Josefina Carabias, maestra de periodistas
Hace unos días el Congreso concedió el premio Josefina Carabias de periodismo parlamentario a Lucía Méndez, a la que damos la enhorabuena. Pero… ¿quién era Josefina Carabias? Josefina fue nada más y nada menos que la primera mujer que trabajó en la plantilla de un periódico en pie de igualdad con sus compañeros varones; también la primera que ocupó una corresponsalía tal y como las conocemos hoy. Hace 110 años que nació y la recuperamos en #PeriodistasOlvidadas.
Por Carolina Pecharromán, @CarolPecha
Josefina, una muchacha menuda y vivaz, con el pelo cortado a lo garçon, fue la primera “periodista todoterreno” de España. Desde que en 1931 empezó a colaborar con La Voz y Estampa, publicó artículos, entrevistas y reportajes de todo tipo. Antes, la mayoría de las periodistas se especializaban en crítica literaria, temas femeninos o feministas, arte, temas sociales… Pero a Josefina, le encargaban lo que cayese. Podía lo mismo escribir una crónica “de color” sobre la primavera madrileña que una entrevista a un diputado. Su estilo era desenfadado, irónico y suelto, pero sabía poner el dato, la observación aguda e incisiva en el sitio preciso. Tenía mano para sacarle punta a cualquier tema y, por ejemplo, valoraba así sus reportajes sobre concursos de misses:
“La mayoría son discretas, y desde luego más agradables de interviuvar y más modestas que cualquier diputado de derechas o de izquierdas. Además, que siempre es más disculpable que una chica presuma de guapa siéndolo indudablemente que el que un besugo presuma de estadista. Puestas así las cosas, yo voto por las misses”.
En muchos de sus reportajes hablaba del día a día de las mujeres trabajadoras, desde las dependientas de comercio a las taquilleras de teatro. También de las profesionales tituladas y las “estudiantas” universitarias, como ella las llamaba. Era el momento en que la República permitió por primera vez a las mujeres convertirse en juezas, notarias o registradoras. Josefina era republicana convencida y feminista; pertenecía a la Unión de Mujeres de España, la UME, de tendencia de izquierda. También retrataba en sus reportajes a las médicas y farmacéuticas y a las mujeres que militaban en partidos políticos. Ella conocía muy bien ese ambiente, porque había estado en la Residencia de Señoritas, era licenciada en Derecho y una convencida republicana. Su trabajo le costó conseguir el título, porque su madre no quería que estudiara ni Bachillerato, creía que no era propio de una señorita. Pero Josefina no se detenía ante nada:
“Yo sabía, cuando acabé Derecho, que en una profesión en la que tuviera que competir con el hombre, despacho contra despacho, y depender de la elección de la gente, estaba perdida: la gente elegiría al abogado hombre antes que a mí, que encima no era una señora mayor y prestigiosa, sino una chica muy joven”.
Y se dedicó al periodismo. Cuando se acercaban las primeras elecciones en las que pudieron votar las mujeres, recorrió gran parte de España y publicó un reportaje de nueve páginas en Estampa, “¡Mujeres, a votar!”, en el que iba entrevistando a simpatizantes de las opciones más variadas, desde los partidos republicanos al Carlismo. En él se quejaba de una idea muy extendida que intentaba desacreditar el voto femenino: las mujeres votarían por la extrema derecha o por la extrema izquierda, no por la República.
“¿Es esto verdad? Yo, rotunda y categóricamente no puedo afirmar que no. Pero lo que afirmo, desde luego, es que durante mi viaje a través de España he visto mujeres de todos los matices republicanos, desde la extrema derecha a la extrema izquierda. He hablado con mujeres nacionalistas, socialistas, anarcosindicalistas, pero en honor a la verdad tengo que declarar que de lo que menos he visto han sido monárquicas y comunistas”.
En todos estos reportajes, Josefina trabajaba mucho con entrevistas. Era una grande del género y entrevistó a Margarita Nelken, Largo Caballero, Manuel Azaña o Ramón María del Valle-Inclán. Era famosa y querida, también una pionera en la radio.
Entonces, cuando estaba en lo mejor de su carrera, llegó la guerra. Josefina y su marido, José Rico Godoy, tuvieron que exiliarse a Francia. Terminada la contienda, él volvió y le metieron en la cárcel. Josefina y su hija Carmen no regresaron a España hasta 1943, cuando José Rico salió de prisión. Josefina no podía publicar por su pasado político. La contrataron en Informaciones como secretaria y para publicar tuvo que renunciar a su firma. Con el seudónimo, Carmen Moreno, escribió guiones de radio, traducciones y artículos.
El antes y el después lo marcó en 1951 un artículo publicado sin firma en ABC, “El Congreso se divierte”. Le dieron el premio Luca de Tena. Con ese reconocimiento consiguió salir del ostracismo profesional y recuperó la popularidad y el prestigio que había tenido antes de la guerra. Poco tiempo después viajó a Washington donde fue la primera mujer en ocupar una corresponsalía. Afortunadamente, nunca perdió su sentido del humor. Así hablaba de la necesidad de “cocinar” las entrevistas:
“Si yo me hubiera limitado en los tiempos en que me dedicaba a esta clase de trabajo a contar toda la serie de vaciedades que me decían los personajes que tenía que entrevistar, en la mayoría de los casos nos hubiéramos puesto en ridículo ellos y yo”.
Josefina Carabias no tuvo nunca miedo a nada, ni al escándalo, ni a las dificultades, ni al rechazo o a la persecución política. Muy consciente del empuje que debían tener las mujeres para conseguir la igualdad, asombra comprobar hoy lo actuales que son todavía sus reportajes. Muchos de ellos se han publicado en antologías. Desde aquí animamos a leerlos y a recuperar la memoria de esta mujer, inasequible al desaliento, que ha sido una auténtica maestra de periodistas.
