¿Cómo vamos a salir de la pandemia?

Jesús Belenguer
Plan de autoprotección

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Antes de concluir cómo vamos a salir, hagamos un brevísimo repaso de algunos porqués que nunca se nombran.

El SARS de 2003 surgió en el sur de China, en la provincia de Cantón, en noviembre de 2002, las autoridades chinas silenciaron la epidemia y no informaron de la misma hasta febrero de 2003, cuando un médico de la zona se desplazó enfermo a Hong Kong. Se llamaba Liu y fue el paciente cero internacional, un viaje en ascensor del doctor Liu es la clave de la difusión del SARS-CoV-1 en Hong Kong, Taiwán, Vietnam, Singapur y Canadá. Causó más de 8.000 infecciones y casi un 10% de víctimas en un total de 24 países.

El virus se contuvo y fue erradicado con medidas no farmacológicas rompiendo las cadenas de transmisión mediante el aislamiento de enfermos y trazado de las cadenas de transmisión. En menos de 8 meses la pesadilla había terminado. Eso fuera de China, dentro solo el gobierno chino sabe cómo lo hizo, hubo noticias de carreteras cerradas, ciudades enteras confinadas y todo tipo de rumores sobre medidas draconianas que, con lo que ahora sabemos, no parece que aquellas hipótesis fueran disparatadas.

La comunidad internacional recibió el mensaje, se modificó el Reglamento Sanitario Internacional y cada país elaboró protocolos de alerta y de respuesta a una pandemia respiratoria que se pusieron a prueba en grandes simulacros. El conocimiento estaba disponible y listo para parar el siguiente golpe.

La gripe de cerdo en 2009 activó los protocolos de respuesta y aquella pandemia sentó las bases de la catastrófica respuesta a pandemias futuras en occidente. Se compraron grandes cantidades de mascarillas y desinfectantes, millones de vacunas se pagaron anticipadamente y se pusieron en marcha el resto de medidas previstas, estábamos preparados, y… la pandemia se quedó en nada, en gran medida gracias a la rápida respuesta. El gobierno español compró 36 millones de vacunas de las cuales se usó menos de 4 millones y los servicios sanitarios de las comunidades autónomas buscaban cómo deshacerse de un acopio de mascarillas suficiente para 40 años.

Aquella situación que podría considerarse un éxito, tuvo una fuerte respuesta de grupos anticapitalistas, extrema izquierda y otros oportunistas que acusaron a la industria farmaceútica de “fabricar” un negocio redondo, el coste de la preparación en plena crisis financiera alimentó la desconfianza. La OMS fue acusada de participar en lo que dichos grupos denominaban una estafa mundial, con acusaciones de ser el instrumento de presión de la industria farmaceútica y probablemente fue la causa raíz de la excesiva prudencia y la lentitud en la toma de decisiones en enero de 2020.

Pero no anticipemos acontecimientos. La pesada burocracia comunista 16 años después del SARS-1, volvió a cometer el mismo error: El SARS de 2020, provocó la enfermedad COVID etiquetada con el año 19, porque de nuevo, ocultaron y retrasaron la toma de medidas y de nuevo el virus se les escapó.

Sin embargo, El SARS-CoV-2, provoca una enfermedad más leve y probablemente es algo más contagioso que su antecesor el SARS-CoV-1. El hecho de provocar una enfermedad más leve no significa una peligrosidad menor, bien al contrario, la levedad de la enfermedad y la existencia de portadores con síntomas leves era la peor pesadilla de los epidemiólogos. El problema es que la levedad solo significa que pocas personas desarrollan la versión grave y con una población de 7,7 millardos de habitantes, en una sociedad completamente globalizada, el impacto al saturar los sistemas sanitarios era potencialmente catastrófico.

Si la letalidad es del 10% y se infectan 8.000 personas morirán 800 personas, si la letalidad es del 1% y se infectan 5 millones de personas morirán 50.000 personas, pero si lo hacen de golpe y el sistema sanitario no es capaz de asumir tantos enfermos simultáneos, la letalidad, por falta de asistencia médica, sube hasta el 10%, el 15% o más y entonces la cifra de fallecidos será aterradora y el daño económico y moral inmenso.

Como ya se ha dicho la OMS actuó con excesiva prudencia pero la tradicional desconfianza hacia el gobierno chino de los países vecinos jugó a su favor y al primer síntoma de alerta reaccionaron con gran rapidez parando el golpe, China, a pesar de la lentitud inicial, también fue capaz de erradicar el virus de su territorio en un plazo razonable tomando medidas draconianas, sin embargo, los países occidentales mostraron una asombrosa debilidad, prescindiendo de los protocolos de respuesta no farmacológica, encadenando un error tras otro, hasta que finalmente se vieron forzados a adoptar una política de convivencia con el virus que, además del impacto sanitario y económico, ha tenido como efecto secundario el surgimiento y fortalecimiento de todo tipo de movimientos conspiranoicos que son aprovechados por ideologías radicales de izquierda y derecha y organizaciones criminales para medrar.

Tanto las más burdas teorías de conspiración, como las negacionistas de guante blanco, están demostrando una gran capacidad de adaptación y mantienen en vigor su discurso frente a unos gobiernos cada vez más debilitados que tratan de mantener el favor de una población fatigada después de casi dos años de pandemia y de errores. El ambiente hace augurar que el número de adeptos a las teorías aberrantes seguirá creciendo y el problema transciende las dificultades previsibles para gestionar la próxima pandemia y hace pensar que va a ser muy difícil gestionar cualquier tipo de crisis frente a una población desconfiada, alienada y a merced de cualquier superstición que en absoluto son desinteresadas o fruto de la casualidad.

En occidente se da la paradoja de que el mismo año en el que un dron de fabricación humana ha levantado el vuelo en Marte, la superstición ha vuelto y como una pestilencia crece bajo gorritos de papel de aluminio. La pandemia no solo ha afectado a nuestra salud, hay cosas muy delicadas que han sido dañadas y que será necesario reparar, tarea harto difícil porque requerirá como primer paso reconocer los errores cometidos.

Tras la firma siguen las referencias de los hechos citados en el artículo.

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Jesús Belenguer
Plan de autoprotección

Director de Seguridad Privada y TS en Gestión de Riesgos y Protección Civil. EU en Análisis de la Conducta Violenta y en Ingeniería Protección Contra Incendios