Si no te puedes amar a ti mismo…

Diana Luque Lavado
Photosynthetica
Published in
5 min readAug 14, 2017

Este es un tema muy importante para mí. Pero antes de empezar con el tema serio, recordé esta canción y este buen video de Moenia.

Ahora sí, este post no se trata de victimizarse, ni a mí ni a otros -lo digo porque además la canción tiene un cierto sentido irónico que hace que uno crea que es una burla-. Lo que busco es compartir una experiencia personal, una palabra que entró a mi vocabulario hace alrededor de un año y que entre más pasa y más veo el poder que ejerce en mi vida, siento también que su presencia escasea.

Compasión

Del griego relacionado con simpatía, tiene dos definiciones: “Sufre conmigo” -de ahí lo de la canción- o “tratar con emociones”, que me parece más ajustada a lo que quiero decir.

Ser compasivo significa tener la capacidad de ponerse en el lugar de las otras personas, comprender el sufrimiento del otro y querer ayudarle o solucionarlo de alguna manera.

Hay algo increíble que viene de la definición. Ponerse en el lugar de las otras personas se llama empatía. La compasión es ir más allá, implica entendimiento y acción. Además de lidiar con emociones, algo que al parecer está en decadencia en esta época llena de decisiones tomadas por datos en los que la emoción es solo una nube que no deja ver claramente.

Estamos en un mundo que está llevando la idea de ser el mejor a un extremo que nos está destruyendo. Porque sin compasión, ser el mejor es solo llegar a la cima, a lo white supremacist. Sí, pongo un ejemplo actual que todos pueden entender, pero no es un asunto exclusivo de Estados Unidos, ni del momento. Entre más tiempo pasa, menos compasión veo.

Las redes sociales son un ejemplo. Y antes que me critiquen porque las redes no son la muestra de la totalidad del mundo, sí creo que las redes sociales y lo que pasa mediáticamente son un termómetro para ver ciertas cosas. No es el panorama completo, pero ayuda. Revisar las publicaciones en cualquier red social puede ser doloroso porque solo vemos juicios de valor, en el que la supremacía de un pensamiento debe sobresalir. En sí es el “yo tengo la razón”.

Game of Thrones
He visto de todo en redes. Desde los que acusan a los que no la ven de ser estúpidos, hasta los que dicen que quienes no la vemos solo lo hacemos porque queremos parecer intelectuales. Estoy siendo moderada al escribir los comentarios que he visto, porque no quiero caer en ofensas.

Lo que me impacta es la poca compasión de todos en general. Compasión, porque al final, a nadie le gusta que lo critiquen por hacer lo que le gusta, o por las decisiones que toma.

Un mensaje para todos mis amigos que aman GoT: quiero que sean felices en Westeros. Para quienes no: hay miles de series que ver. ¿Ya se vieron Feud? Recomendada.

Vivimos en una cultura muy hipócrita que dice: “tranquilo, puedes hacer lo que quieras”, pero a tus espaldas está juzgándote por lo que haces o dejas de hacer.

La cultura del fitness
Ahora todos corren, hacen maratones, meditan, van a la montaña, crossfit, yoga, comida orgánica y dietas, dietas everywhere. Y los admiro, más si son felices. Lo que me ha incomodado es esa presión social subyacente de que debes verte perfecto. Yo soy más como Homero:

Homero y yo nos entendemos en este tema.

Lo que más duro me ha dado es ver cómo muchos son severos consigo mismos porque se comieron una empanada, porque les dio pereza y no salieron a correr, porque hoy no meditaron.

Me sorprende cómo las metas pasan de hacer algo para ser feliz y se convierten en un registro numérico de logros o una medida de éxito.

Esto me lleva a…

Autocompasión

Esta palabra llegó a mi vida después de darme cuenta de todas las luchas que he estado teniendo por cumplir las expectativas propias. No puedo decir que no existieran expectativas ajenas, pero las propias siempre fueron superiores, hasta irrealizables.

Creo que parte de la cultura de no ser compasivos con nosotros mismos, viene de que si no somos capaces de tolerar diferencias entre personas, menos errores o quiebres en nosotros. Porque todo debe ser perfecto. Ese modelo de perfección viene de esa cultura de tengo que ser el mejor, a lo Wolf of Wall Street. En mi camino personal estoy descubriendo algo, mi secreto personal:

No, no tengo que ser el mejor. No tengo que ser o hacer nada que no quiera.

No estoy hablando de mediocridad, de dejar todo a medias. Pero en mi caso personal, creo que me estaba olvidando de pensar claramente qué quiero. Ya pasó el momento de pensar en ser la mejor en x o y. En realidad me interesa más ser yo misma, con todo lo que eso implica en un mundo como este. Eso ya de entrada será una gran victoria.

La autocompasión está muy relacionada con el amor propio. Algo incondicional y sin forma de medirse. Entender que se es humano, que no debería existir condena alguna por cometer errores, menos por no lograr las metas.

Esta reflexión, un poco incompleta y llena de ideas, nace de un proceso personal en el que llevo varios años, pero que en este 2017 se está haciendo más intenso. Este año ha sido duro, doloroso y complejo. En medio de esto, mi coaching me dijo algo increíble: “Quiero que toques fondo y digas basta”.

Creo que es lo que ha sucedido. Le digo basta a pelear con el mundo y esa es la razón por la cual no estoy tan interesada ahora de entrar a discusiones sobre percepciones en muchos temas, menos inflamatorios. Quiero hablar sobre personas y penas. Quiero entender el porqué y ver si puedo aliviar el mi propio dolor y si puedo hacer algo por otros será maravilloso.

Este año es el de la lección más valiosa la autocompasión y la compasión. Porque ya lo dijo un gran filósofo…

¿Si no puedes amarte a ti mismo, cómo carajos vas a amar a otra persona?

--

--

Diana Luque Lavado
Photosynthetica

Escritora | Content | Planner | Creativa. Vivo de contar historias. Semidiosa llorona. La vida son los descubrimientos inesperados y de eso es mi blog.