El temido botón nuclear

Camila Gdb
PIES EN LA TIERRA
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3 min readMar 1, 2019
Foto: The Express Tribune Blog

Al independizarse de Reino Unido en 1947, el territorio que integraban India y Pakistán se dividió en dos, provocando el nacimiento de los países que hoy conocemos. En medio de estos quedó atrapada la región de Cachemira que actualmente forma parte del estado indio de Jammu y Cachemira. Aunque India reclama la totalidad de la región, solamente controla la mitad. Un tercio es regulado por Pakistán el cual sostiene que nadie más que el pueblo de Cachemira podrá determinar su condición. Por otro lado, China administra la reducida área que resta del territorio.

Por décadas, el conflicto entre India y Pakistán ha ido en aumento. La diversidad religiosa y el nacionalismo son algunos de los factores principales de la violencia en la región de Cachemira. Sin embargo, la gran amenaza ante los ojos de la comunidad internacional radica el poderío nuclear que caracteriza a los rivales. Pero, ¿realmente está fundamentada?

Debido a que alrededor de 60% de los habitantes del estado indio de Jammu y Cachemira son musulmanes, generalmente se sienten más identificados con Pakistán donde prevalece el islam. En contraste, en India predomina una mayoría hinduista, convirtiendo al estado en disputa en la excepción. La jurisdicción tripartita de Cachemira abre paso a la discordia que a menudo revienta en conflictos armados. El más reciente sucedió el pasado 14 de febrero cuando se produjo un atentado suicida con coche bomba dejando un saldo de 40 paramilitares indios muertos.

Sin dudarlo ante las cámaras, el Estado Indio lo atribuyó al grupo armado basado Pakistán llamado Jaish-e-Mohammed (JeM) o “Ejército de Mahoma.” Se considera la organización terrorista más mortífera de la región en disputa por la cantidad de ataques que ha efectuado desde 2001. En respuesta al atentado, India bombardeó algunos campos de entrenamiento en Pakistán. La tensión bilateral alcanzó el cielo cuando en contraataque, este derribó dos aviones indios y capturó a uno de los pilotos.

Aunque el aviador será liberado mañana como gesto de paz por parte de Pakistán, no significa que realmente se esté avanzando hacia ella. Producto del inconformismo, los enfrentamientos internos son cada vez más fuertes. Sin embargo, lo que preocupa al espectador internacional (las armas nucleares que ambos tienen bajo la manga) representa un ultimátum tanto para uno como para otro. Consciente de ello el primer ministro paquistaní, Imran Khan, estableció: “sentémonos juntos y arreglemos esto dialogando. Con las armas que tenemos, ¿podemos realmente permitirnos un error de cálculo?”

Si bien parece que se refiere a un fallo de tino, el verdadero error de cálculo es hacer uso de la fuerza nuclear, ya que en un pestañeo convertiría a ambos territorios en fosas de cenizas. Si algo hay que aprender de la historia, es que la carrera armamentista es un juego perdido para la totalidad de los contrincantes. Con las armas nucleares en escena, lo último que harán los jugadores será jugar.

Lejos de desacelerar, la disputa territorial de Cachemira pisa el acelerador a fondo. No obstante, aunque fundamentada, la amenaza nuclear resulta tan destructiva para ambos que la probabilidad de que uno recurra a ella es casi nula.

Finalmente, ser el primero en apretar el botón nuclear es sinónimo de autodestrucción.

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Camila Gdb
PIES EN LA TIERRA

Mis letras y yo te damos la mejor de las bienvenidas.