Mari Luz Morales, la Gran Señora de la prensa

Así la llamaron y con razón. Fue la primera mujer en España que dirigió un diario nacional, La Vanguardia, en plena guerra civil, y una de las primeras críticas de cine, aunque tenía que usar el seudónimo masculino de Felipe Centeno. La Paramount la contrató y dirigió una de las publicaciones de la productora americana. Pero todo se borró tras la guerra y hasta fue encarcelada en un convento. Tardó nueve años en poder volver a ejercer el periodismo. Aquí, en #PeriodistasOlvidadas, os contamos su historia.

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#PeriodistasOlvidadas
4 min readOct 14, 2018

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Mari Luz Morales, A Coruña 1898 — Barcelona, 1980

Por Carolina Pecharromán, @CarolPecha

La historia del periodismo cultural en España no se puede escribir sin hablar de Mari Luz Morales, una gallega que se trasladó muy joven con su familia a Barcelona. Con 22 años, tras participar en un concurso de redacción, empezó a colaborar con una de las revistas femeninas más populares del momento, El Hogar y la Moda, y sólo tres años después se convirtió en su directora. Era una periodista apasionada por la magia de las imágenes mudas en movimiento que hipnotizaba ya a las masas y aprovechó para introducir en la revista una sección cinematográfica. Si Margarita Nelken fue la primera periodista especializada en arte, Mari Luz Morales fue la primera especializada en cine.

Cuando la crítica de cine estaba todavía en mantillas, ella ya era citada como experta por la prensa de la época. Participaba en congresos y actuaba como jurado en concursos. La Vanguardia la fichó y a partir de 1923 se encargó de la sección “Vida Cinematográfica”, aunque firmando con el seudónimo Felipe Centeno.

En 1931, homenaje de periodistas a la actriz Rosita Moreno. Mari Luz Morales es la primera por la izquierda (sentada)

Por aquel entonces, la Paramount buscaba a alguien para hacerse cargo de su Departamento de español, querían a un asesor literario para las películas y se interesó por el famoso Felipe Centeno. La sorpresa vino después, cuando descubrió que el tal Centeno era una mujer. Mari Luz Morales dirigió durante años la Revista Paramount y, cuando llegó el cine sonoro, participó en la traducción y adaptación al español de los diálogos de películas. Además, escribía en El Sol y otras publicaciones.

Mari Luz Morales es recordada sobre todo por haber sido la directora de La Vanguardia entre 1936 y 1937. Tras el comienzo de la guerra civil la gestión de muchas empresas pasó a manos de un comité de trabajadores. Mari Luz fue elegida por sus compañeros de la redacción y contó también con el apoyo de la familia Godó. Incluso durante la guerra civil participó en el rodaje de la película Sierra de Teruel de André Malraux.

Mari Luz Morales presenta una conferencia en 1933

Pero todo ello le pasó factura tras la victoria de Franco: fue encarcelada durante más de un mes en un convento y le retiraron el carnet de prensa. De nada sirvió que hubiera intercedido por compañeros periodistas detenidos e incluso para evitar la muerte de un dirigente falangista. Fue castigada con el silencio profesional y no pudo volver a inscribirse en el Registro de Periodistas hasta 1948. En esos años siguió escribiendo bajo seudónimo. En la posguerra adaptó grandes obras de la literatura al público infantil, tradujo novelas, versionó obras de teatro. Su labor editorial fue importante y reconocida.

Tras ser rehabilitada volvió a una redacción, la del Diario de Barcelona, con artículos literarios y crónicas teatrales, además de colaborar con otros medios. En los años 60 y 70 recibió varios premios. Siempre había sido querida y admirada por los compañeros de profesión, que la llamaban “la gran señora de la prensa”. Murió a los 91 años. Sólo unos días antes había entregado su último artículo.

Mari Luz Morales estuvo escribiendo hasta el final de sus días.

Mª Ángeles Cabré ha escrito su biografía: María Luz Morales, pionera del periodismo, publicada por la editorial de La Vanguardia. Pocos dudan ya que es parte integrante de la Edad de Plata de la cultura española. Promovió además las sedes barcelonesas de las dos instituciones que dirigía su gran amiga, María de Maeztu: el Lyceum Club y la Residencia de Señoritas. Una profesional completa, polifacética, que se sobrepuso con dignidad a las adversidades y triunfó con su propia grandeza.

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