CONFERENCIA 25 S. FREUD “LA ANGUSTIA”

Bren Moon
Personalidad y Psicopatologia
3 min readDec 15, 2016

Freud comienza esta conferencia hablando de la angustia realista como oposición a una angustia neurótica, estableciendo que la primera se refiere a la reacción racional y comprensible, ante una señal de peligro, acompañada del reflejo de huida como manifestación de la pulsión de autoconservación.

“Las oportunidades en que se presenta la angustia (es decir, frente a qué objetos y en qué situaciones) dependerán en buena parte, como es natural, del estado de nuestro saber y de nuestro sentimiento de poder respecto del mundo exterior” (pág. 358). Esto es, que mientras más se conozca sobre alguna señal de peligro, se generará más angustia ya que se prevé la amenaza desde antes que llegue.

En la clase surgió la pregunta sobre ¿Qué era la angustia? Y conversando se llegó a la conclusión de que es un estado afectivo, en el sentido de que, un afecto se compone en primer lugar, de inervaciones y descargas motrices, y en segundo lugar, de sensaciones desatadas de dichas descargas motrices y de sensaciones placenteras y displacenteras.

Esto es, que la angustia tiene como primer momento una señal para que la psique actúe, es decir, se presenta el apronte angustiado (contrario al desarrollo de angustia) para el peligro en un aumento de la atención sensorial, por ejemplo, la huida. En un segundo momento, y como un nivel superior, se encuentra la actividad motriz, por ejemplo, la defensa activa a partir de evaluar la situación de peligro y si el riesgo presente es de menor, igual o mayor intensidad que nuestra capacidad para actuar, y de ser menor, presentar entonces el ataque.

En cuanto a la angustia neurótica, S. Freud refiere tres manifestaciones; en primer lugar, un estado general de angustia libre, en espera de aprovechar cualquier oportunidad para justificarse por lo cual influye en la vida cotidiana del individuo, en segundo lugar, la angustia ligada a objetos o situaciones específicas, por ejemplo, las fobias donde la intensidad del desarrollo de la angustia juega un papel importante, más que el contenido de dicha fobia, y en tercer lugar, la angustia neurótica donde el nexo entre la angustia y la amenaza de peligro, pierden nexo totalmente, por ejemplo, en la histeria o casos donde se espera una respuesta afectiva y en su lugar se presentan síntomas de angustia como vértigo, palpitaciones, etc.

Dar la descripción de los tipos de angustia nos llevó en clase a preguntarnos las diferencias y las posibles relaciones entre estas, respondiendo como primer punto que, la angustia real se presenta ante un peligro y la angustia patológica no se presenta frente a un peligro, sino que es un estado subjetivo.

Como segundo punto, el planteamiento Angustia desmedida vs. Angustia real, equivalente a Desarrollo de la angustia y Fobias vs. Miedo, respectivamente, analizando que en las primeras se presenta una parálisis sin importar que lo que la causa sea real o no destacándose el efecto paralizador de no actuar porque el afecto fue desmedido, a diferencia de las segundas donde ante una señal de peligro se desata una acción, por ejemplo, correr, es decir, el miedo es adaptativo.

Esto es, angustia real como reacción del yo frente al peligro, y angustia neurótica como reacción del yo frente a la represión de la libido sentida como peligro, tratando al peligro interno como si fuera externo, similar a las fobias, lo cual desata en medidas protectoras para evitar la angustia.

Leer esta conferencia y la discusión en clase sobre ella, me llevó a considerar que parte de los reclamos de la libido tienen su origen en la educación que se recibe desde pequeño, pues muchas de las angustias de los niños son enseñadas o son adquiridas de los familiares y aparecen desde que nacen quedando en la infancia sin una posición entre lo consciente o lo inconsciente, favoreciendo la mudanza de la libido en angustia que en muchas ocasiones se consolida en la adultez.

Referencia:

Freud S. (I916–17) 25 conferencia “La angustia” Obras Completas, Amorrortu edits. Bs. As., Tomo XVI.

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