta cuatro años después. Aquello suponía un desafío en toda regla a la sociedad del momento.

Belén de Sárraga empezó muy joven a escribir artículos y pronunciar conferencias.

En Barcelona, Belén comenzó una actividad incansable y siempre polémica: estudiaba medicina, escribía en periódicos como Las Dominicales del Libre Pensamiento y La Luz del Porvenir, pronunciaba conferencias por toda España a las que siempre la acompañaba su marido, que entonces sabía ayudarla y quedar en un segundo plano. Era librepensadora, feminista, laica y obrerista. Dirigió el semanario La Conciencia Libre en Valencia entre 1896 y 1904. Desde sus páginas, los ataques al gobierno por la guerra de Cuba y Filipinas fueron incendiarios. Para ella, España había tocado fondo:

“Guerras, miseria, hambre, desesperación, tiranía… todo cuanto necesita un pueblo para lanzar furiosamente sus energías a la plaza pública saltando vallas, arrollando obstáculos y escribiendo en el gran libro de la historia humana esa página de oro que sólo pertenece a los pueblos que saben emanciparse”.

Tanto se atrevió a decir que la condenaron a unos meses de prisión por “precaver desde su periódico la derrota de España en la guerra de Cuba y propagar la instauración de la República como única medida salvadora”. Pero Belén también era pacifista:

“¿Es delito no amar las fronteras? Me declaro delincuente. ¿Es crimen odiar las armas de destrucción? Soy criminal. Para mí, cuanto significa instrumento de muerte es aborrecible; tanto me da la dinamita como el cadalso, el cañón como el puñal”.

Portada de La Conciencia Libre, el primer periódico que dirigió Belén Sárraga (arriba en el centro). Otras muchas periodistas escribían en él. Abajo, Consuelo Álvarez, Violeta, a la que dedicamos nuestro primer #periodistasolvidadas

En 1907 abandonó España y comenzó su etapa en Latinoamérica: recorrió Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador y México entre otros países. Se convenció de que era necesaria una unión de los pueblos de América y conservó ese panamericanismo hasta el final. Fundó y dirigió periódicos como el diario El Liberal en Montevideo y Rumbos Nuevos en México D.F.; creó agrupaciones feministas en varias ciudades, los “Centros de Mujeres Librepensadoras Belén de Sárraga”. Allá donde iba, unos la recibían con ovaciones y otros con insultos por sus ataques al clero. El clericalismo en América, publicado en 1914, es una de sus obras más importantes y recoge discursos y pensamientos de esa etapa americana en los que insiste en separar a las mujeres de la influencia eclesial, a la que culpa tanto de la discriminación de la mujer como de la perpetuación de otras desigualdades. Pensaba que la Iglesia utilizaba a las mujeres y era imprescindible liberarlas para que hubiera avances:

“Por eso el clericalismo usa de la mujer como el aventurero de un arma. Ella es la que lo escuda contra las avanzadas liberales, la que le impone en los pueblos y le mantiene en las democracias. Por la mujer, el culto se perpetúa en el hogar; por este impera en las costumbres y por ellas resiste a las innovaciones de la ley”.

Recorrió Sudamérica y Centroamérica con un mensaje feminista, anticlerical, obrerista y panamericanista

Durante esos años se rompió su matrimonio, pero ella se limitó a eliminar el “de Ferrero” de su apellido y siguió viajando sola, completamente libre, algo que chocaba tanto en aquella época como el ver a una mujer subida en la tribuna de los oradores. Belén fue estrechando lazos con la masonería y el anarquismo, los únicos que le siguieron siendo fieles cuando su discurso comenzó a parecer demasiado feminista y revolucionario para los republicanos que la habían apoyado. Volvió a España durante la II República y tras la guerra civil se exilió en México, donde seguía teniendo amigos. Allí murió en 1950, a los 78 años, olvidada casi por todos.

Belén de Sárraga entrevistada por la periodista Andiano en 1932 para el diario Crónica de Barcelona

Durante su vida defendió la emancipación de la mujer, los derechos de los obreros y las obreras, la enseñanza laica, el pacifismo, la colaboración entre los pueblos. Con su ejemplo animó a muchas mujeres españolas y americanas a defender sus derechos. Una figura potente que empieza a ser recuperada en América Latina y que tenemos que recordar también en su tierra natal.

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