La India rural, ¿un intento fallido de equidad de género?
Es innegable, hoy más que nunca debe prevalecer la igualdad entre hombres y mujeres. Aunque merecida desde siempre, la actualidad demanda que se conceda de una vez por todas. Se exigen los mismos derechos y trato equitativo mientras se recrimina la brecha salarial y se condenan los prejuicios. En la India rural, se ha hecho más consciente la importancia de reventar el techo de cristal que separa a hombres y mujeres, no obstante, la cantidad de tareas que recae sobre ellas es aún mayor. Podría tratarse de un intento fallido por alcanzar la igualdad de género.
Lo tienen -casi- todo resuelto, aparentemente la figura femenina se para codo con codo con la masculina. Ambos se ocupan de quitar las malas hierbas, encender las bombas de agua, mezclar los fertilizantes, supervisar el sistema de riego por goteo y llevar a pastar a los animales. Se toma en cuenta a la mujer para concluir las mismas tareas que el hombre y se valoran sus habilidades para lograrlo. Salamma, una mujer de sesenta años que habita al sur de India en Vannurappa, se siente orgullosa de dedicarse al campo y ser la única del pueblo que conduce un carro de bueyes. Asegura: “es muy importante que las mujeres salgamos de casa para trabajar, para tener nuestros propios ingresos y ser independientes”. No obstante, desea que el destino de sus hijas no luzca como el suyo.
Además de la dificultad agregada de las tareas rurales, la razón por la cual no le gustaría heredar su realidad a la siguiente generación podría ser la sobrecarga laboral. Existe una engañosa equiparación de género, en la que la mujer desempeña un rol que le obliga a encargarse del hogar, al tiempo que se involucra en las mismas actividades que el hombre. Cocinar, limpiar el establo, barrer la casa y recoger a los trabajadores es solo al abrir el día. El resto de la jornada: entregar la comida al marido, limpiar la ropa, alimentar a los bueyes y preparar la cena, después de haber trabajado al rayo del sol junto a los hombres.
Es verdad que la sumisión de la mujer india rural tanto a la familia, como al campo es cultural. Sin embargo, para algunas es un tema que debe evolucionar a la brevedad. Si bien es admirable que en una sociedad rural la figura femenina sea percibida “a la altura” para ocuparse de los mismos deberes que la masculina, es irónico que se le asigne una carga mayor en relación al hombre. Finalmente, la equidad no tolera desventajas; incluso cuando la explotación se disfraza de empoderamiento.