Frío, calor y mantas isotérmicas
Unos pocos grados pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
Este artículo es una sugerencia, fundada en conocimientos ampliamente aceptados por la comunidad de los primeros auxilios, le recomendamos encarecidamente que no aplique un tratamiento médico si no está seguro de lo que hace y que es altamente recomendable para su vida y la de las personas que le rodean la realización de cursos de primeros auxilios. Describimos productos que pueden formar parte de su botiquín y le recomendamos que antes de usarlos se forme adecuadamente.
El uso terapéutico del calor y el frío se conoce desde la antigüedad. En nuestro botiquín siempre debemos tener dispositivos que permitan aplicarlos localmente y en combinación con otros elementos, como la manta isotérmica, de forma general. Como norma lo aplicaremos siempre en seco, ya que su aplicación húmeda entraña ciertos riesgos.
Un elemento fundamental en nuestro botiquín es la manta isotérmica. Se trata de una lámina muy fina de plástico en la que se deposita una fina capa de aluminio. En muchos casos el aspecto es de una cara dorada y otra plateada.
Si nos envolvemos en ella podremos retener el calor corporal y puede ser útil para contener hemorragias, pero jamás, debemos envolver a una persona con la intención de enfriarla. Existe la creencia de que en función de como dispongamos las dos caras podemos enfriar o calentar a una persona, lo cual es completamente falso y puede provocar un aumento catastrófico de la temperatura.
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En el caso de un golpe de calor o fiebre la única utilidad de la manta isotérmica es hacer sombra, y deberemos asegurarnos de que no se impide la correcta circulación del aire alrededor del cuerpo de la víctima su uso para enfriar en función del color de la cara que se pone en contacto con el cuerpo es un bulo muy peligroso.
En cualquier caso, una manta isotérmica es muy eficaz para señalizar nuestra posición, para hacer sombra y puede ayudar a mantener nuestra temperatura siempre y cuando: estemos protegidos del suelo, de la lluvia y de las corrientes de aire. En condiciones extremas es necesario mayor abrigo y una bolsa de calor instantáneo puede ser de gran ayuda.
Dejando a un lado los casos extremos, en los que la vida del paciente está en peligro: la hipotérmia y el golpe de calor o hipertermia; el uso del calor y el frío están indicados en los siguientes casos:
El calor relaja los músculos contraídos, alivia el dolor de las inflamaciones no traumáticas como la artritis, el dolor cervical y el dolor lumbar y produce una sensación de bienestar que produce una ligera sedación natural del paciente.
El frío está indicado en las inflamaciones traumáticas, las reduce o previene, disminuyendo el dolor y permite el control de pequeñas hemorragias.
Cuando estamos en casa, el método más cómodo para aplicarlo de forma local, son las bolsas de calor y frío. Se trata de unos sacos de material plástico, rellenos de gel, que se calientan en el microondas o al baño maría, cuando se quiere aplicar calor y que se meten en el congelador cuando el objetivo es aplicar frío.
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Recomendamos comprar tres para tener una bolsa en el congelador permanentemente. Si necesitamos aplicar frío sacaremos la bolsa de congelador y acto seguido meteremos otra en el congelador, si prevemos un tratamiento largo meteremos también la restante. Evitaremos, en la medida de lo posible, calentar una bolsa inmediatamente después de sacarla del congelador.
Para una correcta aplicación podemos hacer uso de una funda de tejido con algún tipo de sujección.
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Fuera de casa, lo adecuado es usar las bolsas de frío o de calor que mediante una reacción química producen el efecto físico deseado.
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Siempre que realicemos una aplicación local de frío o calor tendremos en cuenta que, salvo prescripción médica, no deben exceder de quince minutos y por tanto realizaremos descansos, evitando que se produzcan daños en la zona tratada.
Salvo que se haya producido un traumatismo, la posición ideal para calentar a una persona es lo más recogida posible, sentada o en posición fetal, con una o dos bolsas de calor instantáneo colocadas de forma que estén cerca de manos y pies, la cara interna de los muslos, barriga y cuello.
Para enfriar sería lo contrario, la postura más abierta posible, protegido del sol y facilitando la ventilación sobre el cuerpo. Las bolsas de frío se colocarán en zonas muy vascularizadas como axilas, cara interna de las piernas y cabeza. Siempre que la persona esté consciente, es bueno administrar líquidos por la boca, fríos o calientes, según la situación.
Aunque, debido a su peso, no son habituales en los botiquines cuando vamos a realizar actividades al aire libre en invierno puede ser muy placentero añadir 450 gramos de sopa o chocolate autocalentable a nuestro equipaje.
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Todas las medidas citadas anteriormente deben ponerse en marcha cuando se sienta frío o calor intenso y solicitar asistencia médica de urgencia si detecta:
- Los síntomas de un golpe de calor: sequedad en la boca, ausencia de sudor, dolor de cabeza, confusión mental o temperatura muy alta, durante un esfuerzo físico o exposición a mucho calor..
- Los síntomas de hipotermia son temblores, confusión mental, labios y párpados azulados, insensibilidad progresiva en las extremidades, amodorramiento o inconsciencia, ante una situación de frío intenso.
A la menor señal de alarma llame a los servicios de urgencia que podrán valorar la situación e indicarle las medidas a tomar, es en estas situaciones en las que un buen botiquín puede servir de gran ayuda.
Y tenga siempre en cuenta que dos grados de fiebre en ambiente tropical es siempre un síntoma muy grave que requiere de asistencia médica urgente.
Jesús Belenguer dirige el equipo que diseñó el Protocolo Mercurio que es el sistema de gestión de la seguridad personal de trabajadores desplazados a países lejanos más implementado en las empresas españolas. Comparte sus ideas en Medium desde abril de 2015.
