El talón de Aquiles de la Casa Blanca

Camila Gdb
PIES EN LA TIERRA
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3 min readNov 19, 2018

Estados Unidos se las ha ingeniado para hacerse presente en -casi- todo el mundo. En privado y en público, su influencia ha trascendido fronteras. Mediante financiamiento, sanciones o amenazas, le ha logrado torcer la mano a más de uno para saciar sus intereses más demandantes. Pero como todo “héroe” tiene un punto débil; un talón de Aquiles que se materializa en la alianza ruso-china.

Tras insistir en una guerra comercial tentadora, la administración de Trump finalmente despertó al dragón. Pero esta vez, no se limitó a espejear las hostilidades, sino que estiró la mano al contrincante principal de la Casa Blanca: el Kremlin.

Durante el Foro Económico Oriental de Vladivostok, el presidente chino Xi Jinping pidió hacer frente a las “acciones económicas hostiles”, en referencia al comportamiento reciente del gigante norteamericano. Como símbolo de su intención de aliarse con Moscú, envió a más de tres mil soldados, veinticuatro helicópteros y seis aviones de combate a la reunión. Pero la relación bilateral no se ha limitado a la cooperación militar; se ha afianzado también en términos comerciales, estimando un intercambio potencial de hasta 100,000 millones de dólares. Por otra parte, en materia energética ya existe un vínculo vital: mientras que China es el mayor importador de crudo del mundo, Rusia funge como su principal proveedor.

Al final, el encuentro entre dos de los líderes vitalicios a nivel global dejó poco a la imaginación. Parece que caminan de la mano hacia una versión austera de integración económica que podría escalar rápidamente. En la reunión comunicaron el interés de ampliar el uso de sus respectivas monedas en pagos bilaterales. El fin detrás de ello es evidente: eventualmente desbancar al dólar.

No cabe duda que resulta sencillo cooperar cuando existe un punto de convergencia ideológica, el antioccidentalismo; bajo el mando de Trump vaya imagen de Occidente que el mundo se ha llevado. En consecuencia, Putin y Xi Jinping han trabajado juntos para hacer frente a un hegemón al que la silla le está quedando grande, y que encima les ha ofrecido en bandeja de plata la oportunidad de aliarse en su contra. Por lo anterior, no han desaprovechado la coyuntura para gritar a los cuatro vientos (frente a las cámaras, por supuesto) lo que uno siente por el otro. El presidente ruso calificó al presidente chino como “un amigo bueno y confiable” a lo que este ha respondido asegurando que los verdaderos amigos son los que ayudan en tiempos de desastre.

Poniendo a un lado la diplomacia, es claro que dos grandes se han reencontrado bajo un mismo objetivo: fortalecer los lazos bilaterales para impulsar el desarrollo de la región, y de paso, frenar el domino estadounidense.

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Camila Gdb
PIES EN LA TIERRA

Mis letras y yo te damos la mejor de las bienvenidas.