Diseño Estratégico

Raigambre: leer la ciudad para reescribirla

Rosa Jiménez Pereda
Planeta nodrizo

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‘Raigambre’ es un sistema de monitoreo y seguimiento que permite medir, analizar y evaluar las condiciones potenciales de arraigo que ofrece un territorio urbano determinado.

Collage de Marta Endrino para Raigambre. Aquí su Instagram con más cosas bonitas.

¿Rai… qué?

La Real Academia de la Lengua Española da dos acepciones para raigambre, una ligada al mundo vegetal, la otra al humano. Esta doble vertiente tiene todo el sentido en un proyecto que aborda el reto de encontrar formas de convivir con el cambio climático mitigando sus efectos y distribuyéndolos de forma más justa.

Raigambre

1. f. Conjunto de raíces de los vegetales, unidas y trabadas entre sí.

2. f. Conjunto de antecedentes, intereses, hábitos o afectos que hacen firme y estable algo o que ligan a alguien a un sitio.

¿Qué tiene que ver el arraigo urbano con el cambio climático?

Seré breve y concreta:

  1. El 55% de la población mundial vive en áreas urbanas, porcentaje que se espera que aumente hasta el 68% para 2050.
  2. Esta concentración de la población está directamente relacionada con que el 70% de las emisiones globales de CO2 provenga de áreas urbanas.
  3. Si las ciudades son buena parte del problema, cambiarlas puede contribuir en gran medida a la solución.
  4. Hablar de raigambre es hablar de entornos de proximidad en los que las necesidades básicas están cubiertas, entornos que sientes y cuidas como propios, entornos abiertos, accesibles e inclusivos para todas las personas. Hablar de raigambre es hablar de sostenibilidad para personas, comunidades y medioambiente, de cohesión social y de resiliencia urbana.
  5. Aunque la ciudad es mucho más que su infraestructura y no es posible entenderla sin comprender la vida urbana que le da forma, la mayoría de actuaciones orientadas al diseño de ciudades más sostenibles, resilientes y amigables se centran en la parte “dura” de la ciudad.
En el original de este meme de la serie ‘Friends’, Phoebe intenta que Joey entienda y repita una frase que él cambia por completo al final. (Vale, he alterado un poco su lógica interna).

¿Por qué medir la raigambre para transformar el modelo de vida urbana?

Arraigar es sinónimo de avecindar: desarrollar una pertenencia activa y reconocida a un entorno de vida cotidiana compartido con otros. Uno no arraiga por su cuenta ni en la nada, ambas acciones implican, necesariamente, otras personas y un espacio común desde el que acoger y ser acogido.

Podemos entender, entonces, la raigambre como las condiciones que garantizan el derecho al arraigo, el derecho a establecer un vínculo estable con el espacio cotidiano que habitamos y las gentes con las que lo compartimos. Como ocurre con otros derechos, que exista no supone obligación de ejercerlo, pero la posibilidad de hacerlo es socialmente beneficiosa para quien lo usa y para quien no.

Medir la raigambre urbana permite identificar qué elementos contribuyen al establecimiento de un proyecto de vida estable en condiciones de bienestar social, cohesión y equidad, determinar y analizar relaciones entre dichos elementos, evaluar su evolución y orientar el abordaje de los mismos. Medir la raigambre permite diseñar modelos de calidad de vida urbana en los que la dimensión relacional que atraviesa toda interacción en un entorno social como es la ciudad ocupe un lugar central.

Profundizando un poco y yendo más allá de esa dimensión operativa o funcional de medir la raigambre para orientar procesos de transformación de la ciudad, está el primer ahá de este proceso de diseño:

#AHÁ1

Medir la raigambre sirve para poner sobre la mesa la necesidad de contar con las condiciones que nos permiten desarrollar una vida estable, enraizada en nuestros entornos más próximos y cotidianos. ¡Y no sobre cualquier mesa!: sobre una mesa de ciencia y eficiencia. Esto le da una legitimidad al planteamiento que tiene la capacidad de llevar a espacios de decisión la conversación sobre qué significa la calidad de vida urbana. Al fin y al cabo el diseño tiene esa potencia, la de poner en circulación usos, significados y sentidos. Si lo que busco es generar consenso respecto a la eficiencia del arraigo y la raigambre, me toca medirlo.

