El Abanico De Carey Y La Galanía en Vancouver
Sé que me muero de amor
Mi gotta go — Locura & Torment
El concierto (en Vancouver, BC el viernes 20 de enero) del grupo La Galanía con la soprano Raquel Andueza, el guitarrista barroco Pierre Pitzl y Jesús Fernández Baena con la tiorba en Vancouver fue una revelación. Al mismo tiempo resultó ser un delicioso viaje a mi pasado de memorias en lugares donde se habla el castellano (Argentina) y el español (México).
Mi abuelo materno Don Tirso de Irureta Goyena fue miembro de la Real Academia Española. Mi abuela siempre me dijo que tenía yo que dominar el idioma de mi abuelo y de Cervantes. Después de haber vivido en Vancouver desde 1975 mi castellano anda un poco fallo, pero como se dice, me defiendo.
El concierto de La Galanía fue especial no solo por el hecho de que mitad de él fue en castellano pero también por poder ver y sentir esa diablesa con la cual las letras de las canciones se transformaban a algo más por la voz y presencia (y sal hubiera comentado mi abuela) de Raquel Andueza.
l sonido de la tiorba especialmente en las cuerdas bajas es uno de los sonidos más formidables de cualquier instrumento musical. Para mí solo compite con el trombón bajo y que no me digan del violonchelo, ¡Qué no! El problema de poder disfrutar la guitarra barroca y la tiorba de una orquesta barroca es que tienen que competir con esos violines y violas. En fin, el trío me deleitó con un sonido íntimo, como si yo fuera Carlos V en mi salón.
Quizá habrá habido algunos que no podían entender por qué muchas de las canciones eran similares en sonido. Parece que La Galanía coincide conmigo en amar las folías y las chaconas de ese siglo 17. ¡Una eternidad de chaconas y folías para mí serían el equivalente de sentarme a la diestra del Señor!
Pero lo mejor para mí fue disfrutar la alegría del trío y de ver con que agrado tocaban y cantaban. Sentí esa misma alegría en mis tratos personales con ellos.
Les tomé dos fotos en el baño de la sacristía (el concierto fue en la catedral anglicana Christ Church en el centro de Vancouver). El abanico de la foto fue de mi tía abuela Buenaventura Gálvez Puig. Al morir mi abuela heredó el hermoso abanico de carey y de jusi (una tela filipina elaborada con sed china). Las iniciales de mi tía en el abanico eran diamantes y esmeraldas.
Cuando falleció mi abuela mi mamá y mi tía no podían coincidir para dividir el abanico. Mi mamá tuvo una relación hermosa con Buenaventura de niña. Cuando la tía la peinaba mi mamá protestaba del dolor. Buenaventura le decía, ”Para ser mujer hay que sufrir.” Mi mamá se guardó el abanico y mi tía arrancó los diamantes y las esmeraldas y en poco tiempo desaparecieron para pagar uno de sus dos divorcios. En la foto del abanico se pueden ver en la parte derecha superior los hoyitos de la joyas.
La Buenaventura Gálvez Puig fue una concertista del piano en los principios del siglo 20 en Manila. ¡Qué una soprano de talento acompañada de dos eximios músicos posaran con su abanico en un baño le hubiera resultado gracioso!
Originally published at blog.alexwaterhousehayward.com.