Figura 14. Mapa de potencial de radón de España, definido como la concentración de radón que superan (en planta baja o primera) el 10% de los edificios más expuestos de la zona. Enlace a fuente.

Inhalación de gas radón: gestión del riesgo en los planes de autoprotección

Jesús Belenguer
Plan de autoprotección
6 min readNov 8, 2021

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Este artículo tiene carácter práctico, resume la experiencia del autor a lo largo de los últimos 7 años gestionando el riesgo en instalaciones no residenciales en superficie. Si busca como proteger a su familia se publicará otro artículo en el blog de Autoprotección familiar, el presente se dedica exclusivamente a la protección de actividades económicas.

No se entrará en detalles sobre el peligro en sí, solo en la gestión del riesgo. Si desea información sobre los efectos en la salud consulte este enlace de la Organización Mundial de la Salud y si quiere conocer su distribución en España consulte este otro del Consejo de Seguridad Nuclear de España, al que pertenece el mapa que encabeza este artículo.

Y sin más preámbulo se entra en materia. La concentración de gas radón se mide de forma indirecta mediante dos tipos de detectores: pasivos y activos. Los primeros son un pequeño contenedor de plástico que contiene un placa sensible, se ubica el contenedor durante el tiempo establecido en el local a controlar para después enviarlo a laboratorio donde se cuentan los impactos en la placa y mediante un algoritmo en función del tiempo de exposición se calcula la concentración media durante el periodo de exposición. Los activos son dispositivos electrónicos que miden en continuo y le permiten conocer la concentración media por hora a lo largo del periodo de medida.

En ambos casos la concentración se mide en Bequerelios por metro cúbico [Bq/m³], según el informe de 2017 del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS-CCOO), la concentración media en España al aire libre está en 5 y 15 Bq/m³ y en los interiores puede oscilar entre 10 Bq/m³ y 10.000 Bq/m³ el mismo informe contiene la tabla que se muestra a continuación sobre las concentraciones permitidas o recomendadas:

Página 9: https://istas.net/sites/default/files/2019-04/Guia%20Radon%202019.pdf

La tabla indica que en España, en este momento, la máxima concentración reglamentaria en el ambiente de trabajo es de 600 Bq/m³, aunque en febrero de 2018 se terminó el plazo para transponer la directiva 2013/59/EURATOM que reduce la concentración máxima a 300 Bq/m³ cosa que a fecha de hoy no ha ocurrido.

Dejando a un lado el embrollo legal, nuestra recomendación es mantener el ambiente laboral por debajo de una exposición media anual de 100 Bq/m³, que se justifica con las siguientes premisas:

  • Se desconocen los efectos a largo plazo de la exposición al radón que pueden variar enormemente dependiendo de la predisposición genética del trabajador, sus hábitos y otros factores ambientales fuera del alcance de la empresa.
  • Si el puesto de trabajo está expuesto al gas radón, el domicilio del trabajador también lo puede estar y por tanto la cantidad de radiación total a la que está sometido el trabajador es una incógnita para la empresa.
  • Aunque el riesgo asociado a las dos premisas anteriores pueden ser paliado por el servicio de seguridad y salud de la empresa, es un hecho que en los últimos 20 años la tendencia de la normativa ha sido disminuir la concentración máxima permitida y es mucho más práctico adelantarse y reducir al mínimo la concentración del ambiente en el que la empresa tiene mayor control.

Establecida en 100 Bq/m³ la concentración máxima a la que se deben exponer los trabajadores se propone la siguiente pauta de trabajo.

La primera medida que debe tomar es incluir la concentración de radón en las claúsulas de sus contratos de alquiler y compra para evitar sorpresas, lo que no quita, para que solicite mediciones previas a la contratación o compra. Del mismo modo toda reparación de la solera, de la impermeabilización del suelo, tuberías, etc. debe contemplar un sellado que garantice las condiciones iniciales respecto a la inmisión de gas radón y las modificaciones o reparaciones de los sistemas de ventilación garantizarán la dilución inicial.

Es conveniente disponer de un medidor en continuo portátil que le permitirá controlar las reparaciones y descartar los casos más obvios a la hora de contratar alquileres o compras. Si desarrolla su actividad económica en una zona de riesgo o se dedica a la actividad internacional es una herramienta imprescindible. Consulte nuestro artículo sobre el tema:

A la hora de afrontar un estudio de medición sobre una instalación en uso es muy importante ser consciente de que se trata de un gas que se filtra del suelo y en algunos casos de las paredes, eso significa que en los periodos en los que la instalación está parada la concentración aumentará notablemente ya que se acostumbran a cerrar puertas y ventanas. Una vez que se abre e inicia la actividad la concentración caerá rápidamente hasta estabilizarse en el valor que interesa y que es al que están expuestos realmente los trabajadores.

Si se inician las tareas con una medición convencional con medidores pasivos distribuidos por la instalación obtendremos como resultado un valor medio mucho más alto que la exposición real de los trabajadores que puede causar muchos problemas.

Un ejemplo típico puede ser un taller que abre en horario comercial de 10:00 horas a 20:00 horas y permanece cerrado entre las 20:00 horas y las 10:00 horas, durante la noche se pueden alcanzar concentraciones de 7.000 a 9.000 Bq/m³ que durante el tiempo de funcionamiento pueden caer hasta los 200 Bq/m³, en esas condiciones el resultado de la medición dará un valor medio de 3.000 Bq/m³ que causará una innecesaria alarma entre los trabajadores y la propia empresa, no exenta de angustia para ambas partes.

El dato relevante es siempre la concentración a la que se expone el trabajador por lo que se recomienda, tras un tanteo de la instalación con medidores contínuos, comenzar siempre con una dosimetría personal, que es un proceso muy económico, del orden de unos cientos de euros, seleccionando un grupo de trabajadores tipo, que representen la exposición de toda la plantilla. La primera campaña de medición debe ser de 6 meses + 6 meses, lo que permitirá conocer la exposición real anual, con un adelanto a los seis meses de comenzar. En ese momento, conocida la exposición real, se pueden hacer las mediciones ambientales y comenzar las tareas de remediación ––las que se dirigen a disminuir la concentración–– en la instalación.

Puede parecer poco práctico realizar mediciones y acometer las tareas de remediación si la dosimetría ofrece exposiciones dentro del rango aceptable, pero es necesario conocer el comportamiento y mejorar en lo posible la impermeabilización de la instalación y la ventilación permanente de los espacios. Hay que tener en cuenta que un microterremoto o cualquier vibración sobre el terreno puede causar una fisura que aumente de forma inadvertidad la inmisión de gas en la instalación, que por otra parte está sujeta a cambios por otros motivos.

Un aspecto fundamental es separar la contratación de las dos tareas a realizar. La empresa que mide no debe hacer las tareas de remediación y al revés. De hecho es necesario informar a la empresa de medición que jamás se le encargarán las tareas de remediación. De esta forma se evita cualquier conflicto de intereses.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, aunque en los últimos años comienza a reconocerse la eficacia de la dilución del gas mediante la ventilación, que es siempre la medida más simple y más barata de adoptar, entre las empresas de remediación sigue teniendo mucho predicamento otras medidas como la sobrepresión y la impermeabilización. La pandemia de SARS-2 ha evidenciado el error de cerrar los espacios en aras del ahorro energético dejando de lado la ventilación, y con ella la creación de un ambiente sano, por el que bien merece la pena sacrificar uno o dos grados de temperatura.

Además de disponer de un medidor en continuo, una buena política es mantener permanentemente el estudio de dosimetría de los trabajadores, siempre en campañas de 6 meses + 6 meses con objeto de detectar cambios en la inmisión de gas o en la propia instalación que puedan afectar a la exposición al gas radón. El número de trabajadores sometidos al estudio de dosimetría permanente puede ser muy bajo con un coste asociado fácilmente asumible.

Jesús Belenguer dirige un equipo especializado en la elaboración e implantación de planes de autoprotección en bienes culturales españoles declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y comparte sus ideas en Medium desde abril de 2015.

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Jesús Belenguer
Plan de autoprotección

Director de Seguridad Privada y TS en Gestión de Riesgos y Protección Civil. EU en Análisis de la Conducta Violenta y en Ingeniería Protección Contra Incendios