¿Cómo se mide esto del potencial de arraigo?

Antes que nada, y para que estemos todos situados, necesito definir qué es un indicador urbano:

Desde muy diversos ámbitos de la ciencia se utilizan indicadores como instrumentos de medida para la observación y el análisis de procesos y la visualización de datos. Los indicadores urbanos son magnitudes fáciles de medir y de interpretar que nos permiten comparar diferentes modelos de ciudad aportando información acerca de las pautas de vida que genera cada patrón urbano para así convertirse en un instrumento de ayuda en la toma de decisiones.

Yo de indicadores urbanos no sabía mucho, o casi nada, pero si quería ser fiel a mi #AHÁ1, parecía claro que tenía que ir en esa dirección. Revisando (mucha) literatura técnica y académica, confirmé que lo que yo quería construir no era un indicador urbano, sino un índice urbano: un sistema de monitoreo dirigido a evaluar una cuestión, la de la raigambre en este caso, a través de un conjunto de indicadores urbanos específicos distribuidos, para mayor claridad, en una serie de categorías y dimensiones temáticas.

Esto es un trabajo de clase y, por tanto, afrontaba un par de limitaciones: i) la pauta de realizarlo de manera individual, contando solo con las capacidades propias y ii) la necesidad de encajarlo en los huecos que dejan otras labores remuneradas, porque de algo hay que comer. Así, tuve que elegir entre el deseo de definir todos y cada uno de los indicadores específicos que se me ocurrieran o centrarme en la propuesta de valor del proyecto, aquello que lo distingue de otras aproximaciones de medición de la calidad de vida urbana: el potencial de arraigo. Elegí lo segundo y renuncié a seguir ampliando hasta el infinito el listado de indicadores. Porque ya hay sistemas completísimos (como por ejemplo el de la Ciudad del cuarto de hora, una de las propuestas de regeneración urbana que más me han interesado en los últimos tiempos, que podéis consultar en la documentación oficial en francés o en mi Drive en generosa traducción al español de DeepL). Y también porque ahá número 2:

#AHÁ2

Raigambre tiene que poder adaptarse a cualquier territorio para favorecer su escalabilidad. Por eso, era imprescindible plantear el esqueleto, pero no tanto detallar hasta el último hueso que lo compondría. Esta tarea se realizaría mano a mano con la administración pública responsable y el resto de agentes clave de la ciudad y tendría en cuenta cosas como la agenda política del momento, a la que siempre hay que ajustarse, los datos ya existentes, los recursos disponibles para el proyecto, etc.

Ese esqueleto básico de la arquitectura de ‘Raigambre’ quedó así:

Arquitectura del Índice de raigambre. Ver en MIRO el board ampliado.

Tenemos, por tanto, 42 indicadores distribuidos en 18 dimensiones y 3 categorías: acceso a recursos, acceso a influencia y acceso a diversidad. Hay razones para esta arquitectura, no sale de la nada, si bien los indicadores y las dimensiones pueden variar al adaptar ‘Raigambre’ a cada ciudad, las tres categorías principales no deberían hacerlo, porque fortalecer el potencial de arraigo está relacionado con:

  • Garantizar los derechos humanos universales, porque es difícil arraigar, o querer hacerlo, allí donde no se tiene acceso a la atención a la salud, allí donde el entorno provoca enfermedades respiratorias o allí donde se discrimina por razón de género, religión u orientación sexual. De ahí que incluyera la categoría Acceso a recursos.
  • Crear y sostener formas, espacios y canales de participación ciudadana, porque cuanto mayor es la capacidad de influencia sobre un espacio, mayor suele ser la sensación de pertenencia al mismo y, con ella, su cuidado. Por eso el Acceso a influencia.
  • Asegurar la inclusión de todas las personas, sea cual sea su condición, y garantizar la equidad, porque nadie quiere habitar lugares donde sufre discriminación, donde su voz se oye menos, donde no le es posible desarrollar una vida digna. El Acceso a diversidad no podía faltar.

Estas tres categorías, con sus dimensiones e indicadores, no deben entenderse por separado, han de cruzarse. Si analizamos el potencial de arraigo en el acceso a la atención a la salud, vemos que necesitamos saber cosas como la mediana de espera para conseguir cita en un centro y también de la duración de las citas. Pero ninguno de estos datos nos hablará de raigambre si no los cruzamos con la rotación laboral de los profesionales sanitarios y la estabilidad residencial de la población.

Si queremos hacer lo mismo con el acceso a educación, necesitamos saber si hay centro educativo en el barrio, si sus plazas son suficientes para la población escolar del mismo, si dicha población elige ese centro o asiste a otros más alejados, si el profesorado es estable o si en el centro hay dinámicas de asociacionismo a través del AMPA o actividades extraescolares que vinculen al alumnado con el centro.

Solo cruzando todas estas variables podremos observar y analizar posibles patrones entre, por ejemplo, el acceso a recursos y la mayor o menos presencia de diversidad (siempre en términos de equidad) que hay en un territorio.

Si elegí hablar de acceso, sin ser yo muy fan de ese término, fue porque me parecía fundamental compararlo con el uso. Y esto me lleva a hablaros de cómo se alimenta el Índice de raigambre.

¿De dónde salen los datos para establecer el potencial de arraigo de un entorno urbano?

Haciendo la investigación, me he encontrado con que no es raro que el dato subjetivo enriquezca al dato objetivo, de manera que lo objetivo asimila lo subjetivo. No digo que esta metodología sea errónea, en absoluto, pero sí tuve claro que Raigambre no iba a funcionar así.

El Enfoque de las Capacidades es un programa de investigación en economía y filosofía promovido por Amartya Sen y Martha Nussbaum y se ha convertido en un marco esencial en cuestiones relacionadas con la calidad de vida y la equidad. El enfoque de las capacidades sirve para explorar la transformación de una potencialidad en una realidad y determinar las condiciones necesarias para que los individuos y los grupos lleven a cabo esta transformación.
Conceptualmente, una capacidad es más que el poder hacer o ser algo: incluye la oportunidad efectiva de ejercer ese poder. Por ejemplo, una persona puede tener acceso a una bicicleta, pero si no sabe montar en bicicleta o no dispone de carriles adecuados para montar en bicicleta, no tendrá la capacidad real de hacerlo.

(Traducción propia con su poquito de quitar y poner de ‘The Goods of Design. Professional Ethics for Designers’ de Ariel Guersenzvaig)

Venga, tercer ahá:

#AHÁ3

Una cosa que puede pasar es que en un barrio determinado haya muchos mayores y muchos niños y niñas. Una cosa que puede pasar es que, sin embargo, la población no lo perciba así. Raigambre tiene que servir para identificar por qué. ¿Hay pocos espacios públicos para infancia y mayores? ¿El propio territorio es poco accesible para carritos, sillas de ruedas, problemas de movilidad? ¿La zona ha cambiado tanto que ya no dan ganas de pasearla? Raigambre tiene que servir para estudiar esas circunstancias. En Raigambre el conflicto entre fuentes es sexy.

Por todo lo anterior, el Índice de raigambre tiene dos fuentes de alimentación: el dato objetivo (ese que podemos sacar del padrón o del listado de citas de un centro de atención primaria) y el dato subjetivo (ese que nos va a dar información acerca de cómo se materializa en el día a día de la población el arraigo, cómo “usa” o “disfruta” la población esa raigambre). Lejos de asimilar ambos tipos de datos, Raigambre hace del conflicto entre ellos una propuesta de valor.

El dato objetivo se obtiene como se obtienen los datos objetivos:

  • Instituto Nacional de Estadística.
  • Centro de Investigaciones Sociológicas.
  • Observatorio de la infancia.
  • Observatorio de pobreza, desigualdad y exclusión.
  • Instituto de la Juventud.
  • Instituto de Mayores y Servicios Sociales.
  • Observatorio Internacional de la Democracia Participativa.
  • Datos de la propia administración pública que implementa el proyecto, etc.

El dato subjetivo se obtiene a través de una plataforma digital de participación ciudadana en la que la población podrá aportar información acerca de las diferentes dimensiones que condicionan el potencial de arraigo.

La plataforma digital recoge una serie de preguntas (breves, concretas, no valorativas, planteadas en tono sencillo y cercano) que permiten inferir información acerca de los indicadores definidos en el índice y que podrá ser comparada con los datos objetivos obtenidos. Siguiendo con el ejemplo de la diversidad de edad, la plataforma recogería información como la siguiente:

  • Perfil del participante: edad, género, zona, relación con la zona (vive, trabaja, estudia, etc.), tiempo que lleva en la zona.
  • Información relativa a dónde están y qué hacen los grupos de edad más extremos: dónde juegan los niños en tu barrio, dónde se reúne la gente mayor en tu barrio, dónde se junta la gente de tu edad en tu barrio.
  • Información relativa a las relaciones intergeneracionales: relaciones de vecindad con personas mucho más mayores o mucho más jóvenes, encuentros y conversaciones fortuitas con personas de otras edades.

La plataforma puede y debe enriquecerse con técnicas cualitativas, especialmente para asegurar la participación de perfiles con los que ese formato se sea un problema (por brecha digital, por tratarse de menores de 14 años, por diversidad de capacidades, etc.).

Lo del modelo de negocio. O mejor: ¿cómo se hace sostenible esto para todos?

Es evidente que he planteado el proyecto como un servicio para las administraciones públicas -especialmente, por las competencias que tienen y por la escala local que manejan, las de ámbito municipal-. Son muchas, más de las que podría atender en una vida, porque Raigambre se adapta a cada contexto.

Raigambre se implementaría en cinco fases al término de las cuales la institución contaría no solo con datos fiables, comprensibles y accionables para ampliar y mejorar la calidad de vida urbana en la ciudad, sino también con un plan estratégico de actuaciones orientadas al objetivo anterior. La administración contaría con dashboard en el que organizar visualmente métricas clave, observar interrelaciones, comparar territorios, etc. y mejorar, con ello, sus estrategias de actuación pública.

Para defender por qué medir e impulsar la raigambre es muy recomendable para las administraciones públicas, es útil pensar en la salud pública. Las políticas de salud pública han probado en muchas ocasiones no solo ser coste-efectivas, sino ser, incluso, coste-ahorro, como señala el documento de OMS/Europa ‘El caso de invertir en salud pública’. ¿Más documentos? ¡Más documentos! La cohesión social, la participación pública o la estabilidad y seguridad laboral son elementos centrales en la mejora de la salud de la población, en la reducción del uso de recursos sanitarios (y, por tanto, del gasto público) y son, a su vez, aspectos nucleares del arraigo urbano.

Más allá de este parrafito de “¿quieres fuentes? Tengo fuentes”, la cosa es que el Índice de raigambre está perfectamente alineado con la agenda central en la actualidad de organismos como ONU-Hábitat o la OMS y de programas como el de Objetivos de Desarrollo Sostenible, todos ellos protagonistas de las actuaciones con mayor reconocimiento y financiación tanto en la transformación de las ciudades como en la lucha contra el cambio climático.

Es, estratégicamente hablando, muy buen momento para Raigambre.

Aunque me he basado en la administración pública como cliente, lo cierto es que se me ocurren diferentes derivas para el planteamiento de Raigambre. Creo que puede ser un enfoque muy apropiado para que aquellas empresas que busquen un crecimiento ético y sostenible encuentren oportunidades en la mejora de las condiciones para el arraigo en la ciudad. No me cuesta demasiado imaginar que el Índice de Raigambre se convierta en un sello de Idealista que indica la calidad de vida en un barrio determinado a partir de los criterios definidos por Raigambre.

Esto me lleva al siguiente ahá, con su principio de diseño correspondiente (no todos los ahás son buenos).

#AHÁ4

Existe la posibilidad de que Raigambre sirva para profundizar en dinámicas de segregación social urbana y contribuya a procesos de gentrificación. Este temor me llevó a tomar dos decisiones de diseño:

  • Incluir el eje de acceso a diversidad para poner de relieve que un buen acceso a recursos a veces tiene que ver con la existencia de exclusión social.
  • Compartir los resultados del índice de arraigo en un portal de datos abiertos que los presentara en términos de oportunidades de mejora de la zona. Se trata de evitar transmitir una idea de “evita este barrio” y hablar de oportunidades para crear lo que no hay, reforzar lo que ya está pero se queda escaso y mantener lo que funciona: “mantener la participación ciudadana”, “reforzar el empleo local”, “crear espacios de encuentro”. Se trata de mejorar los barrios y la calidad de vida que ofrecen.

Así, Raigambre cuenta con una plataforma de datos abiertos dirigida a la población general y diseñada siguiendo el principio de plantear carencias y excesos como oportunidades de mejora que pueden inspirar y orientar desde políticas a negocios sostenibles para las personas y su entorno, pasando por acciones provenientes de todo tipo de organizaciones sociales.

Para terminar: el último principio-ahá (que en realidad es el primero)

Tiempo después de empezar a hablar sobre derecho al arraigo, me crucé con una cita de ‘Echar raíces’, de Simone Weil, una filósofa que me encanta y a la que he leído mucho, sin llegar a cruzarme hasta hace poco con esa obra concreta.

Echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimiento de futuro. Participación natural, esto es, inducida automáticamente por el lugar, el nacimiento, la profesión, el entorno. El ser humano tiene necesidad de echar múltiples raíces, de recibir la totalidad de su vida moral, intelectual y espiritual en los medios de los que forma parte naturalmente.

El último principio-ahá del diseño de Raigambre tiene que ver con todo esto:

#AHÁ5

Hay cosas que, una vez que las ves, no dejas de verlas. Hay cosas que, una vez que alguien o algo te las señala, se encarnan. El arraigo es una de esas cosas. El Índice de raigambre está diseñado con el deseo de que no se nos olvide que necesitamos sentir que no estamos de paso, que podemos pensarnos en el largo plazo, que podemos proyectar una vida compartida y con sentido en un lugar, que no un espacio, que podamos llamar propio. Si elijo una palabra y no otra, si incluyo un color y no otro, si decido prescindir de algún elemento e incluir otro, ha sido porque hay un principio sobre el que se sostiene Raigambre: ampliar la idea de calidad de vida que manejamos integrando esa necesidad del alma humana que es el arraigo.

Y aquí el vídeo que tanto costó reducir de los 5'30" a los 2'30" (más o menos)

Agradecimientos

Estaré editando este apartado durante semanas, como si lo viera, si no te encuentras hoy, por favor, búscate mañana.

Lola Martín-Gil, Lorena Ruiz, Maite Gamarra, Álvaro Ortiz, Marta Domínguez, Marta Carmona, Marta Endrino, Javier Padilla, Miguel Álvarez, Contra el Diluvio, Juan López-Aranguren, Jairo Bada da Silva, Pascual Pérez, Sirivan Prak, Marcos García, Andrea Kruithof, Félix de la Peña, Elena Sansigre, Ricardo Antón, Mariana Salgado, Ariel Guersenzvaig, Andrés González, Sergio de Pazos, Carmen Pereda, Dani Seuba, Lucía Gómez, Nacho Fernández, Isabel Inés, Daniela Rogoza. Y toditos los #sinsincones.

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Rosa Jiménez Pereda
Planeta nodrizo

Yo ya diseñaba antes de saber que lo hacía. Muy de la estrategia, la innovación social y la sostenibilidad. Fundadora de La Escalera